Por otro lado, ya en alguna ocasión he comentado que nuestro físico ya no nos permite hacer con comodidad viajes de mucho trote. Nos gusta viajar, pero elegimos con mucho mimo los destinos porque ya se nos ha pasado ese tiempo en que nos pateábamos todo para ver todo lo que se debía de ver. Por esto, para esta efemérides tan señalada en el calendario, he preparado un regalo muy especial. Hace un par de años hicimos por primera vez un crucero, pero un crucero fluvial, por el Rhin, que a pesar del contratiempo de no haber agua suficiente para navegar por el alto Rhin y tener que cambiar el itinerario por el río Mosela, fue una experiencia estupenda. Un turismo moderno, con mucho por descubrir, y cómodo.
Así que este año y debido a esta ocasión hemos decidido hacer algo parecido, pero esta vez por el río Danubio, con un recorrido por varios países y que tendrá su máximo exponente en las visitas a Viena y Budapest. Los preparativos los he dejado en manos de nuestra Agencia preferida, Byblos Tours, con un jefe muy detallista y unas agentes que se desviven por quedar bien con el cliente. Lo primero que tuvimos que fijar fueron, hace ya unos cuantos meses, las fechas y mi intención era buscar un crucero en el que el día del cumpleaños ya estuviésemos a bordo e instalados, pero no ha sido posible porque da la casualidad que la temporada de cruceros comienza al día siguiente. Aunque sólo fuese por proximidad, a esa fecha nos agarramos. Y elegimos una embarcación con un nombre de compositor muy sugerente «AMADEUS NOVA«, recién estrenado en el 2024. Además, las tres cubiertas atienden a los nombres de «Mozart», «Strauss» y «Haydn» lo que me encanta dada mi condición de amante de la música clásica.
El Crucero «Amadeus Nova», de bandera alemana, 135 ms de eslora y para un máximo de 158 pasajeros.
«Este barco es innovador por ser el primero de una nueva generación de barcos que se centra en incorporar características mejoradas de sostenibilidad medioambiental, como sistemas de propulsión híbridos diéseleléctricos. El diseño del barco se orienta a reducir las emisiones y mejorar la eficiencia operativa, proporcionando además una experiencia de viaje mejorada a bordo. La tecnología que no ves (motores híbridos, paneles solares y conservación de energía de vanguardia) es tan importante como lo que sí ves. En cada esquina, puedes descubrir espacios elegantes para pasear, múltiples lugares para cenar, una piscina climatizada y vistas incomparables desde cada suite. La paleta exclusiva de colores cálidos complementa el diseño moderno y elegante que acerca el mundo natural a su puerta. Embárcate en la primavera del 2025 y avanza hacia el futuro mientras se desliza por los cautivadores paisajes a lo largo del Danubio a ritmo de vals». Esto es lo que dice la publicidad del Tour Operador, dueño del barco. Iré relatando lo que acontezca y veremos si esto que publicita se ajusta a la verdad.
No vamos a recorrer todo el Danubio, con 2850 Kms y que es el río del mundo que más países atraviesa, nada menos que 10 países (Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Serbia, Rumanía, Bulgaria, Moldavia y Ucrania), desembocando en el Mar Negro. De ellos sólo vamos a pasar por los cuatro primeros, en los cuales ya hemos estado, por tierra, en otra ocasión, pero que merecen una nueva visita más consciente y reposada. Las expectativas son altas. Allá vamos, Danubio. Espero que nos regales un viaje a la altura de ellas.
1 Día: He dormido muy poco, pero como esto es lo habitual, no me ha supuesto ningún esfuerzo. Previa reserva, a las 5:15 h. tomamos un taxi a la puerta de casa que nos acercó al Aeropuerto de Loiu sin ningún contratiempo. Lloviznaba, típico sirimiri que no nos arredra a nadie, todavía reina la noche, pero nos encontramos el aeropuerto ya repleto de gente que, entiendo, pretenden volver a sus hogares de origen después de sus vacaciones de Semana Santa. Hay que agradecerles que la visita la hayan pasado en el lugar de moda del momento: Bilbao.
Los trámites para acceder al lugar de embarque cada vez son más sencillos y rápidos por lo que tuvimos que hacer una larga espera una vez superada la seguridad, ya que nuestro avión tenía previsto despegar a las 7:40 h., aunque como buena contrapartida pudimos presenciar cómo el día iba venciendo a la noche. A la hora del despegue, nuboso y sin viento lo que es augurio de un buen vuelo. La llegada se produce 15 minutos antes de lo previsto por el viento de cola. En Münich, buen tiempo. Lo peor es que debemos esperar algo más de 3 h. a nuestros compañeros de crucero que llegan desde Madrid y Barcelona.
Una vez reunidos, nos esperan 2 h de autobús por autopistas en las que se permite ir a 130 kms/hora como velocidad máxima. En este tránsito podemos destacar el verdor de los terrenos productivos, jalonados por playas de placas colares, muy abundantes, y alguna zona industrial. Dejo aquí tres muestras de ello. Los pueblos, alejados de la carretera, todos con casas individuales. No se ve ninguna de tres alturas o más. Son los típicos pueblos de la zona bávara.
Panorama que se ve desde el autobús
Nuestro lugar de destino y que es el lugar en el que tenemos que embarcar, es Passau, un pueblo alemán del que no había oído hablar nunca pero que mantiene pintorescos callejones y hermosas plazas. Como llegamos a las 14:30 h y el embarque no se podía realizarse hasta las 16:00 h, nos dió margen para comer algo decente fuera de las horas habituales del pueblo alemán. Pero es un pueblo turístico por ser el inicio y fin de muchos cruceros por lo que no tuvimos problemas para encontrar un lugar, con preciosas vistas al Danubio, en el que quitamos el gusanillo que el hambre ya nos estaba proporcionando y nos comimos un “Spargelschnitzel”, que viene a ser “un escalope con espárragos”. Hacemos migas con el matrimonio madrileño, Agustín y Luz, Luz y Agustín, que han sido los primeros compañeros de viaje que nos ha presentado el guía, Dani. Entre la comida servida y anécdotas varias para irnos conociendo, pasamos un buen rato hasta el embarque.
Se conoce a esta ciudad como «la ciudad de los tres ríos«. Y es que justo en su corazón se unen tres cauces fluviales: el imponente Danubio y los menos conocidos Eno (Inn, en alemán) e Ilz. Esa unión de los ríos hizo de la ciudad un lugar privilegiado y un epicentro comercial y estratégico muy destacado en la antigüedad. Así que, aunque con el paso del tiempo haya quedado en el olvido para el gran público, aún hay algunos lugares que ver en Passau que merece la pena conocer. Tiene también una inmensa riqueza artística y arquitectónica, es un lugar ideal para comer y beber bien, pero también para divertirse, pasear, relajarse y hacer compras.
La vista de la ciudad ya es abrumadora, también se la conoce como «la Venecia de Baviera«. Enmarcada por el castillo Veste Oberhaus en el norte y por la iglesia de peregrinación Maria Hilf en el sur, la ciudad está muy influenciada por la arquitectura de los maestros italianos. Passau está dominada por la Catedral de San Esteban, la iglesia madre de San Esteban en Viena. Su órgano es tan impresionante como el poder barroco de la catedral: es el órgano de catedral más grande del mundo. Tiene nada menos que 17.700 tubos y ha sido una pena no poder verlo en todo su esplendor porque está en plena reparación. Me imagino el coste que tendrá la misma y quién correrá con los gastos.
Hoy en día, lo viejo y lo nuevo forman una obra de arte que se ve muy moderna y, a la vez, está marcada por la tradición. Esto también se puede ver dando un paseo desde el casco antiguo hasta la «Neue Mitte» (nuevo centro) y sus boutiques chic de la zona peatonal. Otra buena idea es dar un rodeo por la Höllgasse, la calle de los artistas en el casco antiguo de Passau, con sus bonitas casas antiguas y numerosos estudios y galerías. La variedad de tiendas está a la altura de la gastronomía local: los restaurantes y las viejas posadas ofrecen lo mejor de la cocina bávara y austriaca. De hecho, no hay ninguna razón para querer abandonar Passau, pero hacerlo con un hermoso crucero por el Danubio es la mejor manera.
Paseo de atraque de cruceros en Passau Calle empedrada de Passau
Una vez en la ciudad, el edificio que más destaca de su casco antiguo es, sin duda alguna, la Catedral de San Esteban. Que fue construida en 1688 como sede del obispado y como iglesia principal de la diócesis de Passau. Aunque ese imponente templo barroco que vemos no es el primero que hubo. Ya en ese mismo punto se han sucedido varias iglesias desde el siglo VIII.
Imagen de Passau con su imponente Catedral en lo alto
Sin embargo, lo que ha colocado a la Catedral de San Esteban en los podios mundiales es su órgano. El más grande del mundo dentro de una catedral (y el más grande, en general, fuera de Estados Unidos). Que tiene, ni más ni menos, la friolera de ¡¡17.388 tubos!!
Parte central del imponente órgano de la Catdral de Passau
El sistema completo de este órgano gigantesco consta de cinco partes diferenciadas con 17,388 tubos y 233 registros sonoros y 4 carillones dentro de la catedral de torres blancas y cúpulas azul-verdosas. La configuración actual del órgano surgió después de que un incendio en 1662 destruyera el instrumento original, lo que llevó a múltiples reparaciones. Los conciertos regulares de órgano entre mayo y octubre muestran las capacidades de los instrumentos mediante interpretaciones que combinan las cinco secciones. Una consola central en el coro occidental permite a los organistas controlar los cinco teclados simultáneamente, almacenando más de 4,000 configuraciones musicales ofreciendo un marco acústico incomparable. No voy a contar más de él porque ni siquiera nos dió tiempo a acercarnos a la Catedral, ni visitar otros lugares emblemáticos de esta ciudad olvidada por el turismo, como el Museo de Cristal, la fortaleza romana, el Museo de Historia o el Veste Oberhaus.
Embarcamos a eso de las 16:00 h muy cerca de la unión de los tres ríos, situándonos en la cabina que previamente habíamos elegido y pagado. Cámara algo pequeña pero suficiente, con un amplio ventanal que nos permite observar toda la amplitud del río y su margen derecha. Nuestros compañeros de viaje son, en su mayoría, ancianos alemanes, algunos americanos y un grupo de españoles en número de 34, con algún castellano hablante de México y Argentina. Estamos prácticamente en la frontera de Alemania con Austria, así que puedo decir que he estado en el «corazón de Europa«. Y comenzamos la navegación a unos 8 nudos, y comenzamos a pasar por las inevitables esclusas. Debido a que en los ríos, a diferencia del mar abierto, hay puentes, esclusas y bajíos, las embarcaciones son largas, planas, más bien angostas y tiene muy poco calado.
Ejemplo de esclusa
Como el buque lleva bandera alemana, los horarios de desayuno, comida y cena son alemanes por lo que a las 19;30 h ya estamos sentados en la mesa redonda que nos han asignado junto a los dos madrileños y dos mejicanos descendientes de asturianos emigrantes después de la Guerra Civil. Cena muy amena, aunque la comanda no haya sido muy de mi gusto, contando chascarrillos con el colofón de un «Cumpleaños feliz» para mi esposa ya que era su cumpleaños como hemos dicho al principio. La tripulación, previamente advertida por mí, se portó fenomenalmente, saliendo en fila y con velas desde la cocina hasta nuestro lugar, invitándonos a una pequeña tarta que degustamos con satisfacción. Era el motivo de nuestro Crucero y el lugar, la compañía y la situación fueron excelentes. Era lo que yo deseaba para mi mujer y ella demostró su satisfacción, alegría y gratitud hacia todos que con sus aplausos se habían unido a la fiesta. El coste de la botella de Moët Chandón a la que invitamos, elevado, pero no me importó en absoluto. Era una ocasión muy especial.
Ya navegando. El que se atreva, que adivive cuántos cumplía.
El grupo y el guía, Dani
Después de una breve sobremesa en que nuestros compañeros de mesa se portaron de maravilla, decidimos irnos pronto a la cabina porque nos habíamos levantado muy temprano ese día y el siguiente nos esperaba un programa muy apretado después de una navegación nocturna hacia Emmersdorf.
2º Día.- Navegación tranquila ya dentro de territorio austríaco para atravesar el valle de Wachau, ubicado en el corazón de Austria. Es una de las regiones más pintorescas y emblemáticas del país. A lo largo del río Danubio, este valle ofrece una combinación única de paisajes naturales, viñedos de renombre mundial, encantadores pueblos medievales y una rica historia cultural. A este valle se le conoce por su belleza por lo que ha sido reconocido como «Patrimonio de la Humanidad» por la UNESCO, y es un destino perfecto para quienes buscan disfrutar de la serenidad del entorno, explorar su patrimonio histórico o degustar sus afamados vinos. Todo esto si hubiésemos tenido tiempo, porque no lo tuvimos.
El pequeño pueblo de Melk desde la Abadía
El barco en el que nos alojamos es nuevo, sólo tiene un año, moderno y bonito. Hay algunas diferencias con el que tomamos en el pasado por el Rhin. Este está más ajustado en todos sus elementos. La cabina tendrá algo más de 15 ms. Suficiente pero muy justo. Llegamos a nuestro destino a las 7:30 h, hora del desayuno con tiempo para estar dispuestos a partir en autobús, hacia la Abadía de Melk a las 9:00 h. El comedor con mesas redondas, que ocupan más que las rectangulares por lo que te chocabas con los que venían de frente o con los camareros. El desayuno tipo buffet, no faltaba de nada pero tampoco sobraba, nada que te llamase la atención. A los camareros no se les ve mucha disciplina, van un poco cada uno a su bola, pero son muy atentos y con ganas de agradar, de parecer simpáticos y amables. A mi forma de ver, y espero cambiar de opinión a lo largo de los días, son excesivamente afectuosos con gente que no conocen por lo que, además de ser amables, deberían guardar la debida distancia con el pasaje, signo de una básica educación.
Una imagen del valle de Wachau.- El pueblito de Spitz
Melk es el clímax de esta región. Toda la ciudad está dominada por una impresionante abadía que se alza en lo alto de una colina. Este templo es uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca del mundo, con una decoración suntuosa que parece cegar los ojos de los viajeros con tanto lujo. Yo ya había estado en otra ocasión, hace ya 20 años, pero es imposible de olvidar este lugar. A pesar de que ya han colocado muchas cosas modernas a la entrada que desnaturalizan la esencia de un monasterio que se ha ido construyendo durante 11 siglos. No recordaba ciertas cosas pero el recinto religioso sí y sigo opinando que es «excesivo» aunque evidentemente es una joya barroca. Esta abadía benedictina austríaca es uno de los lugares monásticos más famosos del mundo. Lo más destacado es la Iglesia y la Biblioteca. Visita guiada aunque nos enseñaron poco, las habitaciones del abad, el paseo del Emperador, la sala de mármol, los balcones y la biblioteca. Por todo ello no es de extrañar que el escritor italiano Umberto Eco se inspirara en este lugar para escribir su novela «El nombre de la rosa«, de la que todos hemos oido hablar y algunos incluso la hemos leído, en la que la susodicha biblioteca juega un papel clave para su desarrollo y resolución.
