Javi Campo

Cervantes y los Trinitarios

Es frustrante que te pongas a buscar datos de un personaje no excesivamente conocido en todas las redes sociales actuales, en los links, enlaces, twits, bibliotecas digitales, etc… y no encuentres nada o solamente unas líneas. Si es relativamente actual puedes acudir a la familia o amigos que, amablemente en la mayoría de los casos, te ayudarán en todo lo que tú quieras con todo lujo de detalles, lo que es de agradecer. Pero también te encuentras con personajes tan conocidos, tan famosos, tan populares, tan sublimados por plumillas de toda condición, tan repasados, que se hace muy complicado deslindar el grano del polvo y la paja, lo que pueda acercarse a la verdad o cuánto hay de fantasía en lo escrito y leído, resolver lo que pueda resultar más interesante para el lector o reducir lo publicado sobre él a unas pocas cuartillas y que resulte coherente.

Este es el caso de Cervantes y su Quijote que ha traspasado fronteras naturales e idiomáticas al haberse traducido a un sinfín de idiomas. Tanto su vida como su obra literaria completa han sido abordadas desde los enfoques más dispares, con críticas más o menos veladas, con argumentos ortodoxos o heterodoxos, intentando expresarlos, a veces, con propósitos hagiográficos o con sensacionalismos más o menos baratos, acumulando una cosecha bibliográfica imposible de abarcar, aunque todavía no se ha logrado resolver multitud de interrogantes y enigmas que su vida procura.

Vamos a dejar a un lado su biografía porque lo que nos interesa aquí, y es la pregunta clave, ¡qué hubiera pasado si Cervantes no hubiera escrito «el Quijote» o, un poco más allá, si no hubiera podido escribir «el Quijote»! Porque esta posibilidad existió y estuvo muy cerca de ocurrir. El P. Domingo de la Asunción, en uno de sus artículos publicados en la Revista Trinitaria «El Santo Trisagio«, afirma que: «Sin hipérbole alguna podemos decir que, si se escribió tan inmortal obra, es porque la libertad y el renacimiento a las letras patrias del peregrino genio, se lo debemos al P. Gil, a la orden trinitaria, cuya gloriosa historia redentora irá siempre unida con vínculos indisolubles a la de Cervantes, en los momentos de la más culminante epopeya de su vida, y a la que, por este motivo, con verdad puede enorgullecerse llamándose su segunda madre«. Rimbombante frase, propia de los escritos de siglos pretéritos, pero con la que deja claro su opinión de que si no llega a ser por el fraile trinitario, Cervantes hubiese sido, antes y ahora, un perfecto desconocido.

En unas fechas en las que se ha reactivado la controversia y la polémica de si es difícil de leer «el Quijote» y más difícil de entender, es conveniente saber que si se escribió fue porque su entorno familiar, sus hermanos y su madre, así como algunos amigos de la familia se empeñaron en pagar su rescate y dos frailes trinitarios lograron, una vez conseguido el dinero del rescate, convencer a su dueño, para que lo dejase en libertad. Y no conviene olvidar las fechas en que se escribió, sin ninguna regla ortográfica que seguir y en un castellano muy de la época lo que hace que sea complicado de comprender.

Nuestra misión, aquí, será recordar y poner en valor la relación entre Cervantes y la Orden Trinitaria por lo que no es nuestro objetivo historiar toda su vida y milagros de la que ya se han ocupado muchas plumas más dignas y afamadas que la mía, sino exclusivamente narrar lo que sucedió para que Cervantes estuviera cautivo durante más de cinco años en Argel y cómo fue su redención del cautiverio íntimamente ligado a aquella.

Sólo un apunte para aclarar un punto controvertido más por ignorancia que por otra cosa. De la batalla naval de Lepanto no salió indemne sino que salió herido de tres arcabuzazos, dos en el pecho y otro en la mano izquierda, que quedó inútil para siempre al seccionarle un trozo de plomo el nervio. Por lo tanto, no le amputaron la mano sino que le quedó anquilosada con una movilidad muy reducida.

