Javi Campo

El Club Jolaseta

Es difícil definir y acertar en esa definición lo que es y significa el Real Club Jolaseta. La concepción que tiene cada habitante de un pueblo como Getxo, en función del barrio en el que vivan. Y entiendo por barrio a los cinco que en la actualidad distinguen a este pueblo tan singular: "Andra Mari, Algorta, Neguri, Las Arenas y Romo". Diría que existen y coexisten dos concepciones totalmente contrarias. La que tienen sus socios (más de 7.000), desde dentro, disponiendo de todas sus excelentes instalaciones y la imagen que se proyecta al exterior y que marca la opinión de la gente, en general. Por lo tanto, voy a empezar desde el principio, contando su historia primigenia y con ello descubriremos cómo se llegó a fundar este Club elitista y a la vez modélico en su especie. Quizá al terminar de leer nuestra opinión cambie, al menos en algunos aspectos.

Los compradores de la finca Aiboa fueron un grupo de cuatro particulares asociados para esta operación: Ignacio Ituarte, Matías Romo, Francisco Irigoyen y Francisco Ciriaco Menchaca, y que tras ampliarla con tres fincas colindantes y vender unas porciones marginales, traspasaron la propiedad a José Ysaac Amann (20%), Enrique Aresti (40%) y Valentín Gorbeña (40%) el 29/12/ 1902 por 333.333 pts, efectuándose la escritura de compra-venta ante el Notario José Martínez Carande y constando en el Registro de la Propiedad de Bilbao, Libro de Getxo, Finca 1120, Libro 29, Folios 246-250v, y Libro 39, Folios 66-67. Fueron estos últimos quienes, el 6 de mayo de 1903, solicitaron del Ayuntamiento de Getxo el permiso para dar comienzo a las obras previas a la urbanización, y quienes constituyeron, con un capital social de 750.000 pts en Marzo de 1904, la Sociedad de Terrenos de Neguri con la intención de convertir los arenales en un barrio residencial que en pocos años se revelaría como la zona residencial por excelencia de la oligarquía vizcaína. Hay que hacer constar que José Ysaac no tenía entonces medios para el pago de la compra de los terrenos por lo que no sólo tuvo que buscarse dos socios poderosos, sino pedirles en préstamo al 5% la parte que le correspondía, es decir, la cantidad de 66.666,66 pesetas pagaderas en un plazo no superior a 10 años.

El origen del proyecto de Neguri como “ciudad jardín” y el protagonismo absoluto de su realización recae en una única persona, José Ysaac Amann, ya que fue nuestro Pepe Carrión (por este nombre se le conocía entonces porque cursó sus estudios de segunda enseñanza en Carrión de los Condes (Palencia) en el colegio de PP. Jesuitas) quien ideó la formación de un nuevo barrio de carácter residencial y de corte aristocrático (se trataba de atraer residentes definitivos y no sólo de verano o fin de semana) sobre esos terrenos colindantes con la línea de ferrocarril que él mismo dirigía con el fin de potenciarlo y animarlo, y quien diseñó el plan de urbanización siendo aprobado por el Ayuntamiento de Getxo el 6 de Mayo de 1903, plasmándolo personalmente en papel gracias a su afición y talento para el dibujo y la pintura.

La Sociedad “Terrenos de Neguri S.A.”, que sufrió un parón de ventas considerable al llegar la 1ª Guerra Mundial, recuperó su progreso a la finalización de ésta, por lo que, cumplidos sus objetivos de desarrollo mediante el saneamiento, urbanización, venta y construcción de un lugar de privilegio y exclusivo no sólo como punto de veraneo sino como estancia para los inviernos, se disolvió a petición de los Socios, distribuyendo entre ellos los bienes pendientes de venta y los beneficios obtenidos, el 31/12/1918.

                                 Croquis de los primitivos terrenos del «Parque de Neguri»

Amann, en calidad de Director Gerente de la Sociedad, ante la incredulidad de todos, incluidos sus dos socios Aresti y Gorbeña, en su intención primigenia de crear una Ciudad Jardín va cumpliendo sus objetivos de lucrar, a medida que se fueran enajenando los terrenos. No cabe duda que su fantasía se cumplió felizmente y que los escépticos e incrédulos socios tuvieron que tragarse sus risas y comentarios suspicaces. Su idea de convertir esos terrenos en un barrio de viviendas elegantes, de aplicación sólo para las clases más acomodadas, dadas las estrictas normas de urbanización en cuanto a altura de las casas y extensión de los jardines, concluyó con unos altísimos beneficios para la Sociedad logrando un resultado para el año 1916 inimaginable a su inicio, aunque hubiese un parón significativo en las ventas entre los años 1906 y 1915.

