El Museo Cerralbo (Madrid)

Cuando eres un amante de la cultura, en general, y de las artes en particular, al visitar las ciudades de cualquier país, lo primero que buscas o preguntas es sobre los posibles Museos y Teatros que alberga. Investigas si en algún Teatro dan una obra interesante o hay un concierto con obras apasionantes. Y si el horario te cuadra, acudes a disfrutar del espectáculo. Si lo que realmente te mueve son los Museos, averiguas cuáles son todos y entre ellos, los más interesantes, dónde están situados y cómo se pueden visitar. Lo habitual es que, como es imposible ver todos porque carecemos del tiempo necesario, indaguemos cuáles son los más famosos o apreciados y nos dirijamos a ellos.
La Casa de la Villa de Bilbao

En ocasiones, cuando el ajetreo diario nos permite un momento de relajación, de poder ir mirando y admirando lo que tenemos en derredor, nos preguntamos que, aunque hemos visto muchas veces la fachada de ese edificio, no hemos visto lo que contiene en su interior. Y nos gustaría verlo. Desentrañar cuestiones como ¿quién vive ahí? ¿qué profesión tiene? ¿de qué familia es? Y si el edificio es una institución pública, enseguida te crees en el derecho de conocer sus entrañas. Pero, en muchas ocasiones, por ignorancia, por dejadez o por desinterés, desconocemos lo que albergan esos edificios imponentes y no nos preguntamos qué habría que hacer para visitarlo y descubrir algunos de sus secretos.
Han cerrado mi «cole».

Eran las 8:00 A.M. de cualquier día de la semana de lunes a sábado, de cualquier mes de septiembre a junio. Un niño de 4 años, acompañado de su hermano mayor de 6 años salían de su casa para dirigirse al Colegio que sus padres, por proximidad, habían elegido para ellos. Entre su domicilio de un barrio trabajador y el colegio no había más de 400 metros. La circulación era escasa, la ruta, muy variable, nos la conocíamos al dedillo. Por el camino se iban agregando a la comitiva unos cuantos niños más de la misma edad. No tardábamos mucho en hacer el recorrido. Quizá 10 minutos, aunque no nos apresurábamos en llegar, siempre salíamos con tiempo.