Por otra parte, en un mundo inculto (no me retracto) como el actual en el que no es necesario saber ni aprender nada porque toda la sabiduría está encerrada en un aparato de 5 X 10 cms que llevas prácticamente adherido a tu mano, ¿a quién le importa su legado más allá de “El Quijote”?¿ Cuántos sabemos el título de alguna otra obra del insigne escritor? Y eso que fue escritor prolífico a pesar de los lances y avatares de su azarosa existencia. Hay una frase latina que todos hemos oído alguna vez que dice “Nihil novum sub sole”. “Nada nuevo bajo el sol” para intentar decir que todo lo que ha ocurrido, ocurre o está por ocurrir, ya habrá acontecido antes. En sus escritos, Cervantes describirá con claridad meridiana a través de un fino humor o si se quiere ironía, alguno diría hasta con socarronería e incluso con un cinismo soterrado, circunstancias o sucesos que se asemejan en gran medida a lo que está sucediendo hoy en nuestra sociedad, sólo necesitan un ligero movimiento de traslación en el tiempo. Nada ha cambiado, sólo el oropel exterior y los mass media.Desde hace más de doscientos años, Cervantes siempre ha sido un escritor contemporáneo. Nunca ha perdido esa virtud. Nunca ha perdido el contacto interior con los lectores. Nos habla desde dentro de nosotros, y por esta razón ha sido, al mismo tiempo, compañero y contemporáneo. Su lectura es imprescindible porque aún tiene una actualidad sugestiva, misteriosa y profética». Frase de Luis Rosales, poeta brillante de la Generación del 36, que corrobora todo lo dicho anteriormente.

En esta misma línea, el incremento que en estos tiempos se está “sufriendo” en nuestra sociedad de un turismo recubierto de una ligerísima pátina de cultura, en contraposición al turismo playero y multitudinario, han conseguido que las Agencias de Viaje, utilicen la imaginación y el marketing para ensayar rutas que tienen por hilo conductor los escritos de Cervantes y sigan las huellas de los caminos y andurriales por donde éste recreó las aventuras caballerescas de Don Alonso Quijano y Sancho Panza. El turista común se irá con la impresión de que el Ingenioso Hidalgo y su fiel escudero, realmente recorrieron esos caminos y corrieron esas aventuras, sin percatarse de que son personajes de ficción que salieron de la mente calenturienta de un escritor universal.

                                              Casa natal de Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares.- Foto: Autor

Ante sus sucesivas quejas por no conseguir lo que por méritos de guerra creía que le correspondía, los mandos militares le conceden licencia para volver desde Italia a su patria, tan pobre como se había ido. No pasó de soldado raso a pesar de las cartas de recomendación firmadas por Juan de Austria y por el Virrey de Nápoles para presentarlas ante Felipe II instándole a que le fuese concedido el cargo de Alférez o Capitán por su valiente actuación en la batalla de Lepanto y otras, con lo cual hubiese conseguido una situación social y económica más elevada. De todas formas su larga estancia en Italia propició el brote de su vocación dramática que no pudo culminar hasta el regreso de su cautiverio.

Con esa esperanza embarca Miguel, junto a su hermano Rodrigo, en la galera llamada El Sol que junto a otras tres naves más parten de Nápoles el 7/9/1575. Las naos bordean la costa italiana pero una tempestad a la altura de Port-de-Bouc, cerca de Marsella, las desvía, quedándose la galera El Sol sola, iniciándose de esta manera una infortunada y larga peripecia para Cervantes y sus acompañantes, entre ellos su hermano. Aunque tratan de reencontrarse con las otras tres goletas, no lo consiguen y a la altura de las costas catalanas, no lejos de Cadaqués o quizá Palamós, son abordados por tres galeras berberiscas. Tras negarse a rendirse y oponiendo mucha resistencia, al final, los supervivientes caen en manos del corsario Arnaut Mamí poniendo rumbo a Argel. Era el 26/9/1575, Cervantes tenía 28 años y a pesar de estar encadenado se puede permitir el admirar esa  ciudad de más de 150.000 habitantes, llena de actividad y en pleno desarrollo que le llevará, 50 años más tarde a su pleno apogeo.

Las cartas de recomendación que llevaba por su buen expediente militar, salvaron la vida a Cervantes al pensar sus captores que quizá fuera una personalidad, pero serían, a la vez, la causa de lo prolongado de su cautiverio: Mamí, apodado El Cojo, convencido de hallarse ante una persona principal y de recursos, de quien se podría conseguir un buen rescate, le convirtió en su esclavo y le mantuvo apartado del habitual canje de prisioneros y del tráfico de esclavos corriente entre turcos y cristianos. Tasaron su rescate en 500 escudos de oro, cantidad imposible de conseguir para la familia de Cervantes. Esta circunstancia y su mano lisiada lo eximieron de ir a las galeras. No hay mal que por bien no venga.