Si nos atenemos a las estadísticas  que constan en los archivos,  si nos referimos a la profesión de los componentes que fueron poblando el nuevo barrio de Neguri, el grupo más numeroso y significativo en Neguri, el de «élite» se componía concretamente de: comerciantes, empresarios, gerentes, industriales, navieros, profesionales, propietarios, y rentistas. El grupo de «otros» recoge categorías no laborales (estudiante, jubilado) y en su mayor parte mujeres viudas sin profesión definida.

                José Isaac Amann.- Enrique Aresti y Torre.-Conde de Aresti.- Valentín Gorbeña.
Ello no fue óbice para que dotasen a la nueva urbanización residencialista con servicios y equipamientos como la Iglesia de El Carmen, un chalet-escuela, campo de fútbol donde jugó el Athletic varios años, la Real Sociedad de Tiro, Real Sociedad de Golf, y se explotaran las canteras y una vaquería con parque y lechería. Por ello, en el Acta de la Junta General del 21/12/1916 se recoge como comentario final que “la Junta se felicitó del éxito logrado en una empresa que ha sido beneficiosa para los socios y también de verdadera utilidad general. Las instalaciones deportivas fueron las más abundantes, y se organizaron en forma de parques urbanos. La principal era el parque de Jolaseta, que formaba un complejo de más de dos y media hectáreas entre la avenida de Lejona, el río Gobelas y el paseo de los Chopos. Constaba de campo de football (Este campo de fútbol el año de su inauguración —1911— acogió la final de la Copa de España, y el Athletic de Bilbao jugó regularmente aquí hasta la construcción de San Mamés en 1913. Según los promotores podía acoger a 8.000 espectadores), pistas de tennis y skating, y distintos edificios auxiliares. Esta superficie se duplicaba con los terrenos anexos del chalet del tennis, el palomar y la vaquería. La lechería servía como lugar de recreo, mientras que la vaquería se concebía como una explotación ganadera de la que sus productos (leche y mantequilla) se extraía un rendimiento a la vez que garantizaba un suministro de calidad para los habitantes de la zona. Sin embargo, la parte central de las instalaciones se mantuvieron como uso deportivo, constituyendo la Sociedad Jolaseta, que se mantiene en la actualidad. Además, en sus proximidades estuvo durante años el Tiro de Pichón, sobre terrenos arrendados a la Sociedad Venatoria».

El terreno de juego se inauguró el 9 de abril de 1911, con el primer partido de Copa disputado ante el Fortuna de Vigo (2-0). En este campo también se disputó el primer partido frente a un equipo inglés, el Civil Service. Al día siguiente de la final de la Copa que enfrentó al Athletic y al RCD Espanyol (3-1), un combinado formado por jugadores de ambos conjuntos cayó derrotado frente al Civil Service (7-0). San Mamés ya estaba preparado para el verano de 1913, por lo que en junio de ese mismo año los rojiblancos disputaron en Jolaseta sus últimos choques como locales. El último, el día 24 de junio, un amistoso ante el actualmente extinto Nunhead FC inglés, con derrota local por 1 a 2.

  De pie el segundo por la izquierda,Amann de defensa. Año 1910.- Foto del archivo del Athletic Club de Bilbao(Asier Arrate) 

                Partido de Fútbol disputado por el Athletic Club en los terrenos de Jolaseta.- 1911

El momento de expansión y éxito de Neguri en los años finales de la Primera Guerra Mundial, coincide con el inicio de un boom constructivo y una acusada revalorización general del suelo urbano en todo Getxo. Es ahora cuando se concretó la identificación del espacio físico de Getxo con el espacio social de la enriquecida clase dirigente bilbaína, que ha permanecido hasta fechas muy recientes. Uno de los aspectos de ese cambio fue que esos grupos tomaron conciencia de que habían creado un espacio de relación propio, cuya exclusividad se defendía con prácticas sociales extraordinariamente selectivas (como los clubes Marítimo, Sporting, Golf, o Jolaseta), se manifestaba en los estilos de vida propios.

