Javi Campo

Un Concierto en Madrid

En los últimos meses, por razones personales, tengo que viajar con más asiduidad a Madrid. Y la oferta cultural existente en la capital del reino no puede dejar indiferente a nadie. Cada cual con sus preferencias. Teatro, música clásica, tertulias, actos culturales alternativos, exposiciones en los múltiples museos, galerías de arte, librerías de lo viejo, etc...

Mis preferencias tienden hacia la música clásica y siempre que tengo oportunidad, menos de las que quisiera, no la desaprovecho para asistir a algún concierto que me llame la atención. Por otro lado, en algunas fases de mi vida acudí a múltiples cursos, cursillos, certámenes, en los cuales tuve la oportunidad de ir conociendo gente de ese mundillo. Gente, por lo general, maravillosa y encantadora por lo que siempre he tratado de cultivar esas amistades. Y, por supuesto, una de las facetas que más me gusta dentro del vasto elenco de la música clásica, es la coral.

No dejo de ponerme delante del televisor todos los sábados y domingos a las 8:00 h. de la mañana para escuchar a la Orquesta y Coro de RTVE o, excepcionalmente, a otras orquestas o ensembles que se programen. Tantos años viéndoles que ya les reconozco uno por uno. Cuando hay uno nuevo me doy cuenta enseguida, tanto en la orquesta como en el coro y mentalmente le doy la bienvenida.

Además, entre los miembros del Coro hay una persona entrañable, magnífica persona y un excelente director de coro, de los que sus coralistas están a muerte con él, se llama Juan Pablo de Juan y siempre se pone en la esquina para salir lo menos posible en pantalla. Sus conocimientos están a la altura de su humildad y modestia. La pena es que no tuve la oportunidad de saludarle pero no dudo que en otra próxima ocasión lo podré hacer. Además le debo una cena porque no se me olvida el detalle que tuvo con nosotros la última vez que estuvo en Algorta con el Coro de Jóvenes de Madrid donde dieron un concierto para no olvidar junto a otro de mis amores, el Biotz-Alai Abesbatza.

Como, entre mis quehaceres, me quedaban un par de horas libres, me acerqué al Teatro Monumental de la c/Atocha, sede de la Orquesta y Coro de RTVE. Y había concierto. Y variado. Con solista barítono, Coro y orquesta. Y saqué entrada. Nada más sacarla ví que se me acercaba un hombre hablando por el móvil. Mi sorpresa fue que, en cuanto me vió, dejó el móvil a un lado y vino a saludarme efusivamente. Hacía años, unos cuantos, que no nos veíamos, pero la amistad sincera puenteaba al tiempo. Era Marco Antonio García de Paz, a la sazón Director del Coro de RTVE desde 2021. Este asturiano de Luanco no ha llegado ahí por casualidad o porque tenga padrinos. Además de finalizar sus estudios de violín y dirección en Musikene, lo que ya da una pista sobre sus cualidades como músico, es el fundador de «El León de Oro«, coro de su pueblo natal y con cuyo nombre quiso rendir tributo a sus progenitores, dueños de un  Restaurante que así se llama y que fue en sus locales donde un grupo de amigos enemorados del canto coral iniciaron su andadura. Este coro lo ha ganado todo, su categoría queda reflejada en sus giras por todo el mundo y los múltiples concursos nacionales e internacionales  en los que ha dejado su impronta. Y en gran medida este paso previo y otros como profesor, docente y director de múltiples coros y orquestas como director invitado es lo que le han elevado al atril del Coro de RTVE.

Me transmitió, aparte de ofrecerme una entrada gratis, detalle que le honra, su ilusión por el puesto no exento de multitud de situación estresantes, cantidad ingente de estudio de obras conocidas y desconocidas y la dificultad de trabajar con un coro profesional de calidad contrastada, muy distinto de lo que es habitual, coros de aficionados de mayor o menor categoría. En definitiva, muy contento de poder vivir una apasionante aventura en Madrid y disfrutar de ella mientras dure, sin dejar el coro de sus amores, naturalmente.Scherzo | Marco Antonio García de Paz, a viva vozDespués de los saludos y de una breve conversación quedamos para hablar más, dentro del Teatro, y poder disfrutar juntos del Concierto. Y éste constaba de tres partes. La primera, consistía en una selección de 8 canciones a las que GUSTAV MAHLER puso música y  cuyo título en alemán es «Des Knaben wunderhorn» que se pude traducir por «El cuerno maravilloso del muchacho«, alegoría del cuerno de la abundancia y cuyos orígenes son 21 viejos poemas populares alemanes en los que el amor, la guerra, la pobreza, el vagar por los caminos, la felicidad doméstica, la ironía, todo, parece tener cabida desde la época medieval hasta la Guerra de los Treinta años, ese terrible y desolador episodio que se nos suele olvidar a los periféricos pero que tanta importancia tuvo para Europa.

Tan importantes fueron para él que desde las canciones pasaron a determinados momentos de sus Sinfonías, hasta el punto de que su rastro es perfectamente reconocible en la 2ª,3ª y 4ª de entre ellas. Mahler no es un folclorista ni un estudioso y el uso de «Des Knaben Wunderhorn» se asocia a una tradición literaria y musical que le gusta y le honra.

