Por citar algunos que son los más conocidos porque a los “medios” que nos machacan con las noticias, les interesa:
- Guerra entre Rusia y Ucrania:
Este conflicto, que se intensificó con la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022, es el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
- Conflicto entre Israel y Hamas en Gaza:
El conflicto se reavivó tras el ataque de Hamas a Israel en octubre de 2023, con una ofensiva israelí en Gaza.
- Guerra civil en Siria:
Este conflicto, que comenzó en 2011, ha generado una grave crisis humanitaria y ha involucrado a diversos actores internacionales.
- Guerra civil en Yemen:
El conflicto, que involucra a una coalición liderada por Arabia Saudita y a los rebeldes hutíes respaldados por Irán, se ha cronificado y no tiene visos de solución.
- Conflicto en Sudán:
La guerra civil entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) ha provocado, además de miles de muertos, el desplazamiento de millones de personas.
- Conflictos en la región del Sahel (África):
Diversos grupos armados, incluyendo algunos vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico, operan en países como Nigeria, Malí, Níger y Burkina Faso, generando inestabilidad y violencia.
- Conflicto en la República Democrática del Congo:
La región oriental del país ha sufrido conflictos prolongados debido a la presencia de grupos armados y la disputa por los recursos naturales.
Además de estos conflictos “televisivos”, existen numerosas tensiones y crisis latentes en otras partes del mundo, como en la península de Corea, el conflicto entre India y Pakistán, y la situación en Afganistán de los que no sólo no se informa, sino que se ignoran como si no existiesen, mientras nosotros seguimos tumbados al sol, relajados, porque eso, queremos creer; no va con nosotros. No somos conscientes de que, en cualquier momento y estando en cualquier lugar, puede saltar la chispa que incendie no sólo los bosques, sino el país entero. Cuesta muy poco resucitar viejas rencillas o crear nuevas disputas reales o ficticias para que te veas con un fusil en la mano intentando matar al de enfrente o bien intentando que no te maten a ti y los tuyos, refugiándote en el lugar más recóndito de la tierra.
Pero las guerras ya no son lo que eran, ni son como eran. La tecnología, el ingenio humano y las mutaciones sociales, están delante y detrás de la transformación en el modo de hacer la guerra.
Los avances en la computación, la inteligencia artificial y el desarrollo de la tecnología espacial nos permiten hoy en día atacar la soberanía de otros países bloqueando sus satélites, induciendo a su población a pensar de determinada manera a través de ‘fake news’ falsas noticias sobre su gobierno en las redes sociales, etc. La Guerra entre Rusia y Ucrania demuestran, a diario, la fusión entre las nuevas tecnologías del siglo XXI con las viejas estrategias del siglo XX.
Para imaginar las guerras, en el pasado siglo teníamos que ir al cine a visionar multitud de películas sobre la II Guerra Mundial o la Guerra de Vietnam, lógicamente, todas ellas con un claro tufo de propaganda americana. Hoy nos la ofrecen todos los días, en el Telediario. La muerte y el horror, en directo.
El ingenio también tiene dos maneras concretas de crear, fomentar, instaurar y asentar cambios en la guerra, que inciden tanto en sus procedimientos como en su tecnología. Este segundo caso guarda una relación directa con lo dicho hasta ahora; su aplicación a las necesidades de la guerra crea soluciones tecnológicas específicamente adaptadas a las necesidades del momento, resolviendo, con rapidez, problemas presentes o futuros en el conflicto. Por otra parte, el ingenio del ser humano también ha fomentado algunos de los mayores cambios en los paradigmas del conflicto, aportando soluciones creativas y únicas a los problemas y cambiando radicalmente las formas y estrategias de combate.
Por último, la sociedad es parte esencial del conflicto, pues éste surge para defender a la sociedad de la que emerge y sus intereses. Los transformaciones sociales cambian también a los ejércitos que las defienden y su forma de combatir; no es lo mismo un estado absolutista del siglo XVIII que una democracia liberal del siglo XXI; como tampoco lo son, actualmente, las sociedades occidentales, con sus reglas de enfrentamiento y el derecho internacional humanitario, que otras como la siria, la rusa o la china que van por libre.
Las guerras nacían debido a que había sociedades que debían protegerse a sí mismas y salvaguardar sus legítimos intereses cuando atacaban o invadían su territorio. Ahora ya no es óbice esta cuestión para que se desaten las guerras, más bien nacen por intentos expansionistas de poderosos políticos absolutistas que tienen detrás a poderes económicos asombrosos que ejercen la presión necesaria para ver incrementar sus beneficios a la vez que su poder.