Quiero llamar la atención sobre el hecho de que ya en 1911 había «algo» que se llamaba «Jolaseta«, nombre dado, una vez más, por Resurrección Mª de Azkue y que fue acogido por todos con simpatía y que ha quedado ya para siempre. En la Revista «Tennis» de 1925 se le hace una entrevista a Juan José Amann, un muchacho que en los años 1910-1911 pertenecía a la plantilla del «Athletic Club de Bilbao» y que era Secretario del que, ya entonces, se llamaba «Jolaseta Club«. En ella indica claramente que el Club primitivo «nació en 1917 ocupando terrenos de la «Sociedad de Terrenos de Neguri» donde ya había construidas dos pistas de tennis«. El grupo que comenzó a utilizar estas pistas únicamente era «media docena de jóvenes que crearon la primitiva entidad y que no eran más que una reunión de amigos, amigos íntimos que procuraron fomentar el juego del tennis organizando campeonatos en familia«.  Al lado de las pistas se contaba con un merendero en el que a las tardes se reunía la «gente bien» y las chicas simpáticas y guapas «que en los atardeceres formaban con nosotros, animadas tertulias«. No es difícil colegir, con muy poco esfuerzo, que de allí saliese más de un matrimonio.

Por entonces, el trío de propietarios de los terrenos, le rescindieron el contrato de arrendamiento al Arenas Club de Getxo que estaba jugando sus partidos en el mismo campo en el que anteriormente lo hiciera el Athletic. Este hecho y otros indujeron al grupo de amigos a «diseñar proyectos fantásticos» con la compra de otros terrenos adyacentes y, por fin, firmaron «en condiciones ventajosísimas económicamente hablando«, pero muy desfavorables «en cuanto a que el día que quieran nos echan sin compasión«. Aman y su cuadrilla de amigos lo veían claro. Firmaron un contrato de arrendamiento, sí. Tenían derecho a ocupar los terrenos, sí. Pero eran conscientes de que en el momento de que la «Sociedad de Terrenos de Neguri» quisiese, rescindía el contrato y tenían que abandonar esos terrenos de juego.

Desgraciadamente, no vino por esa línea la desaparición de la sociedad de amigos. En 1920 y «en una aciaga asamblea en la que las cosas se sacaron de quicio«, se decidió la disolución aunque varios de ellos (Juan José Amann, Leocadio Castet, Ignacio Amann, Fernando Amann) llegaron a un acuerdo para crear y fomentar «otro Jolaseta» en 1925, construyendo otra pista de tenis que reemplazaba a la anterior y naciendo el que fue llamado «Jolaseta Lawn Tennis» de quien fue su primer Presidente Leocadio Castet, a su vez Vicepresidente 2º de la Federación Española de Tenis. A partir de ese momento, este grupo proyecta la mejora de campos y servicios, construyendo un buen merendero y embelleciendo gradualmente «nuestro» rincón de Neguri, en palabras del propio Juan José Amann. Esa sensación de propiedadqueda reflejado en las evidencias periodísticas de que ya en 1922 se celebraban en «Jolaseta», «Concursos Internacionales de Tennis», incluso se contaba, en ocasiones, con la presencia de la Reina Dª Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII.

La Sociedad de Terrenos de Neguri, se disolvió el 31/12/1918 no sin antes distribuirse los cinco lotes de terreno que quedaban de su propiedad menos los terrenos que tenían arrendados a Jolaseta. El Conde de Aresti mantuvo su lote en propiedad durante mucho tiempo,  no así sus socios que fueron vendiendo el lote que les había tocado en suerte aunque hubo terrenos que no tuvieron venta inmediata. Años más tarde, el 27/12/1933, los tres socios cedieron al Ayuntamiento unas parcelas de terreno que todavía estaban sin vender y que éste quería utilizar como parque central y que los poderosos vecinos de la urbanización habían tomado como propios a través del “hecho consumado”. Las clases aristocráticas de la oligarquía asentada en Neguri convencieron al Ayuntamiento para que se las arrendase creando la «Sociedad Campos de Sport de Jolaseta«, redactando los 35 socios fundadores un «Reglamento Social«.  El nombre de «Real Club Jolaseta» les fue concedido en 1943 por el Conde de Barcelona,  D. Juan de Borbón.

