El Museo Cerralbo (Madrid)

Cuando eres un amante de la cultura, en general, y de las artes en particular, al visitar las ciudades de cualquier país, lo primero que buscas o preguntas es sobre los posibles Museos y Teatros que alberga. Investigas si en algún Teatro dan una obra interesante o hay un concierto con obras apasionantes. Y si el horario te cuadra, acudes a disfrutar del espectáculo. Si lo que realmente te mueve son los Museos, averiguas cuáles son todos y entre ellos, los más interesantes, dónde están situados y cómo se pueden visitar. Lo habitual es que, como es imposible ver todos porque carecemos del tiempo necesario, indaguemos cuáles son los más famosos o apreciados y nos dirijamos a ellos.

Pero si tenemos la suerte de volver en ocasiones posteriores al mismo sitio, tendremos la oportunidad de visitar esos lugares o museos que aparecen como segunda o tercera opción y que, en ocasiones, son tan interesantes como los que tenemos en mente. Esos pequeños museos, casi desconocidos del gran público, cobijan tras sus puertas y bajo sus techos, verdaderas joyas de arte que sólo los más apasionados muestran el interés de acceder a ellos.

Por cuestiones familiares, es decir, ver crecer a un nieto, que es la mayor belleza y suceso que le pueda pasar a un abuelo, vamos a menudo a Madrid. Madrid tiene un sinfín de museos, todos ellos muy visitables, pero por razones obvias, la mayoría de sus visitantes se quedan con el Museo del Prado, el Museo Thyssen o el Museo Reina Sofía y tienen la sensación de haber visionado todo lo mejor de la capital española. Y es un tremendo error porque en Madrid se esconden multitud de Museos y Palacios visitables, todos ellos de un interés inusitado para la persona que tenga un poco de sensibilidad y sepa apreciar el arte, cualquier arte.

Dentro de esa lista de Museos que nos parecen recónditos o poco apetecibles y que son 40, están el Museo del Traje, el Palacio de Liria, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Real Fábrica de Tapices, el Museo Taurino y tantos otros con un interés especial. Dentro de este listado, hay uno del que habíamos oído hablar en varias ocasiones pero que nunca nos cuadraba su visita. Y ahora sí. Hemos buscado un hueco para dar con él y tener la posibilidad de visitarlo. Tras un corto trayecto en Metro, no nos fue difícil dar con el caserón, preguntando, claro, que es la mejor manera de encontrar los lugares, sobre todo cuando las personas son tan amables como allí.

Para aquellos que, tras la lectura de esta entrada, tengan la ilusión de visitarlo, está situado en la c/ Ventura Rodriguez, 17, muy cercano a la Plaza de España, el Templo de Debod y el Palacio Real. Quizá, al llegar, te encuentres con una pequeña cola. No suele haber mucha. Pero hay que tener en cuenta que la casa-museo sólo puede ser visitada, a la vez, por un número muy pequeño de personas, por lo que hay que esperar y mucho. Este es el único pero que se le puede poner a la organización del Museo. Si, como es notorio, una vez que has accedido al interior de la casa,  por las características de las salas, en las que priman los pasos estrechos, y una museografía que muestra las obras en su montaje original y sin elementos protectores, tenemos que ser pocos visitantes a la vez, lo que se debía de hacer es facilitar la entrada con Cita Previa o con un horario definido para cada cual, pero lo que es muy molesto es tener que esperar horas, he dicho horas, a la puerta cuando sólo tienes por delante a 25 personas. Deberían de buscar otro sistema para que la gente no se sienta defraudada ya antes de entrar. Nosotros tuvimos «la suerte» de tener sólo 8 personas delante y aún así tuvimos que estar, en la calle, más de 30 minutos. Al salir había unas 50 personas. Estoy convencido de que muchas de ellas se fueron después de un par de horas de espera. Una pena.

                             Lo primero que ves al entrar en la casa-museo Cerralbo.