Un niño palestino sonríe junto a un oso de peluche tras un bombardeo del ejército israelí en la zona de Al-Mawasi, al oeste de la ciudad de Rafah. © dpa Picture Alliance
Sin olvidarnos ni por un momento de todas las demás, vamos a poner el ojo en una de las más sangrantes de la actualidad, y nunca mejor dicho lo de “sangrantes”. Más de 60.000 muertos, entre ellos cerca de 20.000 niños, contemplan la Guerra entre Israel y Palestina. No me olvido de que el origen de esta guerra fue el ataque indiscriminado ejecutado por el movimiento islamista terrorista “HAMAS”. El 7 de octubre de 2023, mientras los israelíes celebraban la festividad de Simiat Torá grupos armados de fedayines palestinos, principalmente de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, lanzaron un ataque contra Israel desde la Franja de Gaza que comenzó con una andanada de cohetes y que siguió con un ataque de comandos en camionetas, motocicletas y parapentes motorizados.
El ataque, denominado ”Operación Inundación de Al-Aqsa”, tomó a Israel por sorpresa pese a ocurrir al día siguiente del cincuenta aniversario de la Guerra de Yom Kipur. Los milicianos palestinos capturaron a un total de 251 rehenes y mataron a 695 civiles israelíes (incluidos 36 menores de edad), 71 civiles extranjeros y 373 soldados y policías.
Israel respondió poco después con una de las campañas de bombardeos más destructivas de la historia moderna e invadió la Franja de Gaza el 27 de octubre del mismo año.
Si echamos un poco la vista atrás y nos ponemos en la situación previa al ataque de Hamás, es muy difícil de creer, hablando de la inteligencia israelí que se tiene por una de las más relevantes del mundo, si no la que más, que no supiesen nada de un ataque inminente de un grupo terrorista. En mi opinión, no es creíble que el Mosad no estuviese advertido sobre lo que se les venía encima. Pero una vez ocurrido lo que pasó, ¿podemos considerar como necesaria la respuesta tan contundente como la que está efectuando Israel sobre el pueblo palestino? ¿O la ha tomado como disculpa y con el objetivo de acabar de una manera definitiva con Hamás, lo que realmente pretendía desde un principio era liquidar Palestina entera, o lo que es peor, acabar con todos sus habitantes para anexionarse los terrenos ocupados?
Casi dos años después, con decenas de muertos diarios entre la población civil palestina y más de 60.000 en total, y sin que los gobiernos de las grandes potencias se pongan de acuerdo sobre la actitud a tomar, con una Europa adormecida y pusilánime, es ahora cuando empiezan a despertar y modificar su actitud hacia Israel. La presión que pueden ejercer sobre los líderes judíos de Israel es fundamental para que la barbarie se frene, así como las “boutades” de algunos mandatarios de pelo rubio y un rostro más duro que el cemento armado, insinuando que ese país arrasado convendría convertirlo, con dinero americano, claro, en una radiante “Riviera de Oriente Medio” donde puedan veranear sus súbditos. Hermosa ocurrencia. Un “aquapark a lo Marina D’or”. Incluso donde, por 20 € pudieses adquirir trozos de escombros ensangrentados a modo de souvenir. Apoteósico si no fuese espantoso sólo el imaginárselo.
La particularidad de este horrendo crimen y que lo hace más horrendo aún, es que es el propio ejército israelí el que muestra con orgullo las pruebas de estos ataques a población civil a través de medios oficiales y también en las redes sociales que utilizan sus soldados, por lo que se trataría del primer genocidio de la historia al que asistimos en directo, impotentes e impasibles.
¿Eres de los que crees que lo que está haciendo Israel con Palestina es un genocidio, una limpieza étnica? O ¿eres de los que están convencidos que Israel sólo está defendiéndose y que sus ataques son proporcionados como respuesta al ataque terrorista inicial del 7 de Octubre? ¿Eres de los que están horrorizados después de ver las imágenes de la completa desnutrición de un pueblo entero y, sobremanera, la de los niños? O ¿eres de los que piensa que esas imágenes están manipuladas y que la hambruna es un simple bulo?
Un grupo de niñas y niños palestinos piden comida con sus ollas vacías tras una valla de Rafah, el 25 de febrero de 2024. © Abed Zagout / Anadolu vía Getty Images.
Como en muchas ocasiones, la solución debe venir de dentro y han sido dos organizaciones israelíes, las primeras en decirlo alto y claro, B´Tselem (abreviatura de la organización Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados) y Physicians for Human Rights (Médicos por los Derechos Humanos-Israel), que han publicado sendos informes, basándose en una meticulosa labor de documentación e investigación, en los que llegan a la conclusión de que Israel está cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino en Gaza. El académico polaco de origen judío Rafael Lemkin definió por primera vez en 1944 el delito de genocidio (geno en griego significa raza, mientras que la raíz latina cidi tiene el significado de matar), pero en esas fechas no era una categoría reconocida por el derecho internacional. De hecho, en 1945, durante el juicio de Nuremberg, por cierto, en el que se juzgaban los crímenes de los nazis contra el pueblo judío, se definió el Genocidio como “la destrucción de una nación o de un grupo étnico”.