                        Una muestra de las graves inundaciones del año 1977. Barrio de Romo
Un nuevo acontecimiento, unas graves inundaciones en el barrio en el año 1977, relanzó una antigua propuesta de constituir la Asociación de Vecinos de Neguri-Langille. Constituida ésta y conocedores del uso privado y por lo tanto fraudulento de los terrenos en poder del Real Club Jolaseta, presentan un escrito avalado por 250 vecinos ante el Ayuntamiento, iniciando reclamación y denuncia ante el Juzgado Contencioso Administrativo sobre la propiedad. Se inicia una dura pugna con el Consistorio, que se negaba a reconocer la injusticia, aunque apoyados por otras Asociaciones de Vecinos del municipio. Manifestaciones, ocupaciones del Club, encierro y huelga de hambre dentro del edificio consistorial, partidos de tenis en medio de la carretera, fueron algunas de las acciones que emprendieron para llamar la atención sobre el problema. Los más comprometidos y belicosos en la lucha se organizaron para derribar por las noches los muros que el Club levantaba durante el día, llegándose a ver a la Guardia Civil patrullando por el barrio con metralletas en mano. Habiendo fallado el Tribunal Contencioso-Administrativo el 2/7/1979 a favor de la demanda de los vecinos, el Ayuntamiento desistió de recurrir, llegando a acuerdos que no satisficieron a las partes pero que, al menos, se consiguió se articulase el “Parque Gernika” al lado de Jolaseta y junto al barrio llamado Neguri Langille.

Una mujer se significó por encima de los demás en la lucha por intentar recuperar lo que consideraba que era del pueblo y para el pueblo, Marisabel Arzabiaga. Inició personalmente el proceso contra el Ayuntamiento de Getxo por la recuperación para el pueblo de los terrenos que en la actualidad ocupa el Club Jolaseta al que le fueron cedidos por la Corporación franquista a cambio de un alquiler irrisorio, y ella fue el alma de la huelga de hambre que llevó a cabo con otros 6 getxotarras de las Asociaciones de Vecinos de Neguri-Langille, Romo y Algorta durante diez días, para presionar al Ayuntamiento que se negaba a cumplir las sentencias de los distintos tribunales en los que iba ganando juicio tras juicio y despojase al Club Jolaseta de los terrenos en litigio devolviendo al pueblo lo que legítimamente le correspondía. Durante un tiempo creyó que, una vez muerto el dictador, y con la llegada de la democracia, todo sería más sencillo y estas cuestiones tan meridianamente claras sería fácil darles la vuelta. No tardó en darse cuenta de que se equivocaba. Más de una vez, sus allegados, la vieron llorar de rabia ante la injusticia e impotencia de ver que los nuevos próceres del municipio, aunque ya en democracia, defendían y se posicionaban del lado de los de siempre.

En su día, Karla Llanos, en su blog «Getxosarri» dejó escrito lo que ha continuación detallamos: “Cuando decido realizar esta entrada, lo hago porque días antes se ha inaugurado en Neguri Langille, el denominado “Parque Gernika”. Este parque, que desde hace ya algunos años pueden disfrutar los vecinos, no es algo que estaba ahí, tiene su historia. En los años 70, un grupo de vecinos, advertidos por los propietarios de un restaurante de la zona, supieron que los terrenos donde la Sociedad Jolaseta había realizado una ampliación de sus instalaciones, no era propiedad de dicha sociedad y, que realmente había sido una donación de la Familia Aresti para el barrio. Esto provocó que algunos vecinos emprendieran una lucha, enfrentándose al Ayuntamiento y al Real Club Jolaseta, reivindicando la devolución de los terrenos al pueblo, que terminó con una sentencia favorable a sus peticiones por parte del Tribunal Contencioso-Administrativo el 2/7/1979 y a que finalmente fuera permutado por el terreno que hoy ocupa dicho parque, llamado popularmente “las campas del Conde de Aresti”. Una de las personas que encabezó esta lucha fue Marisabel Arzubiaga. Durante muchos años, ese parque fue, también, conocido popularmente con su nombre.

Entre los años 1964 y 1967 Getxo estuvo gobernado por los franquistas Fernando Ybarra Lopez-Doriga y Pedro Aristegui Bengoa, quienes propiciaron la cesión en alquiler al Club privado Jolaseta, por un plazo de 50 años y al precio inicial de 45.000 pesetas anuales, de un terreno de 14.500 metros cuadrados, donado al municipio en 1933 por la Familia Aresti, con la condición de que fuera utilizado como parque.

El terreno, situado junto a la carretera Bilbao-Plentzia, fue calificado en los planes de ordenación urbana de 1949 y 1964 como «espacio libre», lo que implicaba su utilización exclusiva para «usos públicos tales como iglesias, jardines, parques, instalaciones deportivas, etcétera». En dichos planes se precisaba expresamente que en el solar «sólo se podrá autorizar, con carácter excepcional, la construcción de edificios que a juicio de la Corporación sirvan al interés público». Pese a ello, en los años 1966 y 1967, el Ayuntamiento concedió licencia para la construcción en dicho terreno de instalaciones deportivas, pistas de tenis, piscinas, pistas de hockey, etc., destinadas al uso privado de los socios de Jolaseta. La Asociación de Vecinos presentó varios recursos al Ayuntamiento solicitando la anulación del contrato de alquiler y la devolución del terreno al pueblo.