Fueron cinco años de cautiverio en los que su posición de cautivo en los baños argelinos le permite cierta ociosidad y libertad. De esa manera puede contemplar, desde cerca, una ciudad abigarrada, mezcla de culturas, religiones y escalas sociales diferenciadas pero en una conveniente buena armonía y una cohabitación pacífica entre las distintas comunidades. Eso no es óbice para que trate en varias ocasiones de fugarse, cuatro en concreto, todas ellas sin éxito.  Desde España, sus padres, conocedores de la situación de sus hijos, inician gestiones para su liberación, obteniendo una suma importante de dinero por la venta de parte de su patrimonio, a lo que le añaden un préstamo que consigue la madre. Los encargados de pagar el rescate son tres frailes mercedarios. Pero Dalí Mamí, dueño de los hermanos Cervantes, eleva el importe del rescate por lo que Miguel toma una decisión heroica, y antepone la liberación de su hermano Rodrigo a la suya misma. Necesitaba que Rodrigo estuviese en la península para llevar a cabo un plan perfectamente diseñado que le asegurase la fuga.

                                               Interior de la casa natal de Cervantes en Alcalá de Henares.- Foto: Museo

De nuevo, en 1579 y viendo que no le llegaba la ansiada libertad, realiza un cuarto intento de fuga en el que se trataba de armar una fragata en Argel para intentar alcanzar la costa española con unos sesenta pasajeros, todos ellos compañeros de infortunio. Una nueva delación, realizada por un renegado de origen florentino llamado Cayban, frustra la empresa y Cervantes, otra vez, se responsabiliza de todo y se entrega a Hasán quien le perdona la vida y lo encarcela en sus baños durante otros cinco meses. No sólo le salva sino que al regreso de Dalí Mamí a Argel, verdadero dueño de Cervantes, Hasán le compra su esclavo al precio fijado por aquel: Quinientos escudos de oro.

El 21 de mayo de 1579 el Consejo Provincial de Castilla de la Orden Trinitaria, reunido en Medina del Campo, nombra a fr. Juan Gil, que era procurador general de la Orden, redentor general, y le otorga un poder para que acompañe a fr. Antón de la BellaMinistro de Baeza y Redentor de la Provincia de Andalucía, a rescatar cautivos cristianos a Argel. En cartas fechadas en Madrid a 12 y 13 de agosto de 1579, Felipe II da licencia a los redentores y comisión para ir a Argel a rescatar cautivos y para recibir y cobrar las mandas, caridades y limosnas que se hacen, así de testamentos y últimas voluntades, como entre vivos, para la dicha redención de cautivos.

Los dos frailes redentores se ponen entonces a la tarea de recaudar fondos para la misión de liberar a los cautivos, objetivo primigenio de la Orden. Los fondos se obtuvieron por distintos conductos, siendo la partida más importante detraida de la «Tertia Pars» que todo religioso trinitario debe de entregar de lo que tuviere, según manda la Regla de la Orden, escrita por San Juan de Mata y aprobada por Inocencio III, así como de todos los bienes que se recibieren en cada Casa de la Santísima Trinidad, habrá de separarse la tercera parte para destinarla a la redención de cautivos.

El resto se recaudó en distintas fuentes, siendo la principal la que entregó el propio Felipe II, del legado que dejó exclusivamente para la redención de cautivos un soldado llamado Francisco de Carabanchel, el obispo de Lugo también realizó su aportación, el Consejo Real de Indias, el Consejo de la Órdenes Militares, se realizaron colectas en Toledo, Salamanca, Villalón, Talavera de la Reina, Badajoz, Sevilla, Écija y en Córdoba, Jaén y Baeza ​compraron grana y paños finos que tiñeron en Valencia para regalar a los principales señores de Argel y venderlos después para aumentar el fondo de la redención en 103.000 maravedíes.