Navegando por el Danubio y llegando a Emmersdorf. A lo lejos la Abadía de Melk.
En la cumbre de un acantilado rocoso, dominando el curso del río Danubio, se yergue el monasterio benedictino de Melk
Entrada a las instalaciones que rodean la Abadía
El lugar más impresionante de la Abadía es, por supuesto, su Iglesia. Según la voluntad del abad y de la comunidad de monjes se pretendía hacer claramente visible la función religiosa de toda la construcción así como su orientación hacia Dios. «Absit gloriari nisi in cruce«, «lejos de mí jactarme de algo que no sea la cruz», inscripción situada sobre el pórtico de San Benito en la primera sala del monasterio y que sirve de leitmotiv durante toda la visita. En 1987 terminaron 10 años de trabajos de restauración. Más que describir lo que es la abadía, para lo que no tendría palabras, dejo unas cuantas imágenes en las que se mostrará la excelencia de esta obra que merece la visita y que quedará para siempre en la retina como me ha pasado a mí al verla, de nuevo, 20 años después de la primera vez. Este lugar, desde su atalaya, es donde la historia cobra vida, el arte inspira y la música que se ofrece con asiduidad, toca el alma.
Plaza y fachada de entrada al monasterio
Fachada y entrada a la Iglesia
Muestra de la grandeza de este recinto de la Iglesia de la Abadía
Siempre tiene que haber una «guiri» que se pone en medio
Órgano solo mecánico obra de Krems Gegor Hradetzky.- 3 Teclados, 45 Registros y 3563 Tubos.
Pintura del techo de la Sala de Mármol.- 1712
Biblioteca del Monasterio que no nos enseñaron pero que merece la pena visitar.
Nos podríamos extender mucho más. Pararnos y quedarnos en este lugar con una magia especial, situado en una pequeña colina desde la que se otea un pueblo singular, un río únco y un paisaje idílico. Sin duda, la Abadía de Melk es el lugar más famoso y vistoso de la ciudad. Su situación, sobre una colina que domina el curso del Danubio, hace que este monasterio sea claramente visible desde la cubierta de nuestro crucero fluvial. Ya desde lejos se puede apreciar el ornamentado estilo barroco del templo que te enamorará según te vas acercando a él. Aunque el aspecto actual sea del siglo XVIII, el monasterio existe desde el siglo XI cuando se regaló a los monjes benedictinos un antiguo castillo. Desde entonces se convirtió en uno de los centros religiosos más importantes del centro de Europa.
Turísticamente hablando, en la Abadía de Melk, Austria, destaca la iglesia, decorada con coloridos frescos que le dejarán boquiabierto. Tampoco puede perderse la visita a su deslumbrante biblioteca que, en la Edad Media, era una de las más importantes del mundo por su impresionante colección. En este templo del saber podrá encontrar numerosos manuscritos medievales y también numerosos frescos que decoran las estancias y que parecen ir en concordancia con la solemnidad del lugar. Por supuesto, la abadía de Melk también ofrece un espléndido patio y diversas dependencias transformadas en museo que te permitirán perderte en uno de los lugares más interesantes de todo el crucero por el Danubio. Si tienes tiempo, que nosotros no lo tuvimos, no se puede perder la ocasión de disfrutar del parque que rodea al monasterio y que está salpicado de estatuas férreas. Desde aquí podrás disfrutar de una panorámica espectacular del curso del Danubio y la ciudad de Melk bajo sus pies.
Todo lo que en el interior del barco es tranquilidad, quietud, nada de prisas, en las visitas se torna en rapidez, poco tiempo, visitas cortas y parciales, por lo que sin poder ver una buena parte de lo mucho que nos puede mostrar esta Abadía, como el horario de comidas es el alemán, a las 12:00 h nos tuvimos que ir nuevamente al barco. Mientras hacemos esta gestión, el crucero navega rumbo a la ciudad de Dürnstein que es uno de los más emblemáticos del valle de Wachau, de gran belleza paisajística y con una rica historia. Se encuentra a orillas de un Danubio pleno de quietud, con ambas orillas tejidas de un intenso verde de sus bosques que comienza a ser monótono, y se pueden recorrer sus calles adoquinadas, casas de intensos y distintos colores, destacando la torre del monasterio medieval. Este pueblo es famoso por ser el lugar en el que el rey Ricardo Corazón de León fue hecho prisionero a su regreso de la Tercera Cruzada en el siglo XII. Además, Dürstein es conocido por sus viñedos que producen algunos de los mejores vinos de la región. Un paseo por sus calles nos brindaron una experiencia única en el que se juntaron historia, cultura y naturaleza en todo su esplendor. Mientras paseas puedes degustar la fruta típica de este lugar que está en lugar destacado de todos los establecimientos alimenticios, el albaricoque, así como tomarte unos sorbos de su jugo ya que se vende en pequeñas botellas.
Navegando y acercándonos a Dürnstein
Dürnstein es una pequeña localidad que tan solo tiene alrededor de 900 habitantes y que está situada en la Baja Austria. Lo primero que llama la atención de su perfil, además de una gran torre azul, la de su iglesia, son las ruinas de un castillo que aún se mantienen en lo alto de una colina. Fue en este castillo de Burgruine donde estuvo prisionero en el siglo XII el rey de Inglaterra Ricardo I Corazón de León, y gracias al buen estado de conservación que tiene todo el pueblo en general, es fácil imaginarse cómo era en ese siglo y en qué situación estuvo allí Ricardo I.
Además, Dürnstein es famosa por ser una ciudad productora de vino, una de las más conocidas de la región de Wachau. Su arquitectura típica vienesa llama la atención y sus calles empinadas y serpenteantes invitan a dar un paseo y sumergirse en la historia de esta ciudad que es, sobre todo, muy atrayente. En Dürnstein quedan todavía murallas que recuerdan el pasado y en la plaza del pueblo se ajusticiaba a aquellos que incumplían la ley. Se puede subir a lo alto de la torre de su iglesia, que tiene un color azul muy característico, y la mejor forma de moverse por la ciudad es la bicicleta, excepto para llegar a las ruinas del castillo, a las que hay que acceder andando por un empinado sendero por el que nosotros no subimos. Sin duda Dürnstein es una de las ciudades que merece la pena visitar del valle del Danubio, y por eso muchos la conocen como la perla de Wachau.
Paseo que nos lleva hasta la ciudad y Calle típica de Dürnstein
Iglesia de Dürnstein con su característico color azul
Nuestro crucero atracado en Dürnstein
En definitiva, ciudad medieval muy bien conservada, con su calle principal empedrada y una Iglesia a la que no hemos conseguido entrar porque no hemos dado con la calle que te lleva a su puerta de entrada. Un día muy soleado, muy buena temperatura que invitaba a quitarse ropa e ir más cómodo. Una vez dada la vuelta a la pequeña ciudad decidimos volver al barco, sentarnos en la cubierta, a la sombra y tomarnos una cerveza, cosa que hacemos en animada y delirante charla. A las 16:00 h volvemos a zarpar, esta vez en dirección a Viena, no sin antes haber disfrutado en varias ocasiones del espectáculo del paso por varias de las esclusas. Cena en horario europeo, es decir, a las 19:00 h para terminar casi a las 22:00 h. No hay turnos, todo el pasaje cena a la misma hora y a pesar de la buena voluntad de la tripulación que se dedica a servirnos la comanda, los tiempos entre plato y plato, se alargan innecesariamente. No nos importa porque seguimos con nuestra charleta entre los seis y tampoco hay otra cosa que hacer.
Aunque estaba anunciada la llegada a Viena para las 21:00 h, hemos atracado en un pueblo que se llama Nusdorf, lugar que, a decir de las agencias de viajes es ideal para hacer senderismo o rutas en bicicleta y que muy cerca ofrece una estación lacustre con una de los lagos más bellos de Austria. No salimos del barco. Una pareja nos deleita con un concierto lírico en la sala Panorámica Lounge: un barítono con una buena dicción y fraseo, buena afinación, armónica voz agradable al oído, y ella una soprano no muy buena, la verdad, con un vibrato un tanto desagradable por excesivo. Fue un espectáculo correcto que luego nos animó a mi esposa y a mí a bailar un rato recordando viejos tiempos. Ya en la cabina recordamos nuestra anterior visita a Viena, esperando que el crucero se haga más interesante que hasta este momento. Por ahora, no vamos bien.
3º Día.- Hoy toca visita a Viena. Espero que se cumplan nuestras expectativas. Después de desayunar salimos a las 8:00 h desde Nusdorf en autobús para dar una vuelta al llamado «Anillo de Viena«, la Ringstraße es una avenida circular que rodea todo el centro de Viena y que fue construida a mediados del siglo XIX en el lugar que antiguamente ocupaba la muralla defensiva de la ciudad. En el Ring (como es conocida comúnmente) nos encontramos edificios como la Ópera, el Ayuntamiento, el Parlamento, varios museos y ministerios, así como algunos de sus parques más populares, como son el Stadtpark, Volksgarten, Burggarten y el Rathauspark.
Una vez más nos dejan colgados. La panorámica desde el autobús es eso, desde el autobús. Pasamos, por ejemplo, por la Ópera sin ni siquiera pararnos, de la misma manera que por la famosa cafetería donde te sirven la no menos famosa “tarta Sacher”, así como por la famosa Sinagoga. No entiendo que no se les haya realizado una visita ya que son tres lugares referenciales dentro de la ciudad de Viena. Además, el guía no ejerce de guía, sólo de acompañante ya que no nos da la más mínima explicación de los lugares por donde estábamos pasando, que nos deja a nuestro libre albedrío muy cerca de la catedral. Viena es la capital de Austria, es una ciudad reconocida por su rico patrimonio cultural, por su historia imperial y por su vibrante vena artística. Viena es una fusión de tradición y modernidad, donde los grandes palacios y la música clásica conviven con la arquitectura de vanguardia y el arte contemporáneo.
La historia de Viena está profundamente arraigada a su papel como antigua capital del Imperio Austrohúngaro. La impresionante arquitectura de la ciudad refleja su pasado imperial, con monumentos como el Palacio de Hofburg, el Palacio de Schönbrunn previo pago porque era una opcional y la Catedral de San Esteban, que es lo único que pudimos ver libremente, pero con muy poco tiempo para verla con detenimiento.
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Diversas fotos hechas durante nuestro recorrido por Viena.
Conocida como la «ciudad de la música«, Viena ha sido cuna de algunos de los compositores más importantes de la historia mundial, como Mozart, Beethoven y Schubert, por ejemplo. Las salas de concierto de la ciudad siguen ofreciendo espectáculos de talla mundial. Y más allá de la música Viena también presume de una vibrante escena artística, con museos como el Museo de la Historia del Arte y el Belvedere, que exhiben obras maestras del arte europeo. Nada de esto vimos. Ni se nos mencionó. En definitiva, vimos muy poco, aunque me pude dar cuenta que es una ciudad de mucha calidad de vida, muy habitable, con un buen transporte público, espacios verdes como el Prater del que sólo vimos la noria a lo lejos.
Y sin tiempo, otra vez más al autobús porque hay que comer a las 12:00 h. Por cierto, en esta ocasión mejor que otros días. Ya tendremos tiempo de comentar lo que me ha parecido la cocina en general. E inmediatamente después de comer otra vez al autobús para ir a ver, como excursión opcional y por lo tanto pagada, el Palacio de Schönbrunn, esta vez con guía local que cumple con su trabajo de forma comedida. Tardamos en llegar porque hay mucho tráfico, aunque está cerca de la ciudad, como a unos 5 Kms.
Entrada al Palacio de Schönbrunn Fachada sur y jardín de Schönbrunn
La Glorieta construida en 1775
La Gran Galería de 40 ms de longitud El gabinete chino utilizado por Mª Teresa para sus reuniones secretas
El estudio del emperador Francisco I Esteban
La entrada principal de este palacio imperial barroco yo la recuerdo de una manera totalmente diferente, quizá entramos por distinto lado. Pasamos al interior donde se puede apreciar en todo su esplendor el gran significado histórico que atesora ya que durante siglos fue la residencia de verano de los Habsburgo, Napoleón instaló allí su cuartel general entre 1806 y 1809, así como fue el lugar en que nació y falleció el emperador Francisco José I que se casó con la archiduquesa Mª Teresa con la que tuvo 16 hijos y que fue la que realmente dirigió durante 40 años los asuntos de la monarquía. También fue el lugar en donde se firmó, por parte del emperador Carlos I, su abdicación, sellando de esta manera, el fin de la monarquía.
Pasamos por la Sala de la Guardia, la Sala de Billar, el Gabinete de Francisco José y su dormitorio, el Salón de la Emperatriz, la Sala de Mª Antonieta, el cuarto de los niños, el Salón amarillo, el Salón de los Espejos, el Salón de la Rosa y los Gabinetes chinos oval y redondo,la Sala de Ceremonias, la Sala de Napoleón y la de las porcelanas.
Podríamos seguir y seguir, pero, así como allí fue el tiempo, aquí es el espacio y es imposible describir y analizar en su complejidad y en su totalidad lo que es Schönbrunn ya en él se esconden impresionantes fuentes, estatuas, monumentos, árboles y flores, además de la espléndida Glorieta. El Museo de Carruajes Imperiales, el jardín del Príncipe Heredero, el jardín Orangeriegarten, el laberinto, el zoológico, la Casa de las Palmeras y la Casa del Desierto que forman parte del parque del palacio y pueden ser visitados previo pago.
Una vez dicho esto debo de afirmar que de todo lo visto lo que más me ha llamado la atención es la enorme cama en la que, dicen, dormía el hijo único de Napoleón, Napoleón Francisco José Carlos (Napoleón II, apodado «El Aguilucho«). Murió allí con 21 años de tuberculosis y soltero. La llamada “Cama de Pabellón” es hoy la única cama imperial de la corte vienesa. Fue fabricada para la boda de María Teresa y se hallaba originalmente en sus aposentos del Hofburg de Viena. A esta suntuosa cama de terciopelo rojo con valiosos bordados en oro y plata pertenecen también las partes del antiguo revestimiento mural con sus arquitectónicos bordados.