Se sucedieron manifestaciones vecinales en las que participaron las Asociaciones de Romo, Neguri, Getxo, en las que se producían cortes en la carretera, jugándose en la misma un partido de tenis, e incluso una huelga de hambre en el Ayuntamiento de Getxo, reivindicando la devolución de los terrenos al Pueblo. Uno de los sectores más participativos del barrio fue el grupo de jóvenes denominado “Iraultza Taldea”.

El 23 de abril de 1977 y el 2 de diciembre del mismo año el Pleno de la Corporación, presidido entonces por el marqués de Zubiría, decidió desestimar el recurso en base fundamentalmente al argumento de que el terreno «se había destinado a instalaciones deportivas, tal como exigía el plan de ordenación territorial». La sentencia del tribunal contencioso administrativo rechaza esta tesis por cuanto, «calificada como «libre» aparece privatizada para uso de un número limitado de personas como según se desprende de los estatutos del Real Club Jolaseta y de la propia confesión judicial de su presidente, esta sociedad constituye un grupo cerrado de socios que resultan ser los únicos beneficiarios de los terrenos e instalaciones sociales, siendo claro que termina siendo una zona de exclusión de la generalidad”».

                                                Protesta en día de paellas

El 3 de julio de 1979 la Sala de lo Contencioso-Administrativo de Bizkaia dictó sentencia en el procedimiento judicial, estimando el recurso interpuesto por la Asociación de Vecinos, representada por la Procuradora, Dña. María Dolores Rodrigo y Villar. El Ayuntamiento quedó a la intemperie, obligado a enderezar entuertos y a rectificar tropiezos, fruto de hábitos propiciados por el régimen franquista. Con el cambio político se posibilitó el arreglo. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, ya el 23 de abril de 1977 el Alcalde del momento, Pedro de Zubiría y Gárnica (que, por cierto, presentó su dimisión al día siguiente para poder presentarse a las elecciones por Alianza Popular) adelantó a la Corporación cómo se habían iniciado contactos con el Club, que dieron como resultado la segregación y permuta de una parcela de 3.736 metros cuadrados por otra, que era propiedad del Club, en el que se construyó más tarde la Escuela de Educación EspecialGobeloki”. Las gestiones continuarían por ese camino.

Ante este giro del ámbito de la judicatura, el Ayuntamiento presididoya entonces por el alcalde Jesús J. Aguirre Bilbao, adscrito al P.N.V., en sesión del 12 de marzo de 1980, desistió recurrir al Tribunal Supremo, sobre todo, tras el dictamen del letrado D. Pedro María Larumbe y Biurrun, emitido el 28 de enero de 1980 a petición del Ayuntamiento. La vía de la negociación de un posible acuerdo entre las tres partes interesadas se ensanchó el día 6 de febrero de 1980.

Tendría que pasar otro año y medio. La Asociación de Vecinos elaboró sus propuestas el 25 de noviembre de 1981; el Ayuntamiento, las suyas. La Comisión Informativa de Gobernación del Ayuntamiento prosiguió la búsqueda de una solución que satisficiera tanto a los intereses públicos como a los diversos grupos implicados en el litigio. Tuvieron que aprobarse las Normas Subsidiarias para llegar a una “solución de canje o trueque» por el que los terrenos llamados Los Arenales pasaban a uso público para los vecinos del barrio. Por lo tanto, “con aquella sentencia se cerró el largo pleito que enfrentó, durante años, a los vecinos del barrio conocido popularmente como Neguri-Langile y el Real Club Jolaseta, quedando definitivamente zanjado el tema por acuerdo entre las tres partes o, al menos, eso es lo que a los vecinos se nos ha informado”.

El relato de esta parte de la historia de Getxo viene a cuento por esos imprevistos que tiene esta vida y que son los que le añaden un poco de sal a los aconteceres diarios. La sorpresa , la incertidumbre y la sucesión de hechos inesperados son los que le ponen un poco de chispa a una vida rutinaria y a ello me adhiero como a un clavo ardiendo. Ya era para mí sorpresivo que una de las librerías que está intentando vender mis libros me pidiese más porque había vendido todos en muy poco tiempo. Y todavía era más sorpresa que lo que se estaba vendiendo no fuera mi último libro sino el que escribí hace más de 6 años y que era una sucesión de biografías de todas aquellas personas que tienen, a día de hoy, una calle dedicada en nuestro municipio de Getxo. La librería está enclavada en el barrio de Neguri lo que abundaba en el hecho sorpresivo.