El clérigo portugués Antonio de Sosa, teólogo y escritor, también cautivo en Argel, muy conocedor de la cultura humanística y de la poesía, mantuvo allí una verdadera amistad con Cervantes,  en el que claramente influirá de manera decisiva para que éste continuase escribiendo. Empieza una amistad que durará cuatro años entre un hombre de una gran cultura y un joven con inquietudes deseoso de conocer y escribir de lo aprendido. «Cervantes tuvo que haber escrito en Argel, esto es seguro«, dice el doctor Antonio de Sosa que escribió la obra «Topografía e Historia de Argel» en la que describe «las grandes miserias, sufrimientos, tormentos y martirios sufridos por los prisioneros cristianos a mano de los moros y turcos, especialmente en Argel«. Debió de ser su oyente porque testifica que Cervantes compuso poesías y otras obras durante su confinamiento y que se las mostraba, pero, «lamentablemente, no hay documentos que lo aseveren o lo nieguen«, observa Adriana Lassel, hispanista de orígen chileno.

Sosa no sólo fue uno de los mejores amigos y confidente de Cervantes en el cautiverio con quien consultaba no sólo sus planes y proyectos de fuga así como también sus versos y composiciones literarias, sino también su primer biógrafo y el testigo de s peso, por su estatus como teólogo y hombre de la Iglesia de lo allí sucedido.

Los 5 años que pasó Cervantes, tanto en la ciudad como en los baños de Argel, fueron decisivos en la formación de su conciencia de escritor de la misma manera que contribuyeron poderosamente al despliegue de su actividad literaria y creadora y la afirmación de su fe religiosa frente a la opción, que le fue propuesta, de renegar lo que hubiera supuesto su libertad inmediata. Uno se pregunta si Cervantes hubiera podido convertirse en el gran creador literario que fue de no haber sufrido la experiencia traumática del cautiverio argelino. 

Pero ¿inició la escritura del Quijote durante su cautiverio o, simplemente le fue dando forma en su mente? Como nos recuerda el mismo Cervantes en el Prólogo a la primera parte de «Don Quijote», su gran novela «se engendró en una cárcel«. Lo que no dice es en cuál de ellas, aunque lo suponemos, ya que, en su vida, pasó por varias cárceles por diversos motivos.

Cervantes era cautivo de rescate, y por lo tanto su tratamiento era menos duro y además gozaba de libertad de movimiento para pasearse por la ciudad. Desde este punto de vista, pudo tener acceso a las bibliotecas y pudo tener tiempo para escribir aunque lo que sí queda meridianamente claro es que el impacto de esta experiencia traumática en sus obras de ficción, desde las primeras creaciones dramáticas y narrativas escritas después de su liberación hasta su novela póstuma, habla continuamente de todo aquello que le quedó indeleblemente grabado en su mente y esto lo plasma a través de su obra, incluido «el Quijote». 

                               Argel, reconstrucción del baño del Rey. Aguafuerte de Vallejo
                     Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra. Luis Astrana Marín
                                               Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Si nos atenemos a esto, aunque aquel día hubiese embarcado definitivamente con Hassan Pachá y su retorno a España hubiera sido imposible por el momento, queda meridianamente claro para mí que, de una manera u otra, Cervantes hubiera encontrado el modo de escribir todo lo que escribió después de su rescate, desde «El trato de Argel» o la «Galatea» hasta el «Persiles«, pasando indiscutiblemente por «el Quijote» aunque las condiciones del cautiverio hubieran sido extremadamente más penosas en Constantinopla que en Argel. Otra cuestión es cómo hubiera conseguido su edición impresa.