Cama en la que se dice dormía Napoleón II
En este tipo de cama solían acostarse los nuevos matrimonios, convenidos por supuesto, y tenían como costumbre que el día de su boda debían que demostrar que el matrimonio era consumado en presencia de testigos, entre ellos dos miembros de la Iglesia y cuatro parientes, dos del novio y dos de la novia. Después de un sosegado paseo por los jardines en los que todavía no había nada plantado y estaban más feos de lo habitual, tuvimos que volver al barco para la cena. Esta no estuvo exenta de polémica ya que nos quisieron dar chuletillas de cordero lechal y aquello tenía de cordero lo mismo que yo de obispo. Era incomible. Al ver el camarero que lo dejábamos entero nos preguntó a qué se debía e inmediatamente se lo comunicó al contramaestre y jefe de sala que vino a nuestra mesa para interesarse por el tema. Le dejamos claro que aquello de cordero tenía poco, pero la cosa no fue a más. Dimos nuestra opinión y punto.
Sólo me queda por reseñar que el día, desde el punto de vista meteorológico, fue estupendo, hubo incluso calor. El reloj me marcaba al final del día que había dado más de 13.000 pasos, cosa que me congratula, así que después de oír música un ratito, nos fuimos a la cabina insatisfechos por lo poco visto pero reventados por lo mucho andado.
4º Día.- Dado que con los habitantes locales no hemos podido charlar por mi desconocimiento del idioma alemán ni tampoco del inglés (ellos tampoco hacen nada porque nos entendamos), sólo hemos podido entendernos con los dos camareros que nos han atendido en el comedor del barco que, al menos, nos comprendían o trataban de entendernos. Esto me da pie a hablar de los componentes de la tripulación, las personas que más cercanas están al pasaje y que en todo momento están atentos a satisfacer nuestros deseos.
Presentación de los camareros del bar y comedor. Presentación de los cocineros
Porque estas personas, miembros de la tripulación que en muchas ocasiones son invisibles y los que se ven ni se les mira, en todo caso por encima del hombro, necesitan también como nosotros, de nuestros cuidados, de nuestra empatía y siempre los ves dispuestos, con una sonrisa, dispuestos a ofrecerte solución a cualquier necesidad que les plantees, incluso a compartir contigo cualquier cosa que les quieras comentar. Yo, al menos, trato de que se genere entre nosotros la confianza suficiente como para que te cuenten sus vivencias a bordo, su forma de vida, hasta quizá su vida personal, si tienen familia, cómo es la convivencia con el resto de compañeros. Se trata de acercarse a ellos sin molestar, tratando de devolverles de alguna forma, la dedicación que nos brindan con su trabajo. Se trata de generar una mínima empatía (hay que tener en cuenta que en 8 días ya no nos volveremos a ver en la vida) para que durante el tiempo que perdura el crucero, la relación sea fluida y de confianza.
Una de las particularidades de trabajar en un barco es que, debido a la naturaleza del servicio, las jornadas de trabajo son diarias. A bordo de un barco de cruceros se trabajan los 7 días de la semana, una media de 10 a 12 horas sin turnos, no los hay. Están a las 7:00 h ofreciéndote el desayuno y a las 23:00 h la misma persona te está sirviendo el cóctel que le has pedido. No suele haber un día de descanso regulado u oficial. Tienen la posibilidad de bajar en los puertos de destino siempre y cuando el horario de trabajo lo permita.
En cuanto a su comida y hospedaje, una vez que el tripulante embarca, la naviera se hace cargo del coste del hospedaje y la alimentación. Por lo general los tripulantes comparten cabina con otros tripulantes de su mismo sexo y de su misma posición. No es posible elegir al compañero/a a no ser que se encuentren en situación legal de casados. La alimentación diaria es ofrecida en comedores específicos para la tripulación con horarios fijados de desayuno, comida y cena. Existen, dentro del crucero, tres tipos de comedores: Crew Mess: Comedor para Tripulación, Staff Mess: Comedor para personal, Staff y Officers Mess: Comedor para Oficiales. Si bien no pueden elegir el tipo de comida que desean comer, al haber distintas nacionalidades, las navieras tratan de variar el menú según los diferentes gustos y culturas. Para aquellos que por su actividad en el barco requieren una dieta con mayor aporte de comida o de determinada característica, tienen menús específicos para dichas necesidades.
La vida en un barco de crucero es una experiencia realmente imborrable y única, difícilmente comparable a un trabajo en tierra. Pocos trabajos ofrecen la posibilidad de viajar y visitar amplias zonas del mundo, contemplar paisajes recónditos y relacionarse con tantas personas y de tan dispar procedencia. Todo ello puede convertir al protagonista de tal experiencia en una persona con una amplitud de miras hacia problemas y realidades del mundo, imposible que las pueda dar cabida una persona con un trabajo anclado a la tierra. Lo cierto es que la única manera de saber si algo te gusta es probarlo.
Y dentro de esta prueba, la primera particularidad a lo que debes acomodarte es a realizar una rutina diaria desde que te levantas y dejas tu camarote, recinto que suele ser de reducido tamaño ya que se encuentran distribuidos en cubiertas bajo las áreas destinadas a los pasajeros y, algunos de ellos, bajo la línea de flotación, lo cual puede llegar a ser algo molesto debido a la vibración y al murmullo de la sala de máquinas y del ruido del agua. Los baños son comunes, compartidos por otros miembros de la tripulación, las camas sueles ser literas, una encima de otra.
La limitación de privacidad es la tónica dominante. Un asunto importante es el de las relaciones entre los compañeros de camarote. Los lugares pequeños aumentan las posibles diferencias personales. El exitoso funcionamiento de todo el barco depende de una coordinación entre los distintos miembros de la tripulación cuestión que se me antoja difícil dado la distinta procedencia de los mismos. Las posibles diferencias individuales hacen que sea preciso un cambio en los estilos de vida y un espíritu de equipo. Cuestiones como el orden y la limpieza, la condición o no de fumador, los hábitos nocturnos, etc., deben ser arreglados amigablemente. Sólo en caso de que ello fracase ha de acudirse al encargado o supervisor. Los enfrentamientos y rencillas han de evitarse en lo posible.
Otra de las cuestiones fundamentales cuando haya pasaje a bordo es la actitud hacia ellos. Hay que considerar que los pasajeros esperan vivir una experiencia única y placentera mientras permanezcan en el barco. Por esta razón, los miembros de la tripulación deben mantener una actitud sonriente y positiva hacia ellos, así como la camaradería y el espíritu de equipo que deben ser prioritarios para todos en el barco. Lógicamente, dentro de la estructura funcional de un barco que se dedica a efectuar cruceros, hay diversos niveles de jerarquía y competencia que toda la tripulación respeta escrupulosamente.
Desde el Capitán y sus oficiales, la tripulación encargada de diversas labores como la comida, servir las mesas en el comedor y en el bar, los que deben de estar en cubierta atendiendo a todo lo que ocurre dentro del punto de vista marítimo y por lo tanto se encargan de las operaciones de atraque o la acción de zarpar, y los/las relaciones públicas que te atienden en la recepción u organizan fiestas para que el pasaje se lo pase lo mejor posible. Trabajar a bordo de un barco crucero ofrece una serie de ventajas e inconvenientes que deben ser tenidos en cuenta.
La tripulación del Crucero Amadeus Nova, ha tenido una disposición genial para el trabajo encomendado, desde el Capitán hasta el último pinche de cocina, pasando por el personal de cubierta que ha tenido que realizar un sinfín de maniobras no sólo para atracar o zarpar sino también en el paso de las múltiples esclusas, los/las recepcionistas atentos en todo momento a cualquier demanda o pregunta que les planteases, los camareros del comedor, siempre con una sonrisa que pudiera parecer obsequiosa pero no lo es, lo que quieren es crear una empatía suficiente como para que el crucero sea lo más agradable posible para el/la crucerista. Nosotros hemos tenido dos camareros, los únicos que entendían algo el castellano y con una sonrisa en los labios, han tratado de hacernos la estancia lo más placentera y grata posible. Quizá me haya excedido en la explicación, pero entiendo que era necesaria.
Tripulación de cubierta a la espera de realizar la maniobra de atraque
Toda la noche navegando. De manera elegante, cómoda, silenciosa, sin alteraciones rítmicas, es decir, lo que habitualmente se llama «a velocidad de crucero«, constante, que en este barco yo calculo que estaba entre los 8 y los 12 nudos máximo. Pero esto es todo. En el exterior no hay nada que ver excepto el verdor de los árboles, a ambas márgenes del Danubio, porque los pueblos, a diferencia de a lo largo del Rhin, están alejados y casi ni se les vé. Sólo, en las orillas, de vez en cuando se ven coches aparcados o caravanas que buscan la máxima tranquilidad. Todo muy monótono, incluso aburrido. Tampoco hubiésemos podido visitar alguno de los pueblos que lo mereciesen por falta de tiempo. Hace buen tiempo, sol y buenas temperaturas. El nivel del agua es elevado, aunque no completo porque se ve en las orillas una arena marrón, lo que indica que todavía admitiría un caudal mayor. Todavía no lo he dicho, vamos en dirección a Budapest.
Cuando nos levantamos para cumplir con el horario fijado de antemano, tuvimos la oportunidad de ir viendo el acercamiento a la capital húngara, oteando desde un lugar privilegiado el imponente edificio del Parlamento, situado en el lado de Pest. Este es un tema que siempre siembra dudas en el visitante: Cuál es el lado llamado Buda y cuál el llamado Pest. Ya hemos dicho que el Parlamento está en Pest en la margen izquierda del Danubio, y por lo tanto Buda está en el lado de la colina Gellért y la Ciudadela, en la margen derecha.
Buda
Pest
Fue en 1873 cuando las ciudades de Buda, Pest y Óbuda se unieron oficialmente en una sola ciudad. Durante la II Guerra Mundial, en 1944 las tropas alemanas ocuparon Budapest, pero al año siguiente el Castillo de Buda fue asaltado por el Ejército Rojo, quedando toda la ciudad reducida a escombros. Hoy en día ha renacido de sus cenizas y es una ciudad maravillosa. Atracamos después de desayunar junto al puente «de la Libertad» «Szabadság«, situado en la parte sur del centro de la ciudad. Fue inaugurado en 1896, tiene 336 ms de largo y por él pueden pasar personas andando y en automóvil. Es una situación privilegiada para explorar algunas de sus principales atracciones, aunque se tengan sólo unas pocas horas. Este puente no sólo destaca por su forma elegante y su color de un llamativo verde sino también por el escudo histórico húngaro y el pájaro «turul«, pájaro mítico de las más ancestrales leyendas húngaras parecido al halcón peregrino, en lo más alto.
El puente de la Libertad
Una vez ya atracados y desayunados, nos dirigimos, por nuestra cuenta, al Gran Mercado Central que está a solo 5 minutos del lugar en que quedamos abarloados a otro crucero, no sin tener que atravesar la Universidad Corvinus que se sitúa justo en el frente de nuestro lugar de atraque y que es la institución educativa más eminente de Hungría en los campos de economía, administración y ciencias sociales. El Mercado, que tiene una fachada que me trae a la memoria mis recuerdos infantiles del mercado de la calle Castaños, es el lugar ideal para conocer la cultura húngara a través de sus productos locales, alimentos, artesanías y souvenirs, entre los que se encuentran las especialidades como el langos (pan frito en aceite normalmente untado en ajo, hecho a base de harina con levadura fresca) y la paprika (pimentón rojo que puede ser dulce pero más habitualmente es picante).
Vista general del Mercado Central de Budapest La Universidad Corvinus
Es uno de los espacios más coloridos de la ciudad, que abarca una infinidad de aromas y sabores que enmarcan propiamente la vida en Budapest. Cuando llegas por primera vez al Mercado Central de Budapest, sientes que entras a un mundo inexplorado, tan colorido y llamativo que no sabes por dónde comenzar el recorrido. Lo primero que nos llama la atención es la fachada que aún conserva el estilo neogótico del proyecto inicial. Al entrar por su puerta lo primero que te impresiona es el tremendo colorido de los múltiples puestos que se distribuyen por todas las instalaciones con una gran variedad de elaboraciones que están agrupados en función del tipo de producto. El edificio dispone de tres plantas, pero, como siempre, el tiempo era inexorable por tener que estar una vez más en el barco a las 12:00 h, comenzamos por el sótano donde se comercializan los encurtidos y especias orientales, ambas especialidades propias de la gastronomía húngara. Esta zona da gusto recorrerla, ya que está repleta de puestos de frutas, vegetales, carnes, pescados y charcuterías. Este espacio cuenta, además, con una panadería en donde podrás probar la mejor media luna de Budapest que es un tipo de pan dulce parecido a los croissanes.
Sin embargo, más allá de las compras, es recomendable disfrutar del ambiente y apreciar la sencillez con la que transcurre la vida cotidiana de los ciudadanos de la capital húngara. Una vez que has recorrido la parte más colorida del mercado, te queda por conocer solo la parte superior del edificio. En esta planta se distribuyen las tiendas que disponen de vinos, pieles y souvenirs, famosas por su peligrosidad si vas acompañado de mujeres porque te dejarán limpia la tarjeta de crédito.
El lugar perfecto para llevarte de Budapest un recuerdo y disfrutar de lo majestuosa que se ve la estructura desde la altura. Por último, para finalizar el recorrido, es recomendable disfrutar de la feria de comida ubicada también en la planta superior. Allí puedes optar por probar comida húngara, en los diversos puestos que disponen de mesas y sillas en un área común. También, puedes acudir al restaurante tipo buffet donde la comida es buenísima y además te ofrecen la cerveza como “especialidad de la casa”. En particular, los puestos de comida tienen diferentes especialidades de chorizo y salchichas para escoger. Además, otro de los platos que no puedes dejar de probar si visitas Budapest es la sopa gulash, una de las recetas tradicionales más famosas de la gastronomía húngara, que puedes degustar cómodamente en este Mercado Central de Budapest y que te proporcionarán la cata más satisfactoria. No dudes de que saldrás complacido y lleno, con ganas de volver si tienes oportunidad.
Una pequeña muestra de lo que se puede encontrar y comprar en el Mercado Central de Budapest.
Después de unas cuantas compras para regalos varios, tuvimos que dejar nuestra visita a medias ya que teníamos que comer rápidamente para poder estar preparados a las 13:30 h y hacer la visita panorámica que, en autobús, empezamos por la Plaza de los Héroes que al final de la Avenida Andrássy es uno de los símbolos más famosos de Budapest. Se construyó para los festejos del Milenio en 1896 con el fin de conmemorar el establecimiento de los húngaros en la Cuenca de los Cárpatos. Pero no fue terminado e inaugurado hasta 1929, 30 años después de iniciada su construcción. En el centro y en lo más alto del obelisco de 36 ms, está el arcángel San Gabriel, que no vimos por estar en restauración. Este obelisco está rodeado, por detrás, de los jefes de las siete tribus magiares que llegaron al territorio de la actual Hungría en el siglo IX. En medio de la plaza y delante del obelisco, sobre una plataforma de piedra cercada por una reja de forja, se encuentra la tumba al «soldado desconocido«.