El genocidio está dirigido contra el grupo nacional como entidad y las acciones que arrastra son llevadas a cabo contra individuos, no por sus calidades individuales sino simplemente porque pertenecen a ese grupo. El genocidio no es un medio para conseguir un fin, sino un fin en sí
Con estos dos informes, desde dentro, se trata de obtener otro avance histórico en los esfuerzos de la comunidad de los derechos humanos para exigir a las autoridades israelíes que respondan de sus crímenes contra la población palestina. El informe documenta ataques directos e indiscriminados contra centros médicos en Gaza, bloqueos de la asistencia médica, restricciones arbitrarias y generalizadas de evacuaciones médicas de personas palestinas gravemente heridas o enfermas fuera de la Franja de Gaza, y detenciones, tortura y homicidios del personal sanitario.
Más de 60.000 muertos, (Su conteo no distingue entre militantes y civiles, pero lo que sí dice el ministerio es que más de la mitad de los muertos son mujeres y niños) entre ellos más de 20.000 niños, me hacen reflexionar sobre una posible limpieza étnica. Acabando hoy con los niños, se acabaría el que dentro de 20 años esos niños, ya jóvenes, estarían en disposición de hacerles frente de nuevo. Esto, de forma parecida, ya lo inventó un tal Herodes que, aunque no era judío en el sentido étnico, se convirtió al judaísmo y reinó Judea durante más de 40 años. Por si quedaba alguna duda de que esta operación poco o nada tiene que ver con acabar con los miembros de Hamás en Gaza, la violencia indiscriminada de todo tipo y la inanición por hambre de la población civil, lo desmiente.
Hasta hace muy poco, Estados Unidos y varios países europeos relevantes como Alemania, Francia, Italia, o Reino Unido Unido, han estado ofreciendo un escudo diplomático a Israel que parece garantizar la impunidad a sus dirigentes frente a sus crímenes.
Ahora, 20 meses después de iniciada la guerra, veinticinco países, incluidos Gran Bretaña y Francia, emitieron el lunes una declaración conjunta que ejerce algo de presión sobre Israel, afirmando que la guerra en Gaza «debe terminar ahora e Israel debe cumplir con el derecho internacional”. Los ministros de relaciones exteriores de países como Australia, Canadá y Japón manifestaron que «el sufrimiento de los civiles en Gaza ha alcanzado nuevas profundidades«. Condenaron «el goteo de ayuda y el inhumano asesinato de civiles, incluidos niños, que buscan satisfacer sus necesidades más básicas de agua y alimentos«. La declaración describió como «horripilantes» las muertes de más de 800 palestinos que buscaban alimentos para sí y sus familias, según las cifras publicadas por el Ministerio de Salud de Gaza y la oficina de derechos humanos de la ONU.
“El modelo de entrega de ayuda del gobierno israelí es peligroso, alimenta la inestabilidad y priva a los gazatíes de la dignidad humana«, dice la declaración. «La negativa del gobierno israelí a proporcionar asistencia humanitaria esencial a la población civil es inaceptable. Israel debe cumplir con sus obligaciones bajo el derecho humanitario internacional«, agregó. Tarde e insuficiente. Estas manifestaciones a Netanyahu le parecen irrelevantes, continúa con la ruta que se ha marcado y la calificación de que esto es un genocidio le parece una extemporaneidad ya que está convencido que está actuando en defensa de la soberanía del Estado israelí, aunque sus actos estén fuera de los límites del Derecho Internacional y de todo signo de humanidad.
La guerra es, esencialmente, una cosa mala. Sus consecuencias no se limitan exclusivamente a los Estados beligerantes, sino que afectan a todo el mundo, también a nosotros. Por consiguiente, iniciar una guerra de agresión, no es sólo un crimen internacional; es el supremo crimen internacional y sólo difiere de otros crímenes de guerra en que contiene dentro de sí el mal acumulado de todos ellos. No me olvido ni por un segundo de lo que hizo Hamás, lo que representa Hamás y lo que implica tener al lado un grupo terrorista, sobre todo en esa zona ya bastante convulsa por los extremismos armados.
Y como la pasividad, el “no va conmigo”, es lo generalizado y a mí no me gusta ir con el rebaño, lo digo y lo afirmo: “Lo que está haciendo Israel con Palestina es un crimen de guerra, un genocidio y lo que se pretende, más allá de hacer desaparecer a Hamás, grupo terrorista donde los haya, es una limpieza étnica”. Debe parar, ya.
Un hombre camina en las inmediaciones del Hospital al-Shifa, en el norte de Gaza, tras un ataque del ejército israelí. © dpa Picture Alliance.