Fray Juan Gil, comendador de la Orden de la Santísima Trinidad y jefe de la misión de rescate trinitaria, no lo trataba a Sosa «con familiaridad» sino que se comunicaba a menudo
con él durante sus estancias en Argel por lo que estaba al tanto de todo lo que sucedía durante sus ausencias.
El alférez Luis de Pedrosa, residente de Marbella se presenta como un admirador entusiasta de Cervantes: «En todo Argel, aunque haya otros caballeros tan buenos como él, en extremos tiene especial gracia en todo, porque es tan discreto y avispado que pocos hay que le lleguen». Pedrosa está especialmente impresionado por las relaciones de Cervantes con «caballeros, letrados, comendadores y capitanes religiosos». Confirma que fray Juan Gil, jefe de la misión de rescate trinitaria, entonces en Argel, no sólo gustaba de conversar con Miguel de Cervantes sino que a menudo lo invitaba a su mesa; por ejemplo,el 14 octubre de 1580,«este testigo ha sabido que hoy, en este dicho día, le convidó a comer«. El énfasis del testimonio del testigo «hoy , en este dicho día» sugiere cuánta era su sorpresa por la invitación.
Los incesantes esfuerzos del cirujano Rodrigo de Cervantes y de su esposa Leonor de Cortinas por rescatar a sus hijos vendiendo sus pertenencias e intentando conseguir subsidios del  Consejo de Castilla y del Consejo Real eran en vano. La madre de Cervantes haciéndose pasar por viuda solicitó un préstamo del Consejo de la Cruzada. El 15 de diciembre de 1576 recibió un préstamo de 60 ducados para el rescate de sus hijos Miguel y Rodrigo. Ya hemos examinado el rescate de Rodrigo en 1577 y la intervención de Miguel en este asunto mediante su solicitud a los frailes mercedarios para que rescataran primero a su hermano, cosa que consiguieron. Rodrigo dejó Argel el 24 de agosto de 1577 acompañado de un contingente de 106 cautivos rescatados.
En marzo de 1578 Rodrigo padre presentó ante el Consejo de Castilla un nuevo recurso para un subsidio apoyado por una declaración en que varios testigos daban fe de los servicios militares de Miguel, su heroismo en la batalla de Lepanto y su cautiverio en Argel. Aparentemente esto no surtió efecto.Un año después la madre de Cervantes solicitó al Consejo de la Cruzada que se aplazara el pago de los 3 ducados que tenia asignados para el rescate de su hijo Miguel así como un subsidio adicional de 500 ducados. En julio de 1579, Leonor de Cortinas, haciéndose pasar nuevamente por viuda, le hizo llegar a fray Juan Gil, procurador general de la Orden de la Santa Trinidad, la suma de 250 ducados para el rescate de su hijo Miguel, «que es de edad de
33 años, manco de la mano izquierda y barbirrubio». En los testimonios vertidos entre 1575 y 1580, Leonor apareció diez veces ante diferentes notarios públicos, cuatro de las cuales haciéndose pasar por viuda, demostrando un gran ingenio y celo en sus gestiones, como sugiere su solicitud presentada al Consejo de Guerra para exportar a Argel mercancías por 8.000 ducados desde Valencia.
La hermana de Miguel, Andrea de Cervantes, contribucon 50 ducados en el rescate de su hermano, lo cual elela suma recibida por los trinitarios a 300 ducados.Esto fue todo lo que Leonor de Cortinas y su familia pudieron conseguir en estos años pese a sus arduos esfuerzos.
La Orden de la Santa Trinidad gestionaba el rescate de cautivos cristianos con dinero de la caridad así como con financiación privada y pública.En consecuencia, el 4 de septiembre de 1579, Felipe ordenó que el tesorero de la Cruzada diese a fray Juan Gil 190.000 maravedíes, suma que debía gastar y distribuir con el único objetivo de rescatar cristianos que perteneciesen a su reino.
En 1765 el Ministro fray Alonso Cano dio testimonio de lo que resultaba sobre el rescate de Cervantes en el Libro de Redención de cautivos de Argel, recibo y empleo que hicieron los MM. RR. PP. fray Juan Gil y fray Antonio de la Vella.
La partida de cargo copiada á la letra es esta:
«Después de lo susodicho, en la dicha villa de Madrid á 31 dias del mes de Julio del dicho año de 1579, en presencia de mí el Notario y testigos recibieron los dichos Padres fray Juan Gil y
fray Antonio de la Vélla, 300 ducados de á 11 reales cada un ducado, que suman 112-500 maravedís: los 250 ducados de manos de doña Leonor de Cortinas, viuda, mujer que fué de Rodrigo de Cervantes y los 50 ducados de doña Andrea de Cervantes, vecinos de Alcalá, estantes en esta Corte, para ayuda del rescate de Miguel de Cervantes, vecino de la dicha villa, hijo y
hermano de las susodichas, que está cautivo en Argel en poder de Ali Mami, capitán de los bajeles de la Armada del rey de Argel, que es de edad de 33 años, manco de la mano izquierda, y de ello otorgaron dos obligaciones y cartas de pago y recibo de los dichos maravedís ante mí el presente Notario, siendo testigos Juan de Cuadros y Juan de la Peña Corredor y Juan Fernandez, estantes en esta Corte, en fé de lo cual lo firmaron dichos testigos y Religiosos é yo el dicho Notario: Fray Juan Gil: Fray Antonio de la Vella: Pasó ante mí, Pedro de Anaya y
