Javi Campo

Un athleticzale que «pasa» del futbol

No me puedo sustraer a no hablar del Athletic, de la final de copa, de la "Gabarra", de su paseo por la ría. Han sido tantos los plumillas, de aquí y de allá, que parece que ya no queda nada por decir. Pero yo lo voy a intentar, a dar mi visión de esta especie de locura colectiva que nos ha dado a los vizcaínos y que ha sido la comidilla de la semana incluso allende los mares.
Pero antes debo de decir en honor a la verdad, y por eso lo del título, que fui durante 24 años socio del Athletic, que durante esos años acudía regularmente a San Mamés aunque me aburría soberanamente y que sólo me hacía acudir al partido siguiente lo que llamábamos «el tercer tiempo» que era la reunión de la cuadrilla una vez terminado el partido y durante una hora aproximadamente nos dedicábamos a comentar lo sucedido mientras degustábamos vino y «gildas», eso sí, «con alegría». El triste fallecimiento de varios contertulios provocó una desbandada del grupo y mi decisión de darme de baja. No me divertía en San Mamés.Dejada clara mi postura, debo añadir y con esa decisión mi interés por el futbol, en general, fue decayendo y hoy en día me limito a preguntar el resultado de los partidos del Athletic o mirarlo en las redes sociales. Ni siquiera los veo por la T.V. Ni siquiera ví el partido de la final de Copa. Me he limitado a ver los resúmenes que han dado a posteriori. Me he alegrado como el que más, me he agregado a la fiesta pero no he pasado el mal rato que a buen seguro pasaron todos los athleticzales que lo estuvieron viendo en directo o por las televisiones.No me olvido, y allí sí que estuve, del anterior partido de Copa que ganó el Athletic al Barcelona en el Bernabeu con el bochornoso espectáculo final con el astro Maradona como exponente más significativo. Aquella situación ha quedado en mi retina como ejemplo vivo de lo que no debe de ser el deporte. Me da igual quién empezó, quién fue el instigador, quién fue el primero que dió pero la imágen que dieron los dos equipos ha quedado en los annales de lo que no debe de ser el futbol.
                           Equipo del Athletic Club que ganó la Copa en el año 1984.
Después de esa final, la travesía del desierto. Años malos incluso con riesgo de descender a 2ª División, cosa que nunca ha ocurrido, gracias a Dios. Hasta que llegó una época de ilusiones. El equipo llegaba a las finales pero moría en la orilla. Jugó 8 finales en 11 años. El Athletic acumuló 4 finales de Copa, 3 de Supercopa y una de Europa League. Desde que en la temporada 2008-09 disputara la final de la Copa ante el FC Barcelona, serán ocho las finales que ha llegado a acumular el Athletic. Aquel 13 de mayo del 2009, el Barça se impuso por 1-4 a los leones en la final de Copa. El Athletic tuvo que remontar un 2-1 al Sevilla FC en semifinales para poder disputar aquel último encuentro en Mestalla, aunque lo que más se recuerda de aquel partido de vuelta es la famosa frase del Presidente sevillista José Mª del Nido: «Nos vamos a comer al león, de la melena a la cola«. La respuesta a esta prepotente frase fue la eliminación del Sevilla al perder en San Mamés por 3-0, lo que fomentó el que la afición de San Mamés le cantase al unísono:» Cómeme el rabo, Del Nido, cómeme el rabo«.

La temporada siguiente, la 2009-10, trajo consigo una nueva final, la de Supercopa. Los de Caparrós no pudieron hacerse con el trofeo y cayeron tanto en la ida, disputada en el Camp Nou, como en la vuelta, en San Mamés. En la temporada 2011-12, los leones encararon dos nuevas finales, la de Copa frente al FC Barcelona en el Vicente Calderón y la de Europa League ante el Atlético de Madrid en Bucarest. El Athletic no pudo levantar ninguno de los dos galardones y en ambos partidos cayó derrotado por un marcador idéntico, 0 a 3 goles. Tres temporadas después, en la 2014-15, los leones volvieron a clasificarse para una final de Copa. El Athletic volvía a enfrentarse al FC Barcelona, esta vez en el Camp Nou, y los catalanes volvieron a vencer al cuadro zurigorri. Pero la afición no decaía, daba por bueno el poder llegar a las finales aunque luego perdiese contra equipos plagados de extranjeros y con unas plantillas muy superiores en presupuesto y calidad futbolística. Y nadie se rasgaba las vestiduras por ello. Tenía que llegar el día. Ya llegaría el momento.