Todavía no hemos dicho el nombre de este curioso caserón, insertado en medio de un Madrid caótico en el tráfico y que hay que descubrir. Es el «Museo Cerralbo«, un palacio del siglo XIX, un museo del siglo XX y una institución del siglo XXI que, desde hace ya un siglo, es de titularidad estatal y gestión directa del Ministerio de Cultura. Pueden tener la completa seguridad que es uno de los museos más importantes de Madrid, aunque también de los más desconocidos. Quizá una de las razones para que esto sea así, sea porque no pueden entrar, con el sistema actual, más de 400 personas por día. Esta queja es recurrente entre los que hemos tenido que hacer cola y luego hacen reseñas en las redes sociales. Este palacio fue la vivienda del XVII Marqués de Cerralbo, Enrique de Aguilera y Gamboa, su esposa Inocencia Serrano y Cerver, y sus hijos Antonio y Amelia del valle, y su visita te traslada a la forma de vida de una familia aristocrática de finales del siglo XIX y principios del XX, que es cuando este señor y familia residieron allí. Sus colecciones cuentan con una gran variedad de lámparas, espejos, armas, textiles, cuadros, objetos de porcelana, mobiliario, piezas arqueológicas, etc…Su interés coleccionista dio lugar a que la familia adquiriera numerosos objetos en casas de subastas, anticuarios o exposiciones durante sus numerosos viajes. Por ello, proyectaron este palacio con la intención de residir en él y de albergar las colecciones que conformarán el museo ue es hoy en día.

El palacio, de estilo clasicista, decorado con elementos neobarrocos y rococós, fue concebido desde el principio con una doble función, como vivienda y como museo, sede de las obras de arte reunidas por los marqueses de Cerralbo y sus hijos, los marqueses de Villa-Huerta, durante los numerosos viajes que realizaron por España y Europa. Así, el museo se compone de más de 50 000 piezas entre pinturas, esculturas, cerámicas, cristal, tapices, muebles, monedas, medallas, dibujos, estampas, relojes, armas, armaduras, objetos arqueológicos, etc…El marqués de Cerralbo donó a la nación española este patrimonio instituyendo el «Museo Cerralbo«, con el fin de que sus colecciones perdurasen “siempre reunidas y sirvan para el estudio de los aficionados a la ciencia y al arte». Dado que, por respeto a la casa – palacio, los distintos objetos expuestos carecen de elementos que informen acerca de los objetos que muestran (salvo aquellos carteles identificativos colocados por el propio Marqués), el museo ofrece, durante la visita, un cuaderno con la información y piezas más destacadas, que está disponible en español, inglés, francés, italiano, ruso, portugués, alemán, chino coreano y japonés. Quizá ésta sea una de las razones o la principal razón para mantener el arcáico sistema de entrada en la actualidad.

                       Detalle del jardín y cenador de la Casa-Palacio Cerralbo.

Una vez concedido el acceso al interior de la casa, es obligatorio usar las taquillas colocadas al efecto en la habitación en la que se adquieren las entradas (para nosotros, por cuestión de edad, fue gratuito) para depositar en ellas todos los objetos personales que lleves encima,  ya que no permiten circular por la casa con ningún tipo de bulto por motivos de seguridad y conservación preventiva. De igual manera, en cada sala hay una persona que cuida y vela porque el visitante ni se acerque ni toque ningún objeto para preservarlos de cualquier contingencia. Ellos te responderán amablemente a cualquier pregunta que se te ocurra en relación a lo que estás viendo. Hay que tener muy en cuenta que, por expresas órdenes del Marqués cuando fue traspasada la propiedad al Estado, se mantienen en su inmensa mayoría los ambientes originales en que se desarrolló la vida familiar y que, por lo tanto, constituye un bien cultural en sí mismo, en el estado en que se concibió. Y de esta manera, siguen ofreciéndose a todos los «amantes de la Ciencia y el Arte«. Las obras de arte y objetos conservados en estas estancias, de acuerdo a los gustos de la familia, testimonio de modas y cambios sociales,  responden a dos tipologías: objetos de colección, reunidos por las familias Cerralbo y Villa-Huerta y que proceden de viajes, regalos, herencias o adquisiciones en el mercado del arte,  y objetos personales, tanto de adorno y uso diario del hogar como de carácter personal, pertenecientes a Enrique de Aguilera y Gamboa, Inocencia Serrano, Amelia o Antonio del Valle.

Como consecuencia, se trata de un conjunto de bienes muy heterogéneo que abarca el ámbito de las Bellas Artes -pintura, escultura-, las Artes Decorativas -mobiliario, cerámica, vidrio y joyería entre otras-, las Artes Gráficas -fotografía, dibujo y estampa, colecciones de arqueología, antropología y textiles, además de la Armería, el monetario, la biblioteca y el archivo histórico. Colecciones que incluyen bienes de toda cronología y procedencia, desde la Prehistoria hasta la Edad Contemporánea procedentes de los cinco continentes, pero con predomino de las escuelas, talleres y productores europeos de los siglos XVII al XIX, y que conocemos gracias a los inventarios generales que Juan Cabré, su primer director, elaboró en 1924 y 1927.