Zuñiga«.
Durante los meses de junio y julio de 1580 los trinitarios lograron rescatar a 108 esclavos cristianos que regresaron a España en agosto. En los dos meses siguientes, fray Juan Gil consiguió rescatar a siete cautivos importantes de Hasan, entre ellos a Diego de Benavides cuyo testimonio leimos anteriormente en el acta notarial de su rescate que fue firmada por Cervantes como testigo y puede leerse en los documentos recogidos por Krzysztof Sliwa, Doctor de Literatura Española por la Universidad de Florida. Y sin embargo, pese a sus infinitas gestiones, fray Juan Gil no logró negociar el rescate de Cervantes. Hasan afirmó que puesto que él tenía a los cautivos más selectos no soltaría a ninguno de estos caballeros por menos de 500 escudos de oro, pero en oro español.
El 19 de septiembre de 1580 Hasan se aprestaba a zarpar hacia Constantinopla con cuatro galeras rebosantes de esclavos y de renegados, y siete más de la flota otomana. Entre las galeras turcas estaba la «San Pablo«, capturada de la Orden de Malta que llevaba a Ramad Pachá quien acompañaba a Hasan a la «Sublime Puerta» donde anunciaba sus decisiones y edictos en la entrada de su palacio. Miguel de Cervantes estaba ya en uno de esos galeones «con dos cadenas y unos grillos«. Ante la inmediatez de su marcha, Fray Juan Gil decide añadir fondos destinados para los cautivos que aún no habían aparecido, a los 280 escudos aún en su poder del dinero enviado por la familia de Cervantes. A cambio de Jerónimo de Palafox cuyo precio había sido fijado en 1.000 escudos de oro, fray Juan Gil ofreció 500 escudos por Miguel de Cervantes. Hasan aceptó tras múltiples «ruegos e importunaciones» pero a condición de que los 500 escudos fueran pagados en oro español. Mientras las galeras se preparaban para zarpar el monje corrió a comprar el oro español de los mercaderes  judíos volviendo justo a tiempo para liberar a Cervantes.Ese mismo día Hasan zarpó para Constantinopla.
Fray Juan Gil, monumento en Arévalo
El 27/10/1580, una vez liberado, Cervantes arriba a las costas españolas y desembarca en Denia. Su cautiverio ha durando cinco años y un mes. Unos días después reciben en Valencia, él y sus compañeros liberados, una calurosa acogida y van en procesión, como había prometido, a la Catedral para realizar una ceremonia de Acción de Gracias.
Si hacemos cuenta desde un aspecto puramente humano, D. Antonio de Sosa afirma que si fray Juan Gil no hubiera rescatado a Cervantes ese mismo día 19 de septiembre de 1580, en que su amo Azán Bajá zarpó con todos sus esclavos para Constantinopla,  quizás el cautivo «nunca hubiera conseguido la libertad». Sin duda, en el caso de los cautivos españoles, la transferencia a Constantinopla u otras ciudades del Imperio Otomano suponía un confinamiento perpetuo. Las Órdenes Redentoras no llegaban al Mediterráneo oriental  y las misiones de mercaderes peninsulares o italianos que a menudo ayudaban a liberar a los esclavos cristianos no eran siquiera frecuentes allí,  de modo que estos cautivos probablemente nunca volvían a ver a sus familias.
Fue intención del fraile liberar a otros 8 caballeros para los que llevaba una cierta cantidad entregada por sus familias para su liberación pero Azán Bajá le pidió para ello una cantidad que no poseía. Dada su amistad personal con Cervantes y su familia, prefirió centrarse en conseguir los medios para su rescate únicamente.
Tres semanas más tarde, el 10 de octubre de 1580, Miguel de Cervantes le pidió a fray Juan Gil, en representación del Rey de España en Argel, que abriera una información de su cautiverio, vida y hábitos para ser presentada, de ser requerida, ante el Consejo Real «para la concesión de mercedes«. Como hemos visto, éste era un procedimiento rutinario para los cautivos que regresaban de Berbería, que es el término que los europeos utilizaron desde el siglo XVI hasta el XIX para referirse a las regiones costeras de Marruecos.
Después de los números expuestos, con la dificultad que ello requiere para efectuar y entender la moneda y sus cambios, bien puede asegurarse que Cervantes quedó en deuda con la Orden por las 564 doblas y 25 asperos, deuda que hay indicios para suponer «satisfaría en 1584 vendiendo el derecho de exportar para Argel 2000 ducados de mercaderías lícitas«, cuando la segunda expedición de las tres que hizo fray Juan Gil a tan hospitalaria ciudad, pero la orden no quedó en deuda con los argelinos sino que pagó, íntegra, la cantidad solicitada en el mismo momento del rescate.