La cosa no quedó ahí, sino que pocos días después de la petición de más libros, la dueña de la librería me llamaba para pedirme permiso de dar mi teléfono a un «Club«, sin concretar cuál, porque querían hablar conmigo. Dado el permiso por mi parte, no tardaron ni media hora en ponerse en contacto conmigo. Sí, el Club era Jolaseta. Y su petición, sumamente educada por parte de las tres personas con las que me reuní, era para que diese en el aula del Club que ellos llaman «El Buho», una charla o conferencia sobre los personajes biografiados en mi libro y cuyos descendientes directos son miembros activos del Club. Me invitaron a visitar las instalaciones, cosa que hice con curiosidad, superando todas mis expectativas, porque se puden considerar modélicas por su limpieza, orden y mantenimiento. También tuve oportunidad de ver cómo se utilizan las instalaciones por parte de los socios-usuarios y pude comprobar que son fieles cumplidores de las normas internas que rigen su utilización.

                                                Cartel anunciador de la Conferencia

Como no me canso de repetir, yo no soy historiador de carrera, sólo soy un investigador de la historia a través de un camino poco trillado, las biografías. Pero hablar de personajes ya míticos en el devenir de nuestro pueblo  y delante de sus descendientes, son palabras mayores. Estoy acostumbrado a hablar en público, pero hablar de la vida de sus ancestros es, francamente, intimidador. A pesar de ello y con la intención de no arredrarme, me tiré dos semanas preparando la conferencia sin saber lo que me iba a encontrar. Tengo la experiencia de hablar para 2 personas, para 20 personas, para 200 personas e inclusive para 2000 personas. Lo que intimida no es el número de asistentes, son los personajes y su legado.

La esperanza, por ser lo más habitual, era la asistencia de unas 40 personas, antes del inicio me indicaron que se habían apuntado 64 pero a la hora anunciada había casi 100 personas expectantes por oir lo que tenía que contarles. Allí estaba la familia Amann, los Churruca, los Basterra, los Prado, los Aldecoa  y otras ilustres familias, casi al completo. Después de hora y cuarto de charla seguida con mucha atención y un silencio sepulcral por los asistentes,  y todavía con mucho que decir, hubo que parar, no podíamos extendernos más. No hubo preguntas. Menos mal. Lo que sí que hubo fue una avalancha de personas hacia la pequeña mesa que habíamos colocado como escaparate con mis dos últimos libros. Se vendieron todos e incluso más que tuve que llevar al Club al día siguiente. Querían saber, querían conocer los hechos de sus antecesores que son los que forjaron sus saneados patrimonios, en qué habían basado sus inversiones, cómo se habían manejado en una sociedad en continuo cambio, convulsa, con Guerras Mundiales y Civiles de por medio y con una serie enorme de posibilidades de dar un salto cualitativo y cuantitativo dentro de la sociedad, de pueblo llano a la burguesía, y de la burguesía a la aristocracia.

Su presencia allí denotaba un afán por saber, por conocer o quizá por corroborar aquello que ya sabían. Me quedé con ganas de conocer uno por uno a todos los que habían tenido la deferencia de asistir, de que fuesen ellos los que me contasen cosas de sus familias, las que yo, en mis averiguaciones, no había llegado a saber o a profundizar. Son oportunidades únicas de adentrarte en un mundo al que no estoy acostumbrado, el de familias que desde hace un siglo aproximadamente pertenecen a esa élite de la que tanto se habla, de la que muchos dicen que está a punto de extinguirse pero que allí estaba, delante de mí, expectantes. No me sentí cohibido, el trato como corresponde a personas muy educadas fue exquisito aunque no tuviera nadie ni en ningún momento la delicadeza de preguntarme si quería cobrar por mi trabajo (dos semanas preparando la conferencia) aunque mi respuesta hubiera sido negativa como he hecho siempre (nunca he cobrado ni un céntimo) aunque sí hubiera aceptado de buen grado, una invitación a cenar.

 

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Javi

Sobre mí

«El que haya elegido Getxo para vivir, siempre tendrá la sensación de haber elegido bien».

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