La Plaza de los Héroes y la tumba del soldado desconocido.
Al lado de esta plaza se encuentra la mayor pista de hielo artificial de Europa con 14.800 m2 que, para un mayor aprovechamiento, en verano se llena de agua convirtiéndose en un estanque que se utiliza para dar paseos en barca. Su construcción se comenzó en 1870 erigiéndose a su lado un edificio de estilo neobarroco que según nos contó la guía local, está vacío por dentro, sólo se puede ver la fachada, pero no se puede visitar porque no hay nada que ver. Y a los laterales, tanto a izquierda como a la derecha hay otros dos edificios bastante similares que hubiesen merecido también la pena visitarlos ya que son dos importantes Museos, uno el de Bellas Artes y el otro la Galería de las Artes, ambos con un pórtico y su tímpano de corte clasicista. Ni la más mínima explicación sobre lo que recogen en su interior.
Pista de hielo en invierno y estanque en verano
Como estábamos en las afueras a las que habíamos llegado en autobús, lo volvimos a tomar para acercarnos lo más rápido posible otra vez al centro, a través de la Avenida Andrássy. Esta avenida está bordeada por palacios y villas que albergan embajadas, galerías y cafés. El tramo central se encuentra entre la Glorieta Kodály (personaje famoso por su método en el campo de la educación musical) y la plaza de Oktogon, a partir de la cual la avenida se ensancha con dos aceras arboladas a ambos lados. En uno de esos edificios por los que pasamos está instalado el museo “Casa del Terror”. El resto de la calle es la zona más comercial de Budapest ya que allí se ubican las tiendas de lujo, aunque el edificio más suntuoso que destaca por encima de los demás, es la Ópera.
Avenida Andrássy
Por esa amplia avenida nos fuimos acercando al puente de «las Cadenas» para pasar a la otra orilla del Danubio, a Buda para ver allí en lo alto, el Palacio, el Bastión de los Pescadores, la Plaza de la Santísima Trinidad, la Iglesia de Matías, el Bazar de los Jardines de Palacio y la Ciudadela pero pasando de largo y no viendo más que la fachada por la Basílica de San Esteban, el rey fundador del Estado húngaro, el barrio judío vivo y muy vivo de nuevo donde varias generaciones se mezclan para disfrutar de un lugar lleno de encanto y colorido por sus murales de arte callejero y sus tiendas de diseño únicas, la Sinagoga que pasamos de largo sin siquiera detenernos un momento siendo, como es, un edificio de gran relevancia histórica en la ciudad: es la sinagoga más grande de Europa y la segunda más grande del mundo, tiene capacidad para 3.000 personas y está situada dentro del barrio judío en la zona de Pest. El complejo incluye, además de la Gran Sinagoga, el Templo de los Héroes, el cementerio, el Memorial y el Museo Judío. Otro lugar que no vimos fue la Plaza Erzsébet, dedicada a la archiconocida Sissí y que es el mayor parque del centro de Budapest, punto de encuentro de los jóvenes y un importante lugar de la vida nocturna de la zona de Pest.
Una vista de la plaza Erzsébet o de Sissi con su espectacular noria
El puente conecta los dos puntos estratégicos de la ciudad, facilitando la unión de Pest y Buda desde 1873. El conde István Széchenyi impulsó la construcción de este puente después de una experiencia personal cuando no pudo cruzar el río a causa de las placas de hielo. Los cuatro leones se colocaron en 1853 como imagen de custodia a ambos lados del puente. Dice la leyenda que estos leones son los guardianes de Hungría y que cobrarán vida cuando el país esté amenazado. Por ahora, los leones continúan en su posición custodiando el puente…De noche, el Puente de las Cadenas forma parte del espectáculo nocturno de la ciudad, gracias a su maravillosa iluminación. Es recomendable subir a la colina de Buda o al Bastión de los pescadores para verlo iluminado.
El de las Cadenas es un puente colgante, es decir, un viaducto cuya plataforma cuelga por debajo de los cables de suspensión gracias a una serie de tirantes verticales. Consta de dos grandes torres o pilonas a cada lado de las que se sujetan los cables de suspensión. Sin embargo, en este caso, en lugar de ser cables son eslabones de cadena, característica que da el nombre al puente. Mide 375 metros de largo, 15 de ancho y 202 metros en el vano central, siendo uno de los más largos del mundo en su época. La estructura del puente está formada por dos grandes torres de piedra y las cadenas y tirantes de hierro. A lo largo de la plataforma, el puente cuenta con bellas farolas que jalonan el paseo de lado a lado. Todo ello fue volado en la II Guerra Mundial, reinaugurándose en 1949 una vez reformado y ensanchado. Muy cerca de este puente estaba un Restaurante en el que comimos la vez anterior que estuvimos en esta ciudad, el Matías Pince, y digo estaba porque ya lo han cerrado de manera definitiva.
Estas dos mujeres eclipsan la imagen del Puente de la Libertad de Budapest.
Paseando por la ciudad te llaman la atención varias cuestiones como el Metro, el Tranvía que es el medio de transporte más popular y el trolebús que nosotros conocimos en nuestra juventud. El tranvía es un importante medio de transporte público con una historia que se remonta a más de 150 años, con una red de más de 40 líneas que recorren el centro de la ciudad, particularmente la línea 2, es famosa por su recorrido paralelo al río Danubio, ofreciendo vistas panorámicas de la ciudad.
Por fin no pasamos de Pest a Buda por ese puente de las Cadenas sino por el de «Isabel«, ubicado en la parte más estrecha del Danubio a su paso por Budapest. Se le conoce también como “el puente blanco” por su característico color. El original se construyó entre los años 1897 y 1903, y fueron los propios habitantes de Budapest los que solicitaron que el puente llevara el nombre de su amada reina, asesinada cinco años antes. En su época fue el puente colgante más largo del mundo, pero tras su destrucción durante la Segunda Guerra Mundial, se optó por reconstruirlo de una forma totalmente diferente, dándole el aspecto que tiene en la actualidad. Fue el primero de nueva planta que se abrió tras la Segunda Guerra Mundial, en el año 1964. Cruzando el puente se puede acceder a la “plaza del 15 de marzo” (con la iglesia más antigua de Pest, del siglo XIII) y a la plaza Döbrentei en Buda con el monumento de San Gellért, una escultura de la reina Elisabeth y los baños Rácz y Rudas.
Sólo una pequeña referencia sobre los baños termales que están repartidos por toda la ciudad y por los que es famosa Budapest. Muchos de ellos tienen más de un siglo de antigüedad, se alimentan de aguas termales naturales y tienen propiedades medicinales y curativas que permanecen calientes constantemente, incluso durante el invierno, lo que los convierte en una atracción turística para todas las estaciones. Sin podernos olvidar de su arquitectura que es impresionante y de visita obligada, para todos menos para nosotros que, una vez más, no tuvimos tiempo ni para acercarnos a unos que estaban justo enfrente del barco, los “Baños Termales Gellert” que te pueden proporcionar, con sus servicios, una experiencia inolvidable. Las aguas termales del Balneario Gellért se caracterizan por contener calcio, magnesio, hidrocarbonato, sodio, cloruro, sulfato y fluoruro.
Las propiedades de estas aguas están indicadas para enfermedades articulares degenerativas, problemas de columna, inflamaciones articulares crónicas, problemas de disco, vasoconstricción, trastornos circulatorios, asma y bronquitis. ¡Para qué ir al médico o a Osakidetza. Mejor, aquí, te lo solucionan todo.
Puente Erzsébet o de Elisabeth que une Buda con Pest y viceversa
Y con éste ya son tres de nueve los puentes que hemos atravesado y descrito. Son los más turísticos junto al puente «Margarita» que es de hierro y está pintado de amarillo. Una vez en Buda, el autobús nos abandonó en la parte baja del Castillo, teniendo que subir unas cuantas serpenteantes escaleras hasta que encontramos un ascensor que nos llevó hasta la parte alta, aunque había otros medios para subir hasta arriba, que no se tuvieron en cuenta dada la edad de muchos de los que íbamos. El guía nos acompañaba, pero sólo eso. Parece ser que esa es exclusivamente su misión. Pregunté por el funicular que había visto desde el barco y me contestaron que estaba en reparación. ¡Qué casualidad! Tuvimos que andar un buen rato hasta llegar a una plaza donde, gracias a Dios, había unos mingitorios donde pudimos vaciar la vejiga.
Barrio cercado por muros en la colina del Castillo de Buda y en su centro el Palacio de Buda, antiguo centro real, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Varias localizaciones del Palacio de Buda. A la derecha la fuente de Matías en la que se echa una moneda con la intención de volver algún día.
Seguimos nuestro recorrido, sinuoso por la cantidad de edificios que están reformando, las calles están llenas de obras y trabajadores de la construcción, y con el público que vaga de un lugar para otro sin saber bien hacia dónde ir. Hay que tener muy en cuenta que cuando el ejército rojo asaltó el Castillo de Buda en febrero de 1945, la ciudad quedó reducida a escombros y todavía se está lejos de la reconstrucción completa. Así llegamos a la Plaza de la Sta. Trinidad con su precioso monumento coronado barroco en medio de la plaza que los ciudadanos del siglo XVIII, tras una epidemia de peste prometieron levantar en caso de sobrevivir a la plaga y así lo hicieron en 1713.
Monumento barroco dedicado a la Santísima Trinidad
Todo lo que rodea a este monumento es belleza, digno de verse con mucho detenimiento y si puede ser en soledad o casi, mucho mejor. Ya sé que esto es imposible porque de la misma manera que yo estoy allí hay cientos de personas que han querido estar allí en ese momento y por lo tanto tienen el mismo derecho que yo a disfrutar y tener las mismas sensaciones que yo. Es inaudito lo que el hombre ha conseguido levantar a lo largo de la historia. Y no me estoy acordando ahora del arquitecto o el ingeniero de cuya cabeza ha salido el proyecto, que también, sino de toda la pléyade de obreros que, como los que hemos visto hasta llegar aquí, han estado día a día, haga un sol de justicia, llueva o nieve, haga frío o calor, al pie del cañón. Vaya para ellos mi recuerdo y mi agradecimiento porque gracias a ellos hemos podido sentir ese goce que se siente ante las cosas bonitas y magníficas. Una vez más y ya que tenemos esa posibilidad que nos brinda ese aparatito llamado «móvil«, creo que unas cuantas imágenes valdrán más que mil palabras, aunque las vayamos a poner.
Y antes que nada hay que hablar de la importancia de Matías Corvino en Budapest porque es parte fundamental en su historia y aquí y a cualquier lugar también, aparte de ver, se viene a aprender, historia primordialmente. Matías I o Matías el Justo fue uno de los gobernantes más importantes de Hungría, reinando de 1458 a 1490. Su influencia trascendió el ámbito político dejando una huella imborrable en el desarrollo de Budapest a finales de la Edad Media. Su acción convirtió a esta ciudad en el centro cultural e intelectual de Europa. Bajo su reinado, la ciudad floreció especialmente con la fundación de la Biblioteca Corviniana, una de las más grandes del continente en aquel momento. Esta biblioteca fue foco de atención para académicos, artistas y filósofos, fomentando un intenso ambiente de aprendizaje e innovación. Fue quien amplió y fortificó el Castillo de Buda transformándole no solo en su residencia real, sino también en un símbolo de la fuerza y el prestigio de la monarquía húngara. De esta manera, Budapest fue centro intelectual, contribuyendo al florecimiento del Renacimiento en la Europa Central. Su corte se convirtió en un imán para artistas, eruditos y arquitectos, quienes contribuyeron a forjar la identidad cultural de la ciudad.
Girando desde el monumento de la Santísima Trinidad un poco a la derecha, llegamos al «Bastión de los Pescadores» que ha sido construido en el lugar de los viejos muros del Castillo de Buda entre 1895 y 1902 en estilo neorromántico. El nombre alude a que, en la edad media, esa parte del muro había sido protegida por el gremio de los pescadores aunque nunca ha cumplido un papel de defensa. Sus puntiagudas torres de piedra simbolizan los jefes de las siete tribus fundadores de Hungría. En el llamado patio sur, se haya la estatua ecuestre del fundador de la patria húngara, San Esteban.
Tres instantáneas de la Iglesia de Matías, de la estatua ecuestre de San Esteban y una parte del Bastión de Pescadores.
Como podemos ver, aquí se suceden unas joyas arquitectónicas tras otras: La Iglesia neogótica de Matías, casas medievales cuidadosamente restauradas en calles adoquinadas, el imponente Palacio Real que alberga la Galería Nacional, entre otros lugares espléndido y el Bastión donde hay un bar-restaurante donde nos tomamos una cervecita admirando las vistas. A la Iglesia no entramos ya que había cola para tomar los tickets y no había tiempo más que para dar un paseo por los alrededores y posicionarse en las almenas, que estaba complicado por la cantidad de personas que había queriendo hacer lo mismo que tú, para hacer las fotos de rigor sobre lo que desde allí se veía que era impresionante. Todo Pest al alcance de una mirada y para perpetuarlo en un clic.
Vistas que se disfrutan sobre la parte de Pest desde el Bastión de Pescadores.
Por razones desconocidas, el autobús que nos había dejado abajo del Castillo, tampoco pudo subir a recogernos por lo que tuvimos que hacer el camino inicial a la inversa, con una buena cantidad de gente haciendo lo mismo que nosotros y con las mismas obras que habíamos encontrado a la subida. A nadie se le ocurrió, ni siquiera al guía, que podríamos haber bajado en uno de los autobuses de línea que de manera frecuente llegaban hasta la plaza de la Santísima Trinidad y que allí daban la vuelta. Sube, baja escaleras, con un calor de justicia, coge el autobús que nos dirigió hasta el barco donde llegamos agotados y con los pies recocidos.
A pesar de ello y como había tiempo, salí por los alrededores recordando la calle y el hotel donde estuvimos alojados la vez anterior que estuvimos en esta ciudad. Es una de las arterias comerciales, llena de tiendas y restaurantes, sin tráfico rodado por lo que se recorre muy bien. Cuando ya llevaba un buen trecho callejeado comenzaron a caer gotas y como estaba anunciado lluvia, opté por volver rápidamente para ponerme a resguardo antes de que me pillase un chaparrón. Cayeron 4 gotas, pero más vale ser previsor, que todos tenemos experiencias negativas.
El Amadeo Nova abarloado a otro crucero. Es el de la derecha y nuestro camarote hacia el centro.