                               Escudo de armas de la familia Cerralbo colocado en el jardín.

Antes de seguir, quizá convenga saber, previamente, quién fue realmente el XVII Marqués de Cerralbo al que se le debe que hoy podamos visitar su casa tal como él la ideó y dejó. D. Enrique de Aguilera y Gamboa, nació en Madrid el 8 de julio de 1845 y falleció, también en Madrid, a los 77 años de edad. Fue un personaje muy conocido en su época por su participación activa en la política del momento como Jefe del Partido Tradicionalista y destacado dirigente del Partido Carlista y, dentro del ámbito cultural, como mecenas de las artes y la arqueología. Sus dos hijos políticos, ya que se casó con Dª María Manuela Inocencia Serrano, viuda de D. Antonio Mª del Valle Angelín y que ya eran adultos, adquirieron el solar de la calle Ventura Rodríguez y se lo cedieron a su padrastro para que éste diseñara y construyera un palacio. Enrique Aguilera y Gamboa, fue un aristócrata metido a político, arqueólogo, coleccionista, horticultor y una multitud de tareas que en la actualidad, en un mundo tan profesionalizado y especializado, resulta difícil de imaginar. Y es que nos encontramos ante un hombre, el marqués de Cerralbo, que mezcla en su personalidad pública y privada la impronta de un tiempo a caballo entre dos siglos, entre una época que terminaba y otra que comenzaba. Cerralbo tiene muchos perfiles de noble antiguo, adinerado, ocioso, con intereses culturales, con un talante paternalista hacia sus empleados. Sin embargo, también existe en él una faceta que se podría calificar de moderna si no fuera porque su figura parece muy unida al pasado, tanto por su título nobiliario como por su ideología carlista. Con esta pequeña semblanza me pongo al día de quién era esta persona, todo un personaje de una época marcada por los cambios tan significativos que se dieron en la sociedad española, en todos los órdenes, durante el paso de un siglo a otro.

 D. Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII Marqués de Cerralbo.- Óleo de José Soriano Fort.-1900

Ya en el interior de la casa, te encuentras con dos escaleras a los lados. El itinerario marcado te obliga a subir por la que está situada a la izquierda, aunque ya antes de ella te encuentras con una serie de bustos sobre pedestal que le dan realce al hall de entrada. A partir de este momento, vamos a dejar la palabra un poco al lado para que primen las imágenes, aunque describamos brevemente algunas de ellas. Una escalera de honor invita a subir a los visitantes a este palacio construido entre 1883 y 1893. Su barandilla es de hierro forjado y procede del Palacio-Convento de las Salesas Reales fundado por la reina Bárbara de Braganza. Por ella se accede al entresuelo, donde hacía vida la familia del marqués, formada por su esposa, Inocencia Serrano y Cerver, y los hijos de ésta de un matrimonio anterior. Es la zona de las estancias privadas, en las que también recibían a las visitas más allegadas. En ella se encuentran el salón de invierno y el de verano orientado al jardín, cerca de la habitación del marqués, en la que falleció en 1922, a los 77 años. Muy próximo está el Oratorio, una pequeña capilla utilizada habitualmente por los hogares acomodados para celebrar pequeños oficios. Lo preside un cuadro de La Virgen con el niño de Van Dyck.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                   Escaleras que llevan al piso superior.

   

                                      Oratorio y detalles del recibidor.

Al entrar en el Museo Cerralbo, damos un salto en el tiempo que nos lleva a finales del siglo XIX. Descubrimos un palacio en pleno barrio de Argüelles que muestra la vida cotidiana de la aristocracia madrileña. Salas con más de setecientas armas, objetos arqueológicos, pinturas de las escuelas barrocas española e italiana, esculturas, mobiliario y recuerdos de otra época. Hay piezas que impactan como la lámpara de cristal de Murano en forma de góndola que preside el Salón de Confianza o las armaduras de guerra procedentes del Japón del siglo XVIII.

     Dormitorio de Dª Inocencia Serrano, esposa del Marqués.

     Lámpara de cristal de Murano, semejando una góndola.