La siguiente temporada, en la que nadie esperaba nada, llegó una nueva alegría, más si cabe, por inesperada con la final de la Supercopa. Supondría para el Athletic la consecución de un título 31 años después. Los zurigorris volvían a enfrentarse al equipo blaugrana, pero esta vez la fortuna les fue favorable. Los leones dirigidos por Ernesto Valverde arrollaron al Barça en el partido de ida disputado en San Mamés (4-0) y lograron empatar en la vuelta disputada en la ciudad condal (1-1). Toda una hazaña que tiñó las calles de Bilbao de rojiblanco los días posteriores.

                              Plantilla del Athletic que ganó la Supercopa del año 2015.

Y llegó la temporada 2020-2021 en la que ese año los leones tenían dos finales por delante. La primera, la de Supercopa,  ante el FC Barcelona en La Cartuja sevillana. La segunda sería la correspondiente a la Copa de la temporada pasada, la 2019-20, que enfrentó a los zurigorris con la Real Sociedad. Dicho encuentro debió disputarse el 18 de abril, pero por motivos derivados de la pandemia de la COVID19, tuvo que ser pospuesta y estaba pendiente de disputarse. Y volvió a perder, y de penalty y contra el eterno rival que hizo risas con el árbol caido.

Unos días después le ganan al Real Madrid en semifinales de la Supercopa y en la Final el 16 de abril del 2021 al Barsa de Messi y compañía, que fue expulsado por una agresión, sin balón, a Villalibre,  siendo superiores. Esto es el futbol. Prácticamente el mismo equipo contra un equipo muy superior y se superan, luchan, convierten los goles y le dan una alegría a la afición que no pudo estar presente en el campo por la pandemia pero que no mejora la desilusión de la Copa por haber sido el rival que fue.

Y así llegamos a la Final de Copa de este año, 2024. Teóricamente contra un equipo inferior, con la vitola de favoritos pero que cuando comenzó a rodar el esférico, que dirían los cursis, no se plasmó esa superioridad sobre el cesped. Y llega la prórroga, y llegan los penaltys, un cara y cruz, una cuestión de suerte, un momento fatal. Yo que he sido portero, de los malos bien es verdad, opino que los penaltys fallados o parados por el portero son porque el jugador los ha tirado mal. Para un portero sería imposible parar un balón colocado en unos lugares determinados de la portería porque sería imposible llegar sólo con un impulso y un jugador de futbol que se precie debe de haber entrenado el golpeo lo suficiente como para saber dónde poner la pelota. Y si no la pone ahí, es que lo ha tirado mal. Es mi opinión.

                             La famosa «gabarra» con los Campeones de Copa 2024 en la proa

Y se desató la euforia, esta vez la suerte estuvo de nuestro lado y el Athletic se llevó la Copa después de 40 años sin catarla y después de perder seis finales desde 1984. De esta frustración de perder una y otra vez se podía hablar y escribir mucho, pero ahora no toca. Después ha pasado lo que todos los bizkaínos queríamos y también muchos seguidores no sólo del Estado sino de todo el mundo. La locura colectiva. La gabarra, hasta entonces innombrable, tema tabú, en boca de todos. Ahí se terminó el futbol, para iniciarse una movilización colectiva sin precedentes. Porque el futbol es la disculpa, el pretexto. Lo que aglutina a la población no es este deporte sino el símbolo, el Athletic Club de Bilbao, su idiosincrasia, su «filosofía», su forma de ser y actuar, su comportamiento, la imágen que se refleja al exterior.

                                  La comitiva pasando por debajo del Puente «Bizkaia»

Si damos por buena la cantidad de un millón de personas las que a lo largo de los 12 kms de ría se juntaron en ambas márgenes desde Las Arenas hasta el Ayuntamiento de Bilbao, es muy posible que sólo el 10% hayan estado en alguna ocasión en San Mamés presenciando un partido en directo. Vamos a ampliar el número al 20%. ¡El 80% no ha visto nunca al Athletic en directo!. No importa, porque supera la barrera del futbol, incluso del deporte. Este Club SÍ que es algo más. Porque allí, al paso de la gabarra con los campeones se unieron en una comunión infinita gentes de toda clase y condición, de todos los partidos políticos, de todas las edades, sin discriminaciones, con una sonrisa de oreja a oreja al que circunstancialmente teníamos al lado sin conocerle de nada. No hubo más bandera que la del Athletic, no hubo más cántico que el himno del Athletic (hasta el Ayuntamiento).