En la cena de ese día no hubo tertulia, era un momento especial el que se iba a dar. Unos momentos que valen por todo el viaje. Subimos a la cubierta superior, al aire libre con un poco de viento, pero buena temperatura, aunque, al rato, se tornó fresco. Una vez anochecido llegó el momento de zarpar para un recorrido corto, de ida y vuelta, de un puente a otro, pero con unos minutos de magia lumínica. Ya a esa hora los puentes estaban iluminados dando a la ciudad un tono áureo, un aspecto muy diferente al que mantiene a lo largo del día. El avance lento del crucero te permite ver y fantasear cuando te vas acercando a los puentes iluminados, los edificios hoteleros de Pest y el Castillo de Buda. Pero cuando a lo lejos vislumbras el soberbio Parlamento y ves cómo se va acercando, es hipnótico. No puedes quitar la vista de él, te atrapa por su esplendor, suntuosidad, fastuosidad y vistosidad, como si fuera un asalto visual. El Danubio muestra toda su grandeza, enmarcando la silueta de tan regio edificio, arrullado por cualquier vals de los Strauss y por la suave sinfonía de las olas que las embarcaciones crean al abrirse paso entre la corriente.
Budapest es hermosa a cualquier hora del día, pero a partir del crepúsculo es ella la que brilla con luz propia, hechizando con su irresistible encanto a turistas y locales. Y a mí entre ellos. No pude dejar de hacer fotos. Quería encerrar en una foto todo lo que sentía admirando tamaño espectáculo. Inenarrable. Para mí y lo llevo diciendo desde que lo ví por primera vez, es el edificio más bonito que he visto en mi vida. Incluido el Parlamento del Reino Unido. Se me ocurren muchas frases redondas para describir este momento cumbre del viaje que siempre quedará en mi retina, pero una vez más, prefiero dejar imágenes que me recuerden ese momento en el futuro.
Espectáculo nocturno navegando por el Danubio en Budapest.
Nuestros amigos mexicanos, Guillermo y Vero. Siempre en el recuerdo.
Ese día sí que me fui satisfecho a la cama. Muy cansado por el trote recibido pero desde siempre se ha dicho que «la vida del turista es muy dura«, sobre todo cuando quieres ver todo lo que el tiempo asignado te permita. Para ver Budapest entero se necesitarían varios días. Nosotros llevábamos medio día e íbamos a estar otro medio día. Nos quedaba mucho por ver.
5º Día.- Son las 7 h de la mañana. Amanece un día espléndido con 16º de temperatura. Hoy nos toca visita al Parlamento, por dentro. Espero que se cumplan nuestras expectativas. Después de desayunar de buffet, nos alojan en un microbús ínfimo ya que sólo vamos 13 personas. Imposible que mis piernas quepan entre asiento y asiento por lo que tengo que tomar una postura de lo más antinatural, incomodísimo. Quizá el resto hayan pensado que 95 € que costaba la excursión opcional era demasiado y que era más conveniente darse un garbeo por Budapest, a su aire. Por cierto, tengo que tengo que mostrar mi agradecimiento a nuestro amigo Mohamed, factotum de Byblos Tours, porque a esta excursión nos ha invitado él, dejándonos pagado el coste de la misma, una invitación muy especial como regalo por el cumpleaños de mi mujer.
No nos lleva muy lejos ya que, por la orilla del río, en la zona de Pest y camino del Parlamento, hay un paseo entre el puente de Isabel y el puente de las Cadenas, donde en la segunda mitad del siglo XIX se abrieron grandes hoteles, delante de los que se conformó esa nueva zona. En el paseo hay terrazas y restaurantes de los que hacen uso los turistas que pueden permitírselo, así como los habitantes autóctonos, pocos, que también pueden permitírselo. Desde 1900, un tranvía clásico transita a lo largo de esta orilla, que se tiene por uno de los recorridos más bonitos del mundo utilizando ese sistema de transporte. Justo enfrente del Castillo de Buda, en nuestro paseo pudimos contemplar la estatua de la princesita sentada en un pretil que es un elemento más que lo hace agradable. Poco más adelante nos encontramos con otro monumento no tan agradable. Justo en la orilla, en pleno paseo, han colocado «el monumento de los zapatos«, elegido en 2016 la segunda mejor escultura en espacio público. Fue inaugurada en 2005 y «Zapatos a la orilla del Danubio«, rinde homenaje a los cientos de judíos asesinados con un disparo en la espalda tras quitarse los zapatos en la II Guerra Mundial. 60 pares de zapatos de hierro fundido rinden homenaje a las mujeres, hombres y niños -la mayoría judíos- que fueron arrojados, descalzos, a las gélidas aguas del río tras ser tiroteados. Quienes nos acercamos a este monumento, pudimos observar que había flores, velas y piedras depositadas por los transeúntes y turistas que todavía quieren recordar esta parte poco conocida del holocausto.
Al llegar al Parlamento dimos una vuelta completa para poder embobarnos y extasiarnos contemplando sus inmensas sinuosidades, sus agujas imposibles que te fascinan. En el jardín que le rodea, hay dos entradas a un Museo dedicado a la II Guerra Mundial y sus atrocidades al que no entramos ni falta que le hace. Ese horror no quiero volverlo a ver. Ya lo he visto bastante. Al llegar a la entrada había cola para sacar los tickets, pero nosotros no la tuvimos que hacer porque íbamos con reserva anticipada. Eso que nos ahorramos. La visita duró 50 minutos. ¿Cómo se puede ver y admirar semejante edificio en ese lapso tan corto de tiempo? Es imposible. Lo que nos enseñaron es una mínima parte de lo que hay, pero así es el turismo y su masificación. Me sentí engañado. Ni siquiera entramos por la puerta principal ni subimos la escalinata con la alfombra roja como hicimos la vez anterior. En esta ocasión la vimos y de lejos. Un engaño. ¿De quién? Pues lo más probable que del Tour operador «Panavisión» que es lo que había concertado de antemano.
De todas las maneras, lo que hemos visto es impresionante. Sigo opinando que es el edificio realizado por humanos que más me ha impresionado, incluso por encima de la Catedral de Burgos. Esta obra maestra, cuya construcción duró 19 años en una época que la nación magiar considera como la «edad de oro de su historia«, fue ejecutada por maestros, obreros, artesanos y artistas húngaros, con materiales húngaros, de lo cual están muy orgullosos y no es para menos. Sólo las ocho columnas de granito que sostienen el techo de la escalera principal, proceden de Suecia. La construcción de este Parlamento, las gentes del país lo vieron como un signo de igualdad con otros países por ser capaces de realizar una creación tan destacada tanto en lo técnico como en lo artístico. Por supuesto que el Parlamento es la sede de la Asamblea Nacional de Hungría y en él se exponen desde el año 2000 la «Santa Corona» y las joyas de la «Corona Húngara«.
Delante del lateral derecho del edificio podemos ver un monumento ecuestre que representa al exprimer ministro y luego ministro austrohúngaro para las Relaciones Exteriores, Gyula Andrássy. Se dice que, con bastante probabilidad, el bronce de esta estatua fue utilizado para realizar la estatua de Stalin por lo que tuvo que ser refundida posteriormente, a base de fotografías.
Cuatro lados del Parlamento húngaro
Si hemos elogiado de una manera tan excelsa este edificio, es de bien nacido, al menos, indicar quién fue la persona que tuvo la ocurrencia, además de los conocimientos, de presentar un proyecto como éste, ganar el concurso de ideas y llevarlo a cabo hasta el final de sus días, incluso hasta cuando estaba ya en silla de ruedas debido a que el exceso de trabajo que asumió le costó la salud y la vida, en definitiva: Imre Steindl (1839-1902). Este hombre, en el proceso de diseño y construcción del Parlamento, definió con suma precisión hasta los detalles más insignificantes, se esmeró en seleccionar personalmente los materiales a utilizar, supervisó las compras, coordinó las obras y mantuvo un contacto constante con la Comisión de Construcción y con el primer ministro de la época. Cuando falleció toda la nación le lloró y vistió de luto en su homenaje. No se merecía menos.
Nuestro lugar de entrada Escalinata desde la puerta principal Estancia de la corona real custodiada
Lo que todos los húngaros tenían claro era que el Parlamento debía de erigirse a orillas del Danubio y muy cercano al Palacio de Buda, al otro lado del río, haciéndole como de contrapunto. Visto con retrospección, esta decisión de la ubicación resultó ser un acierto. Si alguno tuviese la opinión de que es excesivamente grande para un país como Hungría, debería de tener en cuenta que, cuando se construyó, el país era más o menos el triple de territorio que en la actualidad. Por supuesto que en su interior hay una «cámara alta» que no cumplía ningún papel y dejó de funcionar ya hace años, y en el ala sur la «cámara baja» que es la que realmente funciona. También es destacable la «Biblioteca de la Asamblea Nacional» que, además de atender a los diputados parlamentarios, es pública pero sólo para especialistas, por lo tanto, puede hacer uso de ella cualquier persona nacional o extranjera mayor de 18 años con unos pequeños requisitos. El que haya echado una mirada alrededor desde alguno de los puentes cercanos al Danubio o haya pasado por delante del edificio en barco, sobre todo por la noche, nunca lo olvidará.
Concerniente a lo que nos dejaron ver, que no fue mucho, fuimos recibidos en un moderno Centro de Visitas construido bajo tierra lleno de gente, pero que nos saltamos por tener ya reservada la hora. Desde allí y subiendo unos por una escalinata repleta de oro y otros, yo entre ellos, en un ascensor todo de madera que nos llevó a la «sala de la cúpula» donde se conserva la Sacra Corona y las insignias de la coronación, el orbe, el cetro y la espada, que están permanentemente custodiados por una unidad especial del Ejército Nacional Húngaro, la Guardia de la Corona y que no permiten fotografiar, por lo que la foto con la que aquí debajo dejo constancia, es recogida de una web de una Agencia de Viajes.
La corona real húngara
De esa estancia pasamos a la sala de sesiones de la cámara alta, no sin antes recorrer la sala de estar del norte, con las estatuas de colores que representan distintos oficios y ciencias. La llamada cámara alta, en estos momentos, es escenario de eventos públicos y conferencias ya que la sala de los diputados, donde se lleva a cabo el trabajo legislativo es muy parecida a ésta, pero está en el ala sur. En los pasillos, en el alféizar de las ventanas, había unos aparatos que el guía nos explicó que eran ceniceros numerados donde antaño los diputados dejaban sus puros cuando debían ir a votar o a presenciar y escuchar un discurso que prometía ser interesante.
Sala de estar con estatuas de colores Sala de sesiones de la cámara alta
Pureras para los señores diputados
Terminamos el recorrido en una sala subterránea con techo de cristal después de bajar nueve pisos andando donde nos enseñaron, como curiosidad turística, una maqueta del Parlamento en escala 1:100 con la que nos animan a apreciar también el edificio por fuera y fijarnos, si no nos hemos fijado ya, en que está rodeado de 90 estatuas esculpidas en piedra alrededor, que representan reyes, príncipes y jefes militares destacados de Hungría. Dicen que en el edificio trabajan 800 empleados, aunque nosotros sólo vimos a unos pocos de seguridad, pero afirman que allí trabajan responsables de mantenimiento, hojalateros, electricistas, peluqueros y hasta una oficina de correos con sus carteros correspondientes. Todos ellos trabajan en aquellos lugares que se nos tienen vetados a los turistas.
Una vez que salimos al exterior, pudimos observar desde la Plaza adjunta, la fachada del Parlamento, con sus arcos apuntados y las abundantes estatuas en las arquivoltas que hacen pensar al incauto turista que todas las partes del edificio se componen de inmensas moles de piedra. Pero no es así. Los muros son de caliza de unos 20 cms pero detrás son paredes de ladrillo, 40MM de ladrillos, todos ellos fabricados en la mismísima Hungría. ¡Quién lo diría! También es una sorpresa el sistema de ventilación y de calefacción que ha habido hasta los años 90 del pasado siglo, incluso con hielos. En la actualidad ya existen unos medios modernos de ventilación y tratamiento del aire. Y otro dato a tener en cuenta es que hay 112 relojes de pared, todos ellos coordinados por electricidad y los podemos ver por cualquier parte del interior.
Salimos todos perplejos por lo presenciado, una verdadera joya del legado arquitectónico europeo y del mundo, además de un legado cultural de primer orden, atravesamos la plaza Kossuth con unas inenarrables imágenes en la retina, pero el buen tiempo nos animaba a marchar, andando, hasta otro hito arquitectónico, cultural y religioso de la ciudad: La Catedral de San Esteban.
Plaza de Kossuth con su monumento al fondo
No es un camino largo, pero se hace pesado porque no hemos bebido nada desde las 8 h de la mañana, hace calor, hay mucha gente por el camino y en la Catedral. La entrada es gratuita, lo que se agradece porque hoy en día hay que pagar por todo, incluso hasta para orinar. Soy de la opinión de que no se debería cobrar nunca por entrar en la casa de Dios, aunque reconozco que el coste del mantenimiento de ciertos templos es elevadísimo y que el cobro de entrada es necesario y hasta imprescindible.
San Esteban fue el rey fundador del Estado húngaro. Desde que se tuvo la idea de erigir un templo en su honor, la intención fue la de competir con la Basílica de San Pedro de Roma. La Iglesia, de corte clásico, tardó 50 años en realizarse no sin problemas estructurales ya que en 1867 se vino abajo una de las cúpulas mal edificada. A pesar de esto, su construcción siguió adelante ya con un nuevo estilo arquitectónico, neorrenacentista, terminándose en 1905. Durante la II Guerra Mundial sufrió importantes daños no finalizando su reconstrucción hasta el año 2003.
El exterior de la Basílica ya nos llama la atención por sus torres, su cúpula y su tímpano que representa a la Virgen María con el niño Jesús en su regazo. A su lado los cuatro padres de la iglesia occidental y los cuatro evangelistas. Justo debajo hay una inscripción en latín: «Ego sum vía, veritas et vita», «Yo soy el camino, la verdad y la vida» y en el vestíbulo hay una carpa de mármol del santo epónimo (San Esteban).
Fachada principal de la Basílica de San Esteban, santo epónimo del templo.
No voy a describir las ingentes obras de arte que alberga en su interior y tampoco las que están en el exterior porque sería muy extenso, pero su riqueza es inmensa incluidos sus vitrales y su órgano situado en lo alto del coro, construido en 1905 por el organero más importante de la época Jozsef Angster. Es un instrumento de tres teclados y pedalero, tiene 65 registros, combinación libre de seis filas, control neumático. En 1932 se le hicieron modificaciones añadiéndosele un cuarto teclado e incrementándosele también el número de variantes sonoras hasta 79. En la actualidad se le han incorporado elementos modernos por computadora, tracción eléctrica y se elevaron los registros hasta 93. También se le ha añadido, como nota a destacar, un tubo de trompeta en horizontal en la fachada de particular interés. Tiene, en total, 7544 tubos, 3 ventiladores eléctricos de alta potencia y la caja está dorada con placas de pan de oro de 22 quilates. ¡Quién pudiera tener la oportunidad de tañerlo!