A la planta principal se llega subiendo unas escaleras. Es la zona noble, el lugar de representación, y la que reflejaba la posición económica de los propietarios del palacio, hoy convertido en museo a cargo del Ministerio de Cultura y Deporte. La planta principal está formada por un conjunto de salas en las que se desarrollaban tertulias, bailes, cenas y otras actividades dirigidas a los visitantes más selectos. Algunas son temáticas y exhiben desde piezas exóticas a objetos arqueológicos, pinturas y obras de arte a imitación de los palacios italianos. En la Sala Árabe, por ejemplo, se exponen arcabuces, fusiles y pistolas procedentes de países tan lejanos como Filipinas, India, Malasia o Turquía. Una de las más singulares es una armadura de guerra de samurái, compuesta de cobre, cuero lacado y cintas de colores. También hay objetos procedentes de China. En uno de los pasillos se conservan recuerdos de la afiliación carlista de Enrique de Aguilera y destaca el retrato que le envió, desde Venecia, en 1893, Carlos de Borbón, en agradecimiento por sus servicios. Además de diputado por este partido, el marqués fue un gran viajero, coleccionista y promotor de más de un centenar de excavaciones arqueológicas.

No falta un comedor de gala para agasajar a los aristócratas del momento. Su gran mesa se iluminaba con velas y las primeras ampollas de luz eléctrica, con espejos situados en lugares estratégicos para multiplicar la iluminación. La visita al Museo Cerralbo nos da la oportunidad de fijarnos en los detalles que permanecen como cuando se usaban de forma cotidiana. El Salón Comedor servía, también, como sala de estar donde realizar las actividades cotidianas,  las labores de costura o atender las tareas y la correspondencia en el escritorio, por ejemplo. Desde esta sala se accede al Cuarto del Mirador, una estancia utilizada por Amelia del Valle como espacio de ocio, acompañada de los más amigos más íntimos. Recibe su nombre del balcón acristalado de su fachada utilizado para tomar el aire y contemplar el exterior.

                                                              Salón comedor.

                                                               Cuarto del mirador.

En la misma planta hay un pasillo de dibujos, que muestra 80 de los 558 que componen la colección, y cuenta con ejemplares de Goya, Francisco Bayeu y Salvador Maella, entre otros. La Biblioteca, con unos 10.000 volúmenes, dispone desde incunables hasta ediciones de 1922, y el Salón de Baile es espectacular y una muestra de esplendor y belleza. Está decorado con paneles de ágata, mármoles y grandes espejos venecianos y acogía también veladas literarias. Rodean el Salón de Baile tres galerías creadas para que los invitados deambularan por ellas, apreciando las obras más importantes de la pinacoteca. Son numerosas y cuentan con valiosos ejemplares como La piedad, de Alonso Cano; San Francisco en éxtasis, de El Greco, o Jacob con los rebaños de Labán, del taller de José Ribera.

En 2023, un total de 165.167 personas visitaron el museo, según datos oficiales, lo que da una media de 450 personas/día. Muchas me parecen, pero si son cifras oficiales, las tomaremos como reales. Acercarse a este punto de la ciudad, a pocos metros del Templo de Debod y del parque del Oeste, es una buena opción, aunque haya que esperar un rato en la cola de acceso. La colección de su interior está llena de sorpresas.

   

                 Escaleras, a ambos lados, de subida a la planta principal

                                                              Galería primera.- La armería.

La armería es el recibimiento del piso principal, su decoración nos traslada al marco de las nobles gestas en las que participaron los antepasados de la familia. Aquí, los Marqueses daban la bienvenida a sus invitados que, después de ser anunciados por un chambelán, ascendían por la Escalera de Honor, flanqueada por los criados ataviados con cosacas amarillas.

                                                                Galería segunda.

En la segunda de las tres galerías que se distribuyen en torno al patio interior, ideadas por el propio marqués de Cerralbo a imitación de las de los palacios italianos, para facilitar el deambular de sus invitados, a la vez que contemplaban las obras más importantes de la pinacoteca, dispuestas, incluso en el techo. El mobiliario está inspirado en las producciones del barroco florentino.

                                              Un salón más, repleto de joyas del arte, incluida la modelo.

En el comedor de gala tuvieron lugar las cenas de etiqueta y se sirvieron espléndidos buffets. El mobiliario es una interpretación española del estilo barroco francés muy del gusto del siglo XIX. En los cuatro aparadores y las dos mesas servidoras, se despliegan objetos de metal plateado para el servicio de comedor. Los elementos del dessert de bronce y cristal, evocan los días de celebración cuando cubiertos de flores, dulces, pastas y pralines, animaban la mesa vestida con un mantel de damasco blanco.

                                                                 Comedor de gala.