                                                  Recibimiento delante del Ayuntamiento

Hago mías unas frases leídas estos días en cualquier medio de difusión escrita: «Mi pertenencia emocional aún la conservo intacta. Me he preguntado muchas veces sobre las razones de este vínculo tan especial que nos une con el equipo. No es fácil apuntar a una sola. El Athletic no es de nadie; es de todos. Desde Lanestosa a Ondarroa pasando por el valle de Arratia y la Zona Minera se sigue al equipo con verdadera pasión en pueblos grandes y pequeños. Es el mayor vertebrador de todo el territorio vizcaino, por encima de clases sociales, ideología política o lugar de nacimiento. Representa también algo más: es una parte de nuestra educación sentimental que ha ido pasando de generación en generación. ¿Qué equipo es capaz de arrastrar a más de 70.000 personas a 800 kilómetros de su ciudad?, se preguntaba hace unos días Alfredo Relaño, un decano de los articulistas deportivos. ¿Qué ciudad se engalana de la cabeza a los pies para demostrar su amor al equipo como lo hace estos días Bilbao?

El Athletic ha sido y es un equipo con identidad propia, basado en una filosofía que lo distingue de los demás. Cuando hoy en día, gran parte del mundo futbolístico se asemeja al capitalismo depredador en el que solo vale la fórmula de rapidez, dinero y poder, el Athletic sigue su camino trazado desde casi su fundación. Todo ello lo convierte en un equipo querido y admirado, no solo por nosotros, sino por decenas de miles de aficionados del resto del Estado y de otros lugares. Me he encontrado con aficionados en diferentes lugares y algunos de ellos tan lejanos como Argentina o Australia. Ni los peores años de plomo consiguieron arrancar el sentimiento rojiblanco de muchas peñas presentes en todo el territorio español y que se transmite también de padres a hijos e hijas. La victoria es también de ellos.»

Si nos centramos, por un momento, en los bilbaínos, estos tienen desde que nacen hasta que mueren, dos cositas en el corazón: la amatxu de Begoña, aunque no seas especialmente religioso, y el Athletic, aunque no seas especialmente futbolero. Va en nuestro ADN, pegado a la piel como una seña de identidad indeleble. Y esto es porque los consideramos algo nuestro, nuestra seña de identidad. Y las críticas que recibimos desde ciertos lados de la muga, son un acicate más, y viniendo de donde vienen, nos convencen de que estamos en el buen camino, que es el nuestro, único, sin par, especial y exportable. En un mundo tan global en el que el lugar más recóndito del planeta está a 12 horas de avión, el que en más de 125 años hayamos podido competir de igual a igual con equipos plenos de jugadores del resto del mundo y sin bajar nunca de categoría y ganando títulos de vez en cuando, es para sentirse orgulloso porque las decepciones sufridas no han hecho mella en sus seguidores, las sucesivas plantillas han sido como un martillo pilón, y el que no lo vea así es de mente muy estrecha o, simplemente, por pura envidia.

                                                               Sin palabras. Únicos.

Pues, eso. Único. Y si no, que se lo pregunten a todas esas personas que lo más probable es que no sepan ni situar a Bilbao en un mapa pero que se han hecho miles de kilómetros para estar presentes en este espectáculo inaudito y experimentar con los locales ese éxtasis colectivo. Y tengo el convencimiento de que esto no lo ha generado el futbol, es el Athletic que traspasa fronteras físicas y emocionales. Ser del Athletic en estos tiempos debería de ser una virtud teologal además de una bienaventuranza.

Yo, por mi parte, seguiré «pasando» del futbol, pero nunca del Athletic y de su afición.

Picture of Javi

Javi

Sobre mí

«El que haya elegido Getxo para vivir, siempre tendrá la sensación de haber elegido bien».

Últimos post

Sígueme en redes

Mi último libro