Órgano de la Catedral de San Esteban en Budapest.
Toda la Catedral es sobresaliente, pero entre todo, lo más destacable es la capilla llamada de la «Santa Diestra«, aludiendo a que allí se guarda la reliquia más importante para los húngaros, la mano derecha momificada de San Esteban. Debido a las luchas por el trono, tras la muerte del rey en 1038, los sacerdotes, preocupados por la situación en que podía quedar el cadáver, lo escondieron, pero le cortaron su mano derecha a la que atribuían poderes milagrosos. Esta reliquia, que en la actualidad se conserva dentro de un relicario ricamente adornado, durante casi mil años ha pasado por muy diversas vicisitudes llegando a esta Basílica en 1971 y ahí está desde entonces.
Relicario donde se guarda la mano derecha de San Esteban.
Un recorrido por todo el conjunto es indispensable para poder admirar todas sus capillas con sus altares como la de San Adalberto, la de la Santa Cruz, la de San José, la de San Imre, hijo de San Esteban que hizo voto de castidad, la de la Asunción y la de Santa Cecilia, patrona de la música en general y de la clásica en particular. Todas ellas tienen algo que destacar. En cuanto al transepto, no hay más que mirar hacia arriba para apreciar y asombrarse de la belleza de sus techos abovedados, los frescos originales a los que se han agregado mosaicos en el techo y en la cúpula. Y si dirigimos nuestra mirada hacia el altar mayor, veremos una gran estatua de mármol del santo titular que tuvo una influencia decisiva para que los húngaros se convirtiesen en un estado cristiano, además de otros relieves de bronce, inscripciones latinas y representaciones alegóricas de partes de la Santa Misa.
Lo que no pudimos ver, una vez más por falta de tiempo, fueron las campanas, entre ellas la más grande del país que pesa 9.250 Kg, el Tesoro que se aloja en varias salas y que muchos de sus componentes están todavía en uso hoy en día y el mirador panorámico alrededor de la cúpula principal a una altura de 65 ms y de 360º desde donde se puede contemplar toda la ciudad. Ya puede subir todo tipo de personas, incluso los disminuidos como yo por la edad y las rodillas que apenas me sostienen, ya que existe un ascensor que te eleva sin tener que subir los 304 escalones. Eso sí, el que quiera subir andando, que suba. Podría ser un buen ejercicio o te podría dar un infarto, no hay término medio.
Diversos aspectos del interior de la Basílica
Sólo nos queda por reseñar una curiosidad más de esta Basílica y es que en su cripta está enterrado un mito del futbol húngaro y que tiene connotaciones personales ya que fue pariente cercano de un excelente amigo mío: Ferenc Puskas, «Pancho» para los allegados. Comparable al cariño y fervor que se le tiene a Maradona en Argentina.
Al salir y para acercarnos hasta el barco, tuvimos que subir otra vez al minibus. Sólo fueron 15 minutos lo que tardamos, pero tiempo suficiente para darme cuenta de lo incómodo y dolorido que voy en él por lo que una vez averiguado en que consistiría la excursión de la tarde y determinar si merecía la pena el sufrimiento de 2 horas en ese ínfimo habitáculo para visitar dos pueblos que el guía decía que eran muy bonitos, pero sin especificar en qué consistía su encanto, decidí no ir. En ese trayecto tuvimos la oportunidad de pasar por delante de la Gran Sinagoga de la calle Dohány y digo pasar porque ni se molestaron en parar y echar unos minutos en ver, al menos, la fachada cuando es un lugar que, dentro de una ciudad tan monumental, es esencial su visita por sus connotaciones históricas y religiosas. Es especial porque es diferente a todo lo demás. Sus torres y fachada de estilo bizantino le dan el carácter que los judíos quisieron darle a mediados del siglo XIX. Allí están enterrados 2281 judíos fallecidos en el gueto en 1944.
Dos fotos que yo no pude hacer del interior y exterior de la Sinagoga judía de Budapest.
Durante la comida tomé la decisión de quedarme en el barco descansando mientras navegábamos hacia Esztergom aunque mi mujer quiso ir a hacer la excursión «Recodo del Danubio» que incluía la visita a los pueblos de Visegrád y Szentendre, acompañada por nuestros nuevos amigos, los matrimonios madrileño y mexicano. Cuando iniciamos la navegación a eso de las 14:30 h, con la sensación inequívoca de habernos dejado mucho por ver en Budapest como los balnearios, la Academia de Música, la ópera, la zona de marcha en el barrio judío, la sala de conciertos Vigadó, la isla Margarita, hacer un recorrido en algún viejo tranvía, etc…el cielo estaba cada vez más encapotado, se oían truenos a lo lejos por lo que se intuía la tormenta cada vez más cercana.
A las 16:00 h comienza a llover con fuerza, lo que me hace recordar el buen tiempo que habíamos tenido durante todo el día hasta ese momento y me acordé de todos los del microbús porque ninguno iba preparado para afrontar el chaparrón. Aunque dicen que es uno de los puntos álgidos de cualquier crucero por el Danubio y que señala la frontera entre Hungría y Eslovaquia, el cambio radical del tiempo con viento, frío y agua cuando a la mañana habíamos estado con sol y en mangas de camisa, propició que mi decisión de abstenerme fuese la acertada y que cuando volvieron los expedicionarios empapados, afirmasen que no había merecido la pena la excursión aunque reconocían que lo visto había estado bien.
Recodo del Danubio
A las 17 h llegamos al recodo. Caía tan fuerte la lluvia y la niebla era tan densa que casi no se podían hacer fotos. El capitán, para que pudiésemos disfrutar de las vistas bajó el ritmo a unos 5 nudos, pero apenas se veían las orillas. Atracamos en Esztergom a las 19:00 h casi a la par que llegaban los excursionistas, a quienes habían tenido sentados y parados en el minibus un buen rato mientras el agua seguía cayendo de manera copiosa. Sólo paramos para eso, para recoger a los que se habían ido de excursión por tierra a pesar de que esta ciudad tiene su historia.
Esztergom es conocida como la capital de la Hungría medieval, ya que tuvo el privilegio, durante los siglos X al XIII, de ser la capital del país. También se la conoce como “la Roma de Hungría” debido a la abundancia de monumentos, palacios y templos. Está ubicada a 50 kilómetros de Budapest, por lo que es un destino muy atractivo y cómodo para visitar en una escapada o excursión de un solo día. Su principal atractivo turístico es su Basílica, que también es el gran símbolo de la ciudad, pero Esztergom cuenta con otros grandes puntos de interés que bien merece la pena descubrir. Hablamos del Castillo, que fue construido en el año 1070 sobre los restos de un castro romano; el barrio de Vizivaros y su Museo de Arte Cristiano; o el Pequeño Danubio, un romántico canal para dar un inolvidable paseo entre árboles y mansiones y acabar disfrutando de la famosa plaza Szeczeny, rodeada de edificios históricos. Nada de esto vimos, ni siquiera bajamos del barco.
Desde el barco en un día lluvioso
Basílica de Esztergom en lo alto de la colina
Ya repuestos, nos juntamos para la cena y todos coincidimos que en los dos últimos días la comida había mejorado, los sabores eran distintos y lo que nos ponían era «más comible». Degustamos lo que nos pusieron esa tarde, en medio de una animada conversación, entre bromas y chascarrillos varios.
Pero el cansancio se iba notando y las tres parejas decidimos irnos a la cabina pronto. Hay que descansar porque mañana nos espera Bratislava, un lugar que me trae feos recuerdos por un incidente que tuvimos la vez anterior que estuve, hace ya muchos años, en el restaurante donde nos dieron de comer. Hay cosas que no se olvidan, aunque quieras.
6º Día.- Pasamos toda la noche navegando. Continúa el cielo cubierto al llegar a Bratislava a las 7:30 h., amenazando lluvia. Por ahora es sólo una amenaza. Una temperatura de 12º C que nos va a permitir caminar con comodidad. La salida del barco está programada para las 8:30 h con una visita a los lugares más emblemáticos de la ciudad de Bratislava acompañados por una guía local. Cae “sirimiri” durante toda la mañana y hace fresquito.
La guía se nos hace esperar porque, al parecer, tuvo algún problema con la línea ferroviaria que le debía acercar al centro de la capital eslovaca. No se nos hace larga la espera y cuando llegó nos encontramos con una guía veterana, pero muy amena y simpática que nos conquistó al momento por su forma de hablar y de dirigirse a nosotros. Desde el primer momento nos apuntó que Bratislava tiene poco que ver, aunque las agencias nos digan que es «una de las joyas ocultas de Europa Central«. Sus calles adoquinadas. su arquitectura barroca y un castillo en lo alto que vigila la ciudad, es lo único destacable. Por sus pequeñas dimensiones es un lugar ideal para recorrer a pie sin tener que estar esquivando a multitudes y en poco tiempo.
Ella misma nos anunciaba que hay poco para ver y menos de destacar por lo que, en vez de llevarnos a la plaza principal rodeada de edificios históricos y palacios, entre ellos el Palacio Esterházy que es el único que me suena, sin mucho interés, nos llevó a varios sitios difíciles de calificar: una farmacia del 1.700 recién reformada y que sigue teniendo su encanto. El visitante entra en una farmacia antigua y descubre un museo que reúne objetos y mobiliario de cuatro siglos. El recorrido por ella es como pasear por las ventanas del tiempo. Lo que más llama la atención es que no solo hay una utilidad para los botes, morteros y frascos de farmacia, sino que se puede distinguir que la fe cristiana ha estado presente en la protección de la salud a lo largo de los siglos. El museo se encuentra junto a la Puerta de San Miguel, una de las entradas al casco antiguo de la ciudad. Es un edificio que cuenta historias de antaño: Tras varios cambios de propiedad, en 2010, el inmueble fue adquirido por un coleccionista privado, quien lo hizo restaurar e instalar una estructura moderna. La fachada del edificio se distingue por ubicar una estatua de Cristo Salvador en piedra, obra del escultor Alojz Rigele, añadiendo un toque de espiritualidad a la arquitectura del lugar que, desde 1963, es considerado un monumento protegido de la cultura eslovaca.
Edificio donde se ubica la Farmacia Salvador Interior de la Farmacia
Estábamos pasándolo bien porque la señora-guía continuaba, mientras nos conducía por una calle peatonal hacia lo que parecía una Catedral (en realidad era la Puerta de San Miguel), con sus anécdotas, chistes y sucedidos, aunque no quiso enseñarnos la Iglesia que estaba al lado (que sí era la Catedral de San Martín), quizá por su falta de interés. De la señora, digo, no de la Iglesia.
Aunque no la visitamos sí que quiero hacer una pequeña referencia a ella. La actual torre tiene 85 metros de altura y en su punta hay una impresionante réplica de la corona de San Esteban, de 300 kilogramos de peso, que recuerda que en este templo eran proclamados los reyes de Hungría. Hecho que se produjo durante casi 300 años y hasta 1830. Aunque se trata de una construcción bastante sobria desde el punto de vista ornamental, merece mucho entrar en ella y admirar su cripta, donde están enterrados algunos de los personajes más notables del país.
Y nos llevó, paseando entre callejas, a una tienda-museo difícil de calificar o de clasificar. Tenía de todo, eso sí, pero que yo viese, nada de valor, aunque ella pusiese todo su interés en dárselo. En realidad, no eran más que reminiscencias de un pasado todavía cercano que, dicen, quieren olvidar pero que tienen muy presente.
Calle peatonal que nos lleva a la Puerta de San Miguel
Seguimos nuestro paseo callejeando hasta llegar a una estatua situada a ras de suelo. No es la única, hay cinco repartidas por toda la ciudad, pero la que vimos es la más conocida. Estas estatuas son uno de los elementos más peculiares y divertidos de la visita al centro histórico de Bratislava. Un total de cinco obras realizadas en bronce, repartidas por diferentes calles y plazas y que representan a personajes reales de diferentes épocas. Se instalaron durante los años 90 del pasado siglo XX, en un intento de la municipalidad por humanizar la urbe después de la sombría etapa en la que estuvo sumergido el país en décadas anteriores. De todas ellas, quizá la que representa al personaje más querido sea Čumil, un obrero, con su casco, que se asoma desde una tapa de alcantarilla para observar, con una sonrisa bien pícara, el paso de los viandantes.
Estatua de bronce a ras de suelo de un obrero
Nos llamó la atención la cantidad de visitantes jóvenes, estudiantes o universitarios, que mostraban una algarabía propia de su edad. Después de hacer la foto de rigor, seguimos nuestro paseo hasta el barco donde se despidió la guía salada con una cerrada ovación por nuestra parte aunque no nos había enseñado nada. Si no, cómo se puede llamar a que no nos enseñase, ni siquiera una pequeña referencia hacia el Castillo de Bratislava, que es la principal sede institucional y representativa del país y, de hecho, aquí se ratificó la independencia de Eslovaquia, en 1992. Sus dependencias albergan, además de la residencia oficial del presidente de la República, el Museo de Historia de Bratislava y la Cámara del Tesoro. Tampoco nos habló en ningún momento de la Iglesia Azul, por su color en el exterior, aunque también predomina en el interior. Esta obra es puro Art Nouveau, lo que aquí se conoce como Modernismo.
Catedral de San Martín justo enfrente de la farmacia
Tampoco nos mencionó al que durante siglos fue uno de los principales puntos de encuentro de la aristocracia del país, el Palacio Grassalkovich que es hoy la sede de la presidencia de Eslovaquia. Es decir, el lugar donde reside la máxima autoridad del Estado. Teniendo en cuenta su función oficial, el palacio como tal no está abierto al público general. No obstante, sí se puede admirar la belleza de los jardines situados frente a la fachada posterior del palacio, diseñados en el más puro estilo francés.
N siquiera nos llevó por el casco histórico que es donde se concentran la mayor parte de los reclamos monumentales de Bratislava, entre los cuales destacan (aparte de los mencionados con anterioridad), el Antiguo Ayuntamiento, la iglesia de la Trinidad y el Teatro Nacional.
Aunque no está en la lista de lo que los guías nos tienen que contar, hay que hablar del Hotel que alberga 22 habitaciones y que es muy apreciado por los amantes del deporte, el Radisson Blu Carlton Hotel. Un edificio imponente, quizá con cierta decadencia pero que está en el lugar ideal para una estancia en Bratislava por motivo de negocios, de deporte o de otro tipo de ocio, como puede ser el acudir al Teatro a escuchar a la Orquesta Filarmónica Eslovaca.