                                                   Portada de la edición facsímil de la 1ª parte de “El Quijote” de 1605.

Frisa los cincuenta años de edad cuando las cuentas de su gestión recaudatoria, en su oficio de tenedor de libros, es decir, contable, lo conducen al presentar irregularidades, una vez más, a la cárcel. Probablemente allí se vio condenado a la promiscuidad de los dormitorios comunes y a la magra pitanza de quienes no tenían con qué mejorar la comida. En ese ambiente es capaz de huir con lo que los psicólogos de hoy llaman la intervención paradójica: sólo lo contrario de lo que quiero decir puede expresar lo que siento. La idea es también romántica: «don Quijote dado a luz en una cárcel de Sevilla«. Es difícil imaginar que, sin las penurias que padeció en Sevilla y los personajes que conoció en aquella prisión repleta de toda suerte de reos, hubiese encontrado la materia prima de su obra maestra.

Ese es el momento clave, el decisivo,  desengañado de todos y de todo y sin esperar nada de nadie, tan irónico como serio, tan compasivo como exigente, tan libre como condicionado, tan grotesco como sublime, tan real como ilusorio, escribe, relajado y sin prisas, desengañado y sin esperanzas, uno de los mejores libros del mundo y de cualquier tiempo.

¿Cómo se podría definir a Miguel de Cervantes tras una lectura de El Quijote en busca de su personalidad? Es un escritor rebelde, insurrecto, subversivo con la estética. Subvierte, en primer lugar, sus señas de identidad. Su adscripción se mantiene permanentemente quebrada, hace aguas. Subvierte, en segundo lugar, el principio de integración ciudadana, el principio de convivencia. Es un hombre del mundo fuera del mundo, muy a pesar suyo, añadiremos. Con voluntad o sin ella vive aislado de la gente, en una burbuja inviolable que le facilita su pacífica observación. Subvierte, en tercer lugar, el principio de ascenso social mediante el éxito, porque es un hombre frustrado que se despide de la vida con una sonrisa triste y melancólica. Subvierte,
por último, porque inventa un nuevo pódium de observación, el principio de la perspectiva inmersa, y logra situarse en un lugar único, tan distinto como distante, para observar el mundo. Esta última subversión es su principal privilegio. Sólo le faltaba, y lo hizo, dejar su testamento literario para perpetuarse por el orbe y por los tiempos desde su publicación hasta su cuarto centenario, y desde el cuarto centenario acaecido en el 2016, hasta la eternidad.

 

Ya desde el derecho romano se establecían normas y cautelas para el rescate de cautivos y fue cosa que se practicó habitualmente a lo largo de siglos. La orden trinitaria lo hace desde el siglo XII por lo que no es nada extraño que algunos frailes viajasen hasta Argel, lugar donde sabían que había miles de cristianos cautivos. Es admirable la idea y la resolución de ir a tierras de moros a rescatar cautivos con el hábito por montera, unas sandalias y una bolsa con doblas y doblones cosida al cuerpo y el riesgo estadísticamente cierto que eso suponía. Y aquel cuarto voto, que roza lo sublime, de quedarse en ciertos casos en lugar del cautivo si el dinero no daba para rescatarlo. Larga y admirable lista de Trinitarios yendo y viniendo con dineros y cautivos hasta hace bien poco, literalmente hasta ayer por la tarde, porque cautivos sigue habiendo y todavía hoy se compran con rescate.

Sin duda fue un trabajo rentable el de los trinitarios, no para ellos sino para los propios rescatados del cautiverio, sobre todo diría yo el de Juan Gil, sin el cual es probable que un tal Miguel de Cervantes Saavedra sería hoy un perfecto desconocido muerto en esclavitud en Constantinopla. Esto es lo que opinan muchos de los que han tomado su pluma para opinar. Aunque yo, disiento. Conociendo la azarosa vida de D. Miguel,  soy de la opinión de que, si el buen fraile no hubiese conseguido en el último instante la cantidad suficiente para convencer a Azán Bajá, dueño del insigne escritor y éste hubiese continuado cautivo, ya hubiera encontrado la forma o bien de escapar o bien de hacer llegar a personas amigas lo que hubiese escrito en cautiverio. Cervantes era audaz y listo y, en contra de la opinión de la mayoría, tengo el convencimiento de que «el Quijote» hubiera sido escrito aunque quizá no de la misma manera.