La biblioteca del Museo Cerralbo está especializada en Historia del Arte, Numismática, Pintura, Arqueología, Artes Decorativas, Escultura, Dibujo, Grabado, Museología, Museografía y otras disciplinas y materias relacionadas con el museo. Cuenta con un fondo de aproximadamente 24.000 títulos, de los cuales cerca de 9.000 pertenecen al fondo antiguo que fue adquiriendo Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, a lo largo de su vida. Además se conservan 114 títulos de publicaciones periódicas de la época del marqués de Cerralbo. Algunos de los libros más valiosos los adquirió en casas de subastas, entre los que destacan varios incunables, algunos manuscritos y libros de los mejores impresores de todos tiempos, como de Anton Koberger, Antonio Sancha o Juan de la Cuesta. El marqués de Cerralbo fue ampliando su biblioteca a la vez que iba creciendo su colección de Bellas Artes, y los libros fueron el principal instrumento de apoyo para el estudio de sus colecciones. Además, la biblioteca fue, desde el principio, una biblioteca de referencia para los eruditos de la época, arqueólogos e historiadores españoles y europeos.

Detalle de la Biblioteca.

La salita Imperio, en origen tocador de la marquesa de Cerralbo, se redecoró hacia 1900 como un gabinete de espejos, recibiendo ese nombre.Su emplazamiento entre el Salón Vestuario, ámbito de los caballeros, y el Comedor de Gala, permite suponer que fue un lugar de paso en el que se detenían las damas para arreglar sus tocados o reposar fugazmente en los cómodos divanes.

                                                              Salita Imperio.

El Salón Chaflán que vemos abajo, es una estancia que debe su nombre al trazado de su planta, condicionado por la ubicación del edificio entre dos calles. Es una habitación luminosa y alegre, pensada para la tertulia, los cuchicheos y el descanso entre baile y baile. Su decoración está inspirada en el siglo XVIII francés. La decoración pictórica y escultórica corrió a cargo de Juderías Caballero y Soriano Fort.

                                        El Salón Chaflán.

La Galería Tercera cuenta con un pequeño aseo que conserva el lavabo original tallado en mármol y el acabado al estuco de los paramentos. La Galería está amueblada con arcones neorenacentistas, escritorios de tipología salmantina, espejos, columnas, esculturas, arquetas y relojes, con un auténtico afán de acumulación que queda especialmente patente en la monumental vitrina que aloja un variado repertorio de menudencias y pequeñas figuras de adorno, en porcelana.

   

 Galería Tercera

Así llegamos al Salón de Baile, espacio abierto decorado con paneles de ágata de Granada, mármoles de los Pirineos y grandes espejos que multiplican luces y reflejos hasta el infinito. Es el salón donde tuvieron lugar bailes y saraos, exposiciones de arqueología y veladas literarias, poniendo el broche final a nuestro recorrido por el Palacio. Mirando al techo, pintado por Juderías Caballero entre 1891 y 1892, cerca de la tribuna reservada a los músicos, podemos rendir homenaje al Marqués, ataviado con una casaca roja.

                                  Salón de Baile.

Un repaso rápido antes de bajar las escaleras hacia la salida, nos recuerda que en esta visita, en esta casa, hemos tenido la oportunidad de visionar y disfrutar de una colección que abarca Antropología, Armería, Arqueología, Artes Decorativas y Gráficas, Bellas Artes, Biblioteca, Monetario y Textiles. Más de 50.000 objetos perfectamente colocados como él quiso que se mantuviesen para disfrute de todos aquellos que han descubierto este Museo poco conocido. Hemos disfrutado enormemente de la visita, hemos gozado visualmente de objetos de un valor incalculable, hemos tenido la oportunidad de vislumbrar cómo sería la vida de aquel matrimonio que pudo recopilar todo aquello para que los demás lo disfrutasen.

                                      La Marquesa de Telletxe, en su salsa.

Así finalizamos la visita a esta casa-museo que nos ha dejado anonadados por lo visto y por darnos cuenta de lo que algunos privilegiados han podido atesorar, cuando una mayoría de la población nadaba en la pobreza. Así está montado este mundo, las desigualdades han existido siempre y en la actualidad se están ampliando. De todas formas, hay que darle las gracias y felicitar al Marqués de Cerralbo, por la donación efectuada a las Instituciones que nos ha permitido a nosotros, además, gratis, ojear y maravillarnos con sus cosas.

 

 

 

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Javi

Sobre mí

«El que haya elegido Getxo para vivir, siempre tendrá la sensación de haber elegido bien».

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