El Hotel Carlton de Bratislava
El Teatro de Bratislava sede de la Orquesta Filarmónica Eslovaca
En definitiva, una visita fallida porque, aunque esta ciudad no tenga mucho de lo que enorgullecerse, sí tiene ese poco que, ya que estábamos allí, nos deberían haber enseñado y no lo hicieron.
A las 12:30 h ya estábamos en el barco para zarpar y navegar mientras nosotros comíamos. Ha sido tema de conversación durante ella, la impresión que tenemos todos de que desde ayer la comida ha mejorado, al menos está mejor condimentada y preparada, lo que se agradece. No sabemos si es porque ha habido llamada de atención o porque se ha cambiado de chef. La atención por parte de los dos camareros que de manera habitual nos están atendiendo sigue siendo fenomenal, están atentos a cualquier petición que les hagamos para tenernos contentos. En las mesas de al lado hay un grupo de israelitas que se hacen notar por unos carteles que tienen puestos encima de las mesas donde comen, que no sé qué dicen, pero me siento molesto por todo lo que está pasando entre su país y palestina. No estoy a gusto entre ellos porque discrepo absolutamente con lo que están haciendo sus dirigentes y su ejército y por lo tanto no me siento a gusto compartiendo con ellos mi tiempo de ocio como si allí no estuviese ocurriendo nada censurable.
Después de una tranquila siesta y una pequeña parada en un pequeño pueblo para recoger a otros pasajeros, a las 18:00 h estábamos convocados en la cubierta Panorámica Lounge, antes de la cena, para tener la ceremonia de presentación de toda la tripulación que, con sus mejores galas, fueron desfilando por delante nuestro, ejerciendo el Relaciones Públicas de maestro de ceremonias. Un acto bonito y necesario que el Relaciones Públicas, italiano, llevó con mucha destreza, aunque a los de habla hispana nos dejó perplejos ya que todo lo hizo en alemán e inglés cuando entre los asistentes estábamos 42 personas, 1/3 de los presentes éramos del Estado español, mexicanos y argentinos. Esta falta de respeto es bastante común en este tipo de viajes que debería ser paliado por el guía del Tour operador que nos acompaña, pero no fue así. No nos enteramos de nada porque, gracias a Dios, no sé nada de inglés ni de alemán.
Pasó toda la tripulación, desde los cocineros, camareros, tripulación de cubierta, los que atienden la recepción, los suboficiales y el capitán, que dirigió unas palabras, por supuesto, en alemán e inglés. Cuando pasó a saludar por nuestra mesa, le hice saber nuestro descontento por esta situación. Desconozco si me entendió, sólo expresó un gesto con su copa de champán en la mano y un esbozo de sonrisa en el rostro. Nuestro guía sólo se acercó a nuestra mesa para darnos las instrucciones necesarias para los dos siguientes días. Dejo aquí un par de muestras de la presentación de la tripulación como homenaje hacia ellos, por su silencioso y respetuoso trabajo para que nosotros lo pasemos lo mejor posible.
Oficiales y miembros de la tripulación.
Después de la cena y como era todavía muy temprano, nos quedamos de charla que resultó muy animada y con muchas risas, así como a oír al dúo habitual que con sus canciones melódicas nos invitaba a bailar y así lo hicimos, aunque yo no sea un Fred Astaire precisamente, pero quise complacer a mi mujer a la que sí le agrada bailar. En la conversación con Agustín y Luz nos planteamos acercarnos a Münich en taxi el día de nuestra despedida porque de alguna manera hay que llenar el tiempo desde el momento en que nos depositen en el aeropuerto a las 10:00 h y la salida de nuestro vuelo que sería a las 15:30 h. La espera se nos haría muy larga y tediosa. Es una posibilidad que había que explorar. El crucero, si no fuera por las dos parejas con las que hemos hecho migas, estaría resultando aburridísimo. Gracias a ellos, a su conversación y a su espíritu abierto y jovial estamos disfrutando más de su compañía que del crucero.
7º Día.- Toda la noche en navegación. Amanecer con frío, aunque me levanté temprano con el afán de ver las maniobras del paso de las esclusas que fueron varias y variadas a pesar de que ese día no estaba previsto un madrugón por no tocar más que pasear por la ciudad a la que tenemos que arribar: Linz.
Van apareciendo algunos pueblos por las orillas del Danubio, cuestión que no ha sucedido hasta ese momento. Nos quedan todavía 4 h de navegación en las que sólo hay bonitas panorámicas pero que ya resultan aburridas por repetitivas. Optamos, por un tiempo, ver en la Televisión, en alemán por supuesto, el funeral del Papa Francisco, tristemente fallecido varios días antes. Lo ha intentado a pesar de las fuerzas contrarias incluso dentro de su propio colegio cardenalicio. Es lo que tiene el pretender e intentar ser progresista, cambiar las estructuras anquilosadas y tratar de volver a predicar una Iglesia más solidaria y más cercana al mundo actual y a sus gentes más necesitadas. Descanse en paz.
Lugares que hemos ido viendo durante la navegación hacia Linz.
Llegada y atraque en Linz a las 13:30 h, ya comidos. Otra vez, la mañana entera perdida. Demasiada navegación. Buen tiempo. Como referencia de esta ciudad podemos adelantar que ya en la Edad Media era un importante centro comercial gracias a su ubicación a mitad de camino entre Salzburgo y Viena, llegando a ser durante un corto periodo de tiempo, la capital del imperio de Federico III. Durante el periodo barroco, Linz vivió un florecimiento cultural y arquitectónico, transformándose durante los siglos XIX y XX en un importante centro industrial lo que le dió un aire moderno, sin olvidarnos que también pasó por momentos oscuros ya que Hitler pasó en esta ciudad parte de su juventud, dando a conocer sus grandiosos planes para rediseñarla, aunque menos mal que no pudo llevarlos a cabo.
En las últimas décadas, Linz ha vivido una notable transformación: ha pasado de ser una ciudad industrial a convertirse en un centro vibrante de arte, tecnología e innovación. Hoy en día es reconocida como «Ciudad de las Artes Digitales» por la UNESCO, alberga instituciones pioneras como el Ars Electrónica Center y fue Capital Europea de la Cultura en el año 2009. Nos ofrece una combinación única de encanto histórico y creatividad contemporánea, y todo ello a orillas del Danubio, que, como Bilbao, tiene las márgenes bien diferenciadas.
Linz es una ciudad ideal para recorrer a pie de manera tranquila, aunque sólo tengas una tarde para descubrirla como es nuestro caso. Comenzamos nuestro paseo desde el barco, en la orilla izquierda del Danubio mirando a la parte más antigua. Desde el mismo barco se pueden ver dos museos, uno por cada lado, ambos muy modernos y futuristas, el Ars Electrónica Center y el Lentos, impresionantes ambos ya desde el exterior.
Museo Lentos Museo Ars Electrónica Center
El Museo Lentos, situado justo al lado de donde estábamos atracaos, es de arte moderno y contemporáneo, inaugurado en 2003. Entre sus obras, de primera clase, están las de Gustav Klimt, Egon Schiele, Oskar Kokoschka, Helene Funke y Gabriele Münter, todos ellos artistas relacionados con Linz. Está situado en el corazón de la ciudad y se puede llegar hasta el centro de la ciudad en solo unos minutos a pie. No lo vimos. No nos dio tiempo a visitar ningún Museo.
Nos dirigimos andando al corazón del casco antiguo hasta la Hauptplatz, una de las plazas medievales más grandes de Austria. En el centro de ella se alza la columna de la Trinidad, rodeada de edificios barrocos en tonos pastel y acogedores cafés con terraza donde la gente descansaba empapándose del ambiente local y contemplando el paso del turista ocasional como nosotros. El transporte público que más se utiliza por esta zona es el tranvía, además de la bicicleta, como se puede contemplar en la foto de abajo.
Hauptplatz de Linz
A pocos minutos, a la derecha, encontramos la Mariendom, la Catedral Nueva, una impresionante iglesia neogótica que se puede visitar gratis y que ofrece un espacio tranquilo para visionar sin obstáculos sus altos arcos y los vitrales de amplio colorido. La grandiosa y majestuosa Catedral de la Inmaculada Concepción es el templo más grande de Austria, con espacio para acoger hasta 20.000 fieles y se la tiene como faro de la fe católica y un impresionante testimonio de la arquitectura neogótica. Los visitantes son acogidos por una variedad de impresionantes singularidades y obras de arte. Las vidrieras de la catedral son particularmente notables, siendo la más famosa la “Linzer Fenster”, que representa escenas de la historia de Linz. Estas ventanas también presentan las imágenes de varios patrocinadores que contribuyeron a la construcción de la catedral.
También cuenta con un notable conjunto de nueve campanas. Las dos más antiguas, la Annaglocke y la Joachimsglocke, han estado en su lugar desde el 29 de septiembre de 1869 y aún cuelgan en su ubicación original entre dos torretas de contrafuerte de la Capilla Votiva. Las siete campanas restantes, que forman el repique principal, están alojadas en la torre y pesan colectivamente 17.700 kilogramos. Cuando se tocan juntas, reproducen la melodía del «Salve Regina«.
La grandiosa y majestuosa Catedral de la Inmaculada Concepción es el templo más grande de Austria, con espacio para acoger hasta 20.000 fieles y se la tiene como faro de la fe católica y un impresionante testimonio de la arquitectura neogótica. Los visitantes son recibidos por una variedad de impresionantes características y obras de arte. Las vidrieras de la catedral son particularmente notables, siendo la más famosa la Linzer Fenster, que representa escenas de la historia de Linz. Estas ventanas también presentan las imágenes de varios patrocinadores que contribuyeron a la construcción de la catedral. También cuenta con un notable conjunto de nueve campanas. Las dos más antiguas, la Annaglocke y la Joachimsglocke, han estado en su lugar desde el 29 de septiembre de 1869 y aún cuelgan en su ubicación original entre dos torretas de contrafuerte de la Capilla Votiva. Las siete campanas restantes, que forman el repique principal, están alojadas en la torre y pesan colectivamente 17.700 kilogramos. Cuando se tocan juntas, reproducen la melodía del «Salve Regina».
Catedral Nueva de Linz.- Nª Sra. de la Asunción
A la derecha de esta foto podemos ver un nuevo y moderno pabellón “Domcenter” situado en el extremo oriental de la iglesia. El Domcenter forma parte de la estrategia de restauración más amplia de Mariendom, que responde a los retos actuales de la Iglesia católica. Ante la disminución del número de fieles y del papel de las instituciones religiosas en la sociedad, la diócesis de Linz ha optado por la modernidad y la apertura. En lugar de cerrar o secularizar el espacio, decidió crear una entrada nueva y accesible que se asemeja al vestíbulo de un museo o una sala de conciertos. Los visitantes acceden primero a un vestíbulo luminoso y acogedor, con una cafetería y una librería, desde donde pasan a través de la antigua sacristía al interior de la catedral.
Vidriera y Altar Mayor de la Catedral Nueva de Linz.
La catedral también alberga dos magníficos órganos. El órgano principal, ubicado en la galería oeste, es una obra maestra creada por el constructor de órganos danés Marcussen & Søn e inaugurado el 8 de diciembre de 1968. Cuenta con 70 registros y 5.890 tubos, ofreciendo un sonido rico y resonante que llena el vasto interior de la catedral. El órgano del coro, construido por la firma de construcción de órganos de Vorarlberg Pflüger en 1989, complementa al órgano principal y se utiliza para fines litúrgicos.
Debajo de la planta principal de la catedral se encuentra la cripta, que sirve como el lugar de descanso final para los obispos de Linz. La cripta también alberga un cenotafio dedicado al obispo Franz Joseph Rudigier y una colección de sus vestimentas. Una de las características más encantadoras de la cripta es la escena de la natividad creada por Sebastian Osterrieder entre 1908 y 1913, con más de cuarenta figuras talladas a mano en madera de tilo.
Es imposible no compararla con la Catedral de Viena. La Catedral de San Esteban en Viena y la Catedral Nueva (o Mariendom) en Linz son dos grandes catedrales austriacas, pero tienen diferencias significativas en altura y tamaño. La Catedral de San Esteban es la catedral más alta de Austria, con una torre de 136 metros que se hizo así a posta para que lo fuese, mientras que la Catedral Nueva de Linz, con 135 metros, es la segunda más alta. La Catedral Nueva de Linz también es la iglesia más grande de Austria, con capacidad para hasta 20.000 personas. La Catedral de San Esteban en Viena es una catedral gótica, mientras que la Catedral Nueva de Linz es una catedral románica y neogótica. La Catedral de San Esteban en Viena es un símbolo emblemático de la ciudad y aparece en muchos medios de comunicación, monedas y productos de marca, cosa que no ocurre con la Catedral Nueva de Linz.
La catedral de San Esteban, ubicada en el corazón de Viena, es famosa por su torre y su iconografía. A pesar de que ambas catedrales pertenecen a un parecido estilo arquitectónico, hay varias diferencias notables: Su altura, como hemos dicho antes, con sólo un metro de diferencia a favor de la de Viena o las vidrieras: aunque ambas catedrales tienen vidrieras significativas, las de Linz incluyen elementos modernistas que contrastan con las más tradicionales de San Esteban, las cuales tienen la ventaja de haberse preservado en su mayor parte.
Por último un dato muy significativo para los que somos católicos es la Influencia del dogma de la Inmaculada Concepción: un hecho histórico determinante que impulsó la construcción de la catedral fue la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción por el Papa Pío IX en 1854. Este evento, además de tener un significado religioso importante, alentó a la comunidad católica de Linz a proporcionar un espacio adecuado para la multitud de fieles que asistían a las celebraciones. La solución era una nueva catedral que pudiera reflejar la trascendencia de esta creencia. Este dogma estableció un contexto de fervor religioso que más tarde se tradujo en el enfoque de la arquitectura y el arte de la catedral. La aceptación del dogma llevó a muchas diócesis en Austria a reforzar su devoción a la Virgen María, lo que fue clave para que la Catedral Nueva de Linz se convirtiera en un símbolo de la fe católica en el país. El diseño de la catedral, con su riqueza iconográfica y su dedicación a la Inmaculada Concepción, serigrafía estos valores.
Volvemos al paseo a lo largo de la calle principal de Linz y a través de él me llaman varias cosas la atención : En primer lugar, la cantidad de Iglesias que hay en muy poco espacio. A pocos metros de la plaza desde la que hemos partido, está la Catedral Vieja o Iglesia de San Ignacio, poco después y semiescondida, la Minoritenkirche, a continuación la Iglesia de El Carmen, la de San Martín, la de las Ursulinas de San Miguel, Basílica de la Perigrinación de los Siete Dolores y por no poner sólo las católicas, la de Martín Lutero, evangélica luterana.
Calle principal de Linz con la Catedral Vieja o Iglesia de San Ignacio, a la izquierda.
