Javi Campo

Segundo C. Escolar.-El artista global.- 1ª Parte

Ayer conocí a un verdadero artista, Segundo C. Escolar. Hasta hace un mes no había oído hablar nunca de él. Ahora estoy enamorado del artista y de la persona. En este mundo actual en que los admirados son peloteros que no saben hacer la o con un canuto, actores y actrices chafarderos, cantantes de nada, "youtubers", "influencers", "tick-tockers" (tik-tokers me corrige mi nieto), adolescentes de encefalograma plano y otra fauna varia, los verdaderos artistas, los que producen arte, y el arte es emoción, están totalmente olvidados arrastrándose para malvivir y sobrevivir, por que no hay quien compre su obra. El arte se ha devaluado. O quizá el mundo prefiera adquirir otras cosas más inmediatas y de uso diario. Lo que permanece no tiene mercado.

Ayer conocí a un verdadero artista, de los que sienten, oyen, hablan sin tapujos, se expresan a través de sus obras y el mundo le ignora. Ya no sabe dónde meter toda la obra realizada durante más de 70 años y acumulada en su casa. Porque sus genes, desde la cuna, le marcaban el camino del arte que no podría abandonar nunca. Su estirpe le tenía marcado desde su alumbramiento. Ya con 8 años daba lecciones a sus compañeros de escuela y con 14 años, trampeaba con ellos para ganarse unas «gordas» haciéndoles los deberes de plástica.

Creció con el estigma del perseguido, del apestado. Su apellido estaba señalado, su padre en la cárcel por contestatario, por «rojo». Su madre bastante tuvo con criar a los tres hijos ella sola. Con nueve años tomaron la decisión de trasladarse de su Salamanca natal a Bilbao, ciudad en plena efervescencia industrial y que le marcaría para siempre aunque fue dura su estancia. Aquí se hizo un hombre y un nombre como artista y trabajador incansable.

Una de las muchas paredes de su casa

Ayer conocí a un verdadero artista, un maestro de las artes a la vieja usanza. Es imposible encasillarle. No es pintor, ni escultor, ceramista, forjador, vidriero, repujador, editor ni en cualquier otro ancestral oficio en el que trabaje, porque lo es en todos ellos a la vez, los engloba todos. ¿Cómo podría llamarse a un personaje que aúna todas las artes en su ser? Podría pasar por ser Moisés bajando con las Tablas de la Ley por el monte Sinaí, podría ser un personaje salido del Renacimiento nacido equivocadamente en el siglo XXI,  pero nunca de la Ilustración aunque sea un ilustrado autodidacta porque de pedante no tiene nada.

Ayer conocí a un verdadero artista, investigador de las nuevas técnicas, los actuales materiales, a los que ha conseguido domeñar hasta darles la forma por él requerida. Su enorme capacidad de trabajo, que no ha descendido a pesar de sus casi 80 años, le ha llevado a trabajar y terminar trabajos en el campo de las artes gráficas, la publicidad, el escaparatismo, el diseño arquitectónico, la pintura, la escultura, la cerámica, la medallística, el vidrio, y todo lo que se nos ocurra, todo dentro del arte.

Segundo Escolar en su estudio

Ayer conocí a un verdadero artista, que recoge en sí mismo todo el saber acumulado por sus 5 anteriores generaciones, todos ellos tan artistas como él, pero que en él se aúnan el trabajo, sus investigaciones, su talento, en definitiva, su genio. Un dominador titánico de todas las expresiones de la técnica plástica que se permite huir de lo cómodo para alcanzar su propia individualidad a lo que se une el dominio de la técnica, cualquier técnica porque las ha ensayado y dominado todas. Un enamorado de la materia en todas sus variantes a las que da forma sin importarle cuál sea porque necesita sentirla entre sus manos, acariciarla, darla forma, en definitiva, poseerla para convertirla en arte.

Ayer conocí a un verdadero artista, porque deja en su obra un sello indeleble e inconfundible. En su casa, como en la de todos los artistas, se mezclan todas las expresiones del arte propias y ajenas, en un batiburrillo de cosas perfectamente secuenciadas, que tienes que vislumbrar todas ellas en semipenumbra, como le gusta verlas a él. A una indicación suya y detrás de él que sube por las escaleras con la parsimonia del que las ha subido miles de veces y del que la edad a nadie perdona, mos fijamos en las paredes llenas de lienzos suyos y de otros, piezas de cerámica, unas bastas y otras pulidas, unas vasijas de cerámica refractaria en las que puso encima sus pinceles para darles vida y ser contempladas con admiración, hasta llegar a un tercer piso, verdadera atalaya de los campos castellanos al lado del río Tirón, donde la vista se nos va de las pinturas a los pinceles, de los lienzos al papel prensado en frío, de su descuidada biblioteca a un grupo de pinturas que reposan hasta el momento de rodearlas con un marco adecuado. Es su mundo, en el que quiere vivir y morir.

Su hija Lydia, fallecida en accidente

Ayer conocí a un verdadero artista, en el que el trabajo es una constante, su vida, su afán además de su pasión que le han definido su modo de ser. Porque el ser humano, hombre y/o mujer, es el centro de su arte. Y sus rostros, normalmente sin ojos, son típicamente «Escolar», son su huella digital. Su obra le define, son como su espejo que le rebota su propia imagen de envejecido activo. Su obra es intemporal, tiene la pátina de la permanencia, el fondo de la durabilidad.

Ayer conocí a un verdadero artista, un genuino artista de dimensiones auténticamente universales, pero  por encima de todo ello, ayer conocí a un verdadero ser humano.

Homenaje a sus padres

Si algún lector de estas líneas se pregunta dónde puede ver u observar alguna obra de este insigne artista no tiene más que dirigirse a la Parroquia de «El Redentor» de Algorta, donde nada más entrar por la puerta se encontrará, de frente, un mural de pino asturiano de seis metros y medio de altura, en el que quedan reflejados dos momentos cumbre de la fe cristiana: La ascención y la muerte de Cristo en la cruz. Impresionante y soberbia.

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Javi

Sobre mí

«El que haya elegido Getxo para vivir, siempre tendrá la sensación de haber elegido bien».

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