En cuanto a su connivencia con los trinitarios, ésta fue no sólo protocolaria, fue más al fondo y continuó de tal manera una vez liberado que, próximo a trasponer los umbrales de su existencia, quiso y dispuso el genial autor que la Orden Trinitaria fuese «el custodio, depositaría y puerto seguro de sus cenizas«, que guarda hoy, como precioso tesoro la Comunidad de Trinitarias Descalzas ubicadas en la Villa y Corte. Miguel de Cervantes Saavedra quiso ser enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid. No fue una decisión al azar: el autor de El Quijote se sentía agradecido a la orden de los trinitarios porque estos habían intercedido por él durante su cautiverio en Argel.

Después desarrollaremos este tema más ampliamente. Espero haber conseguido plasmar aquí y haber puesto de relieve lo que los trinitarios hicieron por Cervantes recordando los hechos de su vida que estuvieron íntimamente relacionados con ellos.

Cervantes murió el 22 de abril y fue enterrado al día siguiente, por lo que en el registro de la parroquia de San Sebastián se afirma que murió el día 23 de abril de 1616:

En 23 de abril de 1616 años murió Miguel de Cervantes Saavedra casado con Dª Catalina de Salazar. Calle del León. Recibió los Santos Sacramentos de mano del Licenciado Francisco López, mandóse enterrar en las monjas trinitarias. Mandó dos misas del alma y lo demás a voluntad de su mujer que es testamentaria y el licenciado Francisco Martínez que vive allí.

Sólo nos queda ya por dilucidar, si esto es posible, dónde están enterrados los restos de D. Miguel de Cervantes. Como siempre, y más en nuestro país, hay positivistas y negacionistas. Hace unos años, en el 2015 se dió por finalizada una primera fase de las investigaciones históricas y antropológicas para hallar los restos de Cervantes en el convento de las Trinitarias de la calle Lope de Vega de Madrid dirigidas por Francisco Etxeberría muy conocido por estos lares y con un amplio prestigio.

Once meses antes de cumplirse los 400 años de su muerte, los expertos dijeron en una rueda de prensa que se ha prolongado durante hora y tres cuartos, que puedan afirmar que han encontrado parte de los restos del escritor de El Quijote.

«A la vista de toda la informacion generada de carácter histórico, arqueológico y antropológico en este caso es posible considerar que entre los fragmentos de la reducción localizada en el suelo de la cripta de la actual iglesia de las Trinitarias se encuentren algunos fragmentos pertenecientes a Cervantes. Son muchas las coincidencias y no hay discrepancias«, ha afirmado el director del proyecto de investigación, el antropólogo forense Francisco Etxeberría, al concluir la exposición de sus resultados.

Según este trabajo de investigación, los restos del escritor y de su esposa, Catalina de Salazar, se encontraban en el subsuelo de la cripta del convento, en el nivel más bajo de enterramiento sobre el sustrato natural, junto a otros restos de individuos adultos e infantiles, en la denominada «reducción número 32». En este sentido, según la investigación histórica, un conjunto de restos de 17 personas, entre los que estaban los de Cervantes y su mujer, fueron inhumados entre 1612 y 1630 y trasladados de su enterramiento original en la primera iglesia de las Trinitarias a la nueva iglesia de la comunidad levantada en una parcela cercana, el convento actual, entre 1698 y 1730.

No obstante, Exteberría quiso dejar claro que «no se puede hacer una verificación matemática« ni hay «certeza absoluta«como la que permite el ADN, lo que les hace «ser prudentes«, aunque insisten en que la investigación histórica, antológica y antorpológica permite deducir que entre los restos encontrados hay fragmentos de restos de Miguel de Cervantes. Un año después, desde abril del 2016, ya se puede visitar el lugar aunque seguirán coexistiendo muchas incógnitas, muchos enigmas por dilucidar. Mientras tanto, seguiremos discutiendo a favor o en contra por la creencia o no de que los hallados sean los huesos de D. Miguel de Cervantes y su esposa Catalina de Salazar y Palacios.

                                            Convento de la Madres Trinitaria en Madrid

 

 

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