La segunda cuestión que más me llamó la atención es que, habiendo tantas Iglesias y siendo Austria un país eminentemente católica, hubiese en Linz tantos musulmanes. Fue precisamente en Austria, en 1683, donde se detuvo el avance de la media luna que amenazaba con anegar Europa. Fue entonces, tras la victoria sobre los otomanos, cuando empezó el gradual retroceso turco en el Continente. Hubiera sido una enorme sorpresa para los vencedores saber que, poco más de tres siglos más tarde y sin disparar un solo tiro, una importante ciudad austriaca sustituiría las celebraciones cristianas del Adviento por la promoción de la llamada a la oración islámica. Lo llaman ‘proyecto cultural’ y consiste en que durante todo el Adviento los ciudadanos de la ciudad austriaca de Linz no tendrán más remedio de que escuchar a los muezines llamar a la oración cada día durante este periodo del año litúrgico cristiano.
Pero así parece. Del 2 al 23 de diciembre -es decir, exactamente desde el Primer Domingo de Adviento hasta el día previo a Noche Buena- en la Plaza OK de la ciudad austriaca de Linz sonará, amplificada por potentes altavoces, la llamada del almuédano a la oración musulmana en las horas correspondientes. Se trata, dicen de un ‘proyecto artístico’ que, como viene siendo habitual, ensalza la religión de Mahoma en detrimento de la que forma las raíces de la católica Austria. Su poder sobre la vida cultural de la ciudad es omnímodo, como sucede en casi todo Occidente. Esto sucede porque están dominando los medios audiovisuales con el que realizan un bombardeo propagandístico enorme de su religión. La descristianización de Linz -y de toda Austria- avanza al parecer al mismo ritmo que su islamización. Según un reciente estudio, el alemán es la lengua materna de solo un tercio de los niños de las guarderías de Linz. En la segunda ciudad de la región, Wels, apenas supera la cuarta parte. El alcalde de Linz advertía el pasado mayo que «los austriacos nativos pronto podrían ser una minoría» en la ciudad. Mientras, en las calles ya no se oyen a los cantantes de moda y mucho menos canciones, por ejemplo villancicos navideños, sino el esordecedor y exótico mensaje del almuédano».
La cultura -incluidos los medios audiovisuales- está absolutamente en manos de un ‘progresismo’ que ve con buenos ojos la progresiva islamización de Austria, tanto mediante la inmigración masiva -que ha llevado al país a votar un gobierno con presencia ‘populista’- como mediante el bombardeo propagandístico. Ningún artista soñaría con presentar a la OK un ‘proyecto’ celebrando las raíces cristianas de la ciudad que forzara a los ciudadanos que pasean por el centro a escuchar mensajes evangélicos o meras felicitaciones navideñas. Pero los amos de la cultura ,el grupo ecologista local, por ejemplo, ha anunciado con orgullo que no celebrarán cena navideña y ven con agrado este otro proyecto que bombardeará a los visitantes con el ensordecedor y exótico mensaje del almuédano como ha dicho el señor alcalde. Y esto se ve y se nota en la calle donde entre musulmanes y turistas, no se distingue a ningún autóctono.
Y en tercer lugar y no menos interesante, aunque éste fue ocasional y casual, es que durante nuestro paseo nos topamos con una manifestación «pro-palestina«. La formaban unas 150 personas y a pesar de los eslóganes y consignas que lanzaban al viento no han conseguido enganchar a la multitud de personas que inundaban la calle, total indiferencia. Antes ya he dejado clara mi postura. Aunque el pueblo judío siempre ha tenido mi simpatía debido a su holocausto sufrido en la II Guerra Mundial, afirmo que ellos ahora están haciendo lo mismo con Palestina, aunque de manera diferente. Están machacando a todo un pueblo, una raza, eliminando a los niños para que en un futuro no haya adultos. Eso, y hay que decirlo muy alto, es GENOCIDIO. Y los países de Occidente y EEUU, mirando para otro lado, si no apoyando al Estado de Israel y a su presidente al que se le tendría que juzgar por crímenes de «lesa humanidad». O ¿es que no lo son?
No puedo pasar por alto una, llamémosle, curiosidad. Ya cuando íbamos acercándonos a Linz, desde la cubierta del crucero y en la margen derecha del río Danubio, se adivinaba un edificio que me llamó la atención porque se parecía de manera clara a otro que ya tengo muy visto. El estilo arquitectónico me recordaba mucho al Kursaal de Donosti. Tengo que decir previamente que no tengo ni idea de arquitectura por lo que sólo saco conclusiones de lo que veo aunque he indagado un poco y puedo afirmar que el diseño de ambos cubos es casi de la misma fecha y que la inauguración del cubo de Linz fue 1996 y el de Donosti en 1999. Hay una frase que está escrita en la web del Kursaal que dice: «Con una geometría inspirada en la escollera del muro de costa, los volúmenes traslúcidos del Centro de Congresos se levantan como rocas varadas al final de la ría, que no pertenecen a la ciudad sino al paisaje«. Haciendo las traslaciones correspondientes de la mar y la ría del Urumea al río Danubio, ambos edificios tienen muchas cosas en común, y para que se vea lo que digo, aquí dejo unas fotos para que cada uno se haga su composición de lugar. No quiero sacar conclusiones, simplemente es una curiosidad que me ha salido al camino.
El de la Izquierda es el Kursaal de Donosti y el de la derecha es el Ars Electronica Center de Linz (Austria)
Cuando volvimos al barco del paseo, el guía nos convocó en un salón que había a popa, para recibir instrucciones para el día siguiente que era el de salida y vuelta a casa, así como aclarar la polémica cuestión de las propinas, su cuantía y su forma de darlas. Nos indica que esa misma noche hay que pagar en recepción lo que se haya consumido y que las propinas son “voluntarias pero obligatorias”, que nadie va a ser perseguido por no darlas pero que en el espíritu del crucero está la obligación ética y moral de valorar el servicio que nos ha dado la tripulación cuyo sueldo no es muy elevado y que las propinas les son necesarias para que les salga rentable el largo tiempo que pasan fuera de casa y la cantidad de horas que trabajan en el barco.
En cada cabina, encima de la cama, hallaremos un sobre donde podemos introducir una cantidad que se estima en 8 euros diarios por cada crucerista. Así lo hago, considero que se lo merecen por su trabajo pendiente siempre de satisfacer a unos viajeros que han pagado mucho dinero por hacerlo. Es una manera de valorar su trabajo como si fuera extra. Además, a los dos camareros que nos han atendido todos los días en la mesa del comedor, les he dado personalmente una propina extra. Se la han merecido y es de bien nacidos, ser agradecidos.
Después de cumplir con todos, sólo nos quedaba hacer las maletas y decir como la canción infantil: «Vamos a la cama que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar«. Y así lo hicimos. Era nuestra última noche en el crucero.
8º Día.- Nos levantamos temprano, a las 6:00 h ya que, una vez desayunados tenemos que salir hacia el aeropuerto de Munich a las 7:45 h. Pero en esos momentos seguíamos navegando con el objetivo de llegar a Passau a las 7:30 h. Nada más atracar, al autobús todos los españoles juntos ya que vamos todos al mismo aeropuerto, aunque salgamos a distintas horas con diferentes destinos. Todavía, en esos momentos, teníamos pendiente la decisión de si ir a la ciudad o quedarnos en el aeropuerto. Yo lo tenía claro, mi intención era ir, aunque fuese en taxi que nos habían dicho que eran caros, y pasar un par de horas en la ciudad. También había un tren de cercanías, pero con este sistema tenías que estar pendiente de los horarios e incrementaba las posibilidades de no llegar al vuelo de vuelta..
Al final y de manera consensuada con Agustín y Luz tomamos la decisión más conservadora y, por precaución, de no ir y quedarnos deambulando por el aeropuerto. Cinco horas de tediosa espera en el que el único pasatiempo es ver pasar a la gente más diversa que lenta o de forma ligera tratan de ubicarse y encontrar su lugar de embarque. También hay tiendas de todo tipo, pero los precios, aunque nos los pudiésemos permitir, son abusivos. Desde un agua mineral de 30 cl. a 4 euros, una caña de cerveza por 8 euros y un par de salchichas por 19 euros. A las 14:00 h nos despedimos del matrimonio madrileño que nos ha hecho las cosas más fáciles y divertidas en este viaje. Quedamos en vernos en alguna de las visitas que hagamos a Madrid.
Con media hora de retraso, embarcamos y en menos de 2 horas estamos en Loiu en un vuelo sencillo y sin novedades. Llega la hora de las conclusiones.
CONCLUSIONES:
1.- Agencia.- Cuando tomamos la decisión de que fuese Byblos Tours el que nos agenciase el viaje, acertamos. Sabemos que es, quizá, el más caro pero hacen las cosas bien. Y así ha sido. Amagoia ha estado pendiente en todo momento facilitándose todas las gestiones y Mohamed, de «chapeau«, nos ha regalado la excursión opcional más cara y nos ha cogido un asiento en el avión para poder entrar los últimos y salir los primeros.
2.- El avión. Tanto la ida como la vuelta la hemos hecho con la Cía. alemana «Lufthansa«. Hubiese sido perfecto si las indicaciones y/o las incidencias de los vuelos los hubiesen hecho, también, en castellano o, incluso, en euskera ya que el vuelo salía y llegaba a Bilbao, nada de eso se ha producido. Alemán e inglés. En la vuelta, eñl embarque y el vuelo se retrasó media hora porque nadie quería colocarse en los asientos de emergencia. Aunque salimos un poco tarde, llegamos a Loiu a la hora debido al viento de cola que hubo durante todo el vuelo.
3.- El guía. Dani. Colombiano. Estuvo con nosotros desde el primer momento. Fuimos los primeros de los expedicionarios que llegamos a Munich y allí estaba esperándonos. Se le notaba novato, y nos lo dijo. Era el primer crucero que hacía. Quizá por eso, más que un guía fue un acompañante. Nos ayudaba en todo lo que le pedíamos, estaba cercano, pero, en mi opinión, le falta mucho para estar a la altura de lo que se puede exigir en un crucero de lujo como éste. Y si comparamos con los tres que tuvimos en nuestro anterior crucero por el Rhin, no tiene color. Pero hay que darle un voto de confianza.
4.- El barco.- De lujo. Nuevo, del 2024. Adecuado a las características de los cruceros que va a tener que hacer. Por ponerle algún pero, quizá las cabinas deberían ser un poco más grandes, pero para eso tendrían que anular un par de ellas por ambos lados y no saldría rentable. Muy silencioso. Todos los servicios a bordo, magníficos. Todas las cubiertas y interior, inmaculadas, limpieza total. La estancia fue agradable y sin lances extraños.
Cabina en la que estuvimos durante el crucero por el Danubio.- Amadeus Nova
5.- La comida.- Los desayunos de buffet, suficientes para lo que la gente, en general, requiere a una hora tan temprana como las 7:00 dela mañana. Nosotros no estamos acostumbrados a estas horas, pero una vez más, tengo que decir que el barco es de bandera alemana y que sus inquilinos, en su mayoría, son alemanes, por lo que poco hay que quejarse de esto. En cuanto a los horarios de comidas y cenas, digo lo mismo. Nos ha tocado adecuarnos y lo hemos hecho. En cuanto a lo que nos han servido, puedo decir que, en general, ha estado bien aunque como he reflejado ya antes, a partir del cuarto día se notó una mejoría apreciable. A pesar de indagar en ello, no conseguí una respuesta coherente. Sólo hubo un episodio, aunque sólo fuese para salir de la monotonía. En una de las cenas nos anunciaban en «Carta» que había «chuletillas de cordero» y tanto mi mujer como yo solicitamos las chuletillas. Cuando nos las sirvieron y tratamos de comerlas, masticarlas y engullirlas, no hubo manera. Aquello tenía de cordero lo que yo de oso pardo. Al ver el camarero que los dos las habíamos dejado en el plato, nos preguntó la causa. Se lo dijimos y él, de manera diligente, fue a decírselo al sobrecargo que inmediatamente vino a nuestro lado. Le dijimos nuestra opinión sobre las chuletillas y punto. No hubo más problema. Si no hubiesen preguntado, nosotros hubiésemos callado porque no dejaba de ser un incidente sin importancia. Por lo demás, comimos bien aunque a mí, personalmente, no me terminan de gustar los sabores de ese tipo de comida por las especias que llevan, a las que no estoy acostumbrado.
6.- La tripulación.- Muy profesional, desde el primero hasta el último. Los oficiales mostrando su pericia en el paso por las esclusas, que fueron muchas, a centímetros de las paredes laterales, los de cubierta realizando unas maniobras de atraque y desatraque limpias y rápidas, los recepcionistas, listos a todo lo que se les preguntaba aunque ninguno sabía castellano, los camareros, tanto del bar como de comedor, eficientes y atentos, y los de cocina, preparando desde muy temprano lo que luego debería de gustarnos y saciarnos. Sin tacha.
7.- La navegación.- El Danubio es un río ancho y llevaba bastante agua por lo que en ningún momento ha habido problemas de calado. Navegación suave, sin ruidos ni sobresaltos, pero excesiva. Quiero decir con esto que en este viaje ha primado la navegación (muchas horas) sobre lo realmente importante que son los sitios a visitar.
8.- Destinos.- Si exceptuamos Viena y Budapest, las demás localidades visitadas han merecido poco la pena. Todo es bonito, pero creo que en ese recorrido hay otros lugares a visitar con mucho más interés. Y de los stios visitados, nos han enseñado la mitad de la mitad y el tiempo libre que hemos tenido ha sido ínfimo por dos razones: los horarios de comidas y el excesivo tiempo de navegación no que no dejado espacio para las visitas imprescindibles.
9.- Excursiones opcionales.- Exceptuando la del Monasterio de Melk y la de el Parlamento de Budapest, el resto no han merecido la pena, e insistiendo, por las mismas dos razones antes expuestas. Sin tiempo suficiente para verlas con detenimiento. De prisa y de mala manera. Además de muy caras.
10.- El viaje.- Monótono y aburrido. Decepcionado. Esperaba más. El que hicimos por el Rhin le gana a éste por goleada. Gracias a la compañía que hemos tenido, a los cuales les estamos muy agradecidos por su simpatía y cercanía. Hemos congeniado de inmediato, nos hemos respetado la intimidad de cada pareja, pero su conversación amena y relajada y su saber estar nos han hecho que éste sea un viaje para no olvidar. Nuestro profundo agradecimiento por todo. Sin vosotros, el crucero hubiera sido muy aburrido. Hasta siempre.
Esto ha sido todo, nos quedan muchos cruceros fluviales como por el Ródano, el Sena, el Po y no me olvido el de por el Duero que sí o sí lo tendremos que hacer.