En la voz del barítono Michael Nagy, un alemán de raíces húngaras, que ha desfilado su voz ya por todo el mundo y que es muy solicitado como cantante de conciertos y oratorios,  escuchamos 8 canciones de las 21 de aquellos textos, con el acompañamiento orquestal de los titulares del Teatro Monumental, sin ningún tipo de orden prefijado ya que el compositor sugirió en su día que fuesen los propios intérpretes quienes decidiesen la secuencia que estimasen más oportuna. Aunque lógicamente los textos están en alemán, en el programa de mano que se nos entregó a la entrada, vienen sus traducciones por lo que se pueden seguir perfectamente.

Michael Nagy: "Ich lege gerne Worte auf Waagschalen" - Theater an der ...

Mi impresión es que comenzó un poco frío, no llegando con la claridad exigida ni a las notas más graves ni a las más agudas, defecto que fue corrigiendo según avanzaban las canciones e iba poniendo la voz en su sitio. Era evidente que en las notas medias era donde se encontraba más cómodo. Llamaba la atención la posición de sus brazos y manos durante el canto, posición que le ayudará seguramente para conseguir una voz clara y cálida, con buen fraseo y bella para escuchar con agrado. La orquesta, con Pietari Inkinen en la dirección, como suele ser habitual, perfecta. El finlandés ha sido director titular de la Orquesta Filarmónica de la Radio Alemana (DRP), desde septiembre de 2017, donde su contrato se ha extendido recientemente hasta junio de 2025. Gesto comedido y experto, supo dibujar un sonido nada rígido, muy sensual cuando se necesitaba, un buen equilibrio entre las cuerdas y con la energía necesaria para envolver la voz del barítono solista sin ahogarla.

Pietari-Inkinen

La maravillosa y poco interpretada «Canción del vagabundo y la tormenta«, de Richard Strauss con texto de un jóven  Goethe, abrió la segunda parte del concierto de esta semana de la OCRTVE, una pieza que compuso cuando sólo tenía 20 años,  que remite a las grandes muestras sinfónico-corales de Johannes Brahms. Strauss, divagaciones aparte sobre sus sentimientos personales o ideología, tiene una grandeza musical que en la actualidad es indiscutida. «Su obra es un meteoro que cautiva a todos con su fuerza y su brillo, incluso a aquellos que no la aprecian«, le escribió el literato francés Romain Rolland. Pero no siempre fue así y a las pruebas recopiladas por Nicolás Slonimski en su libro «Repertorio de vituperios musicales» que yo he recogido, entre otros, en mi libro «Críticas y críticos de la música clásica» me remito. En este libro, el autor realiza un recorrido venenoso por las críticas que, en su día de estreno, merecieron obras tan significativas como «Guillermo Tell», «Así habló Zaratustra», «Don Quijote», «Una vida de héroe», «Salomé», «Electra». Nos resulta increible que, con el paso del tiempo, esas lacerantes críticas se hayan tornado en la búsqueda, por parte de los críticos actuales, de excelsas palabras para alabar toda su obra. La música de Richard Strauss atrapa. El director y compositor alemán concibió como nadie a la orquesta como un instrumento y yo añadiría que, en esta obra de la «Canción del vagabundo y la tormenta» en re menor, también al coro al que tiene, ante todo a las sopranos, en lo más alto de su posible tesitura vocal, en tono y volúmen.

El inicio, con la orquesta y coro a todo volúmen, la audición no era nada clara, cuando las seis voces están cantando distinta letra cada una y aunque casi toda ella se mueve en un «fortíssimo«, destacan las partes de las voces graves interpretando al unísono en una tesitura cómoda para ellos y en un «piano» muy sugerente. En su conjunto me pareció una obra imponente para la que no estaba preparado. Era la primera vez que la escuchaba y me sorprendió su magnificencia.

La tercera parte del concierto fue otra obra de Strauss, «Don Juan«, opus 20 estrenada y dirigida por él mismo el 11/11/1889 en Weimar y dicen que fue el primer gran éxito absoluto del compositor. Si nos atenemos a los críticos de la época, aunque reconocen que algunas personas hablan con entusiasmo de esta obra, otras lo consideran simplemente repulsiva, las notas más altas del violín, dicen, desgarran los oídos y expresaban reiteradamente que era necesaria una reacción del público asistente con asiduidad a los conciertos para garantizar el retorno a una música saludable y musical. Hubo críticos que con el paso del tiempo y ante una nueva lectura o audición de la partitura se desdijeron de lo dicho anteriormente proponiéndola en términos de composición audaz y brillante, un tema muy expresivo así como su tratamiento, de una insolencia fascinante e irresistible. El caso es que «Don Juan» contiene ya definitivamente las características esenciales de un compositor cuya obra completa atravesó dos siglos. Y ese era el verdadero problema para los críticos. El cambio de ciclo en la músical casi a la par del siglo, el paso del barroco y del clasicismo al romanticismo les quedaba grande.

En definitiva, me pareció una música estimulante, luminosa y con visos de tragedia, con momentos brillantes del oboe y las trompas, momentos extraordinariamente intensos en una música que, además, exige a la orquesta un esfuerzo continuado y un virtuosismo a toda prueba.

Cuando terminó el concierto, me fui, satisfecho y relajado, a disfrutar de un maravilloso nieto de cinco meses con el que me ha regalado mi hijo. La conjunción de buena música clásica y la sonrisa de un niño. ¡Qué más se puede pedir!

 

 

 

 

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Javi

Sobre mí

«El que haya elegido Getxo para vivir, siempre tendrá la sensación de haber